Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 23 de junio de 2012

NOCHE DE SAN JUAN

Siempre he creído en la magia. Me gusta pensar que existe algo más allá de lo que veo que puede ayudarme a conseguir mis sueños, alguna fuerza extraña que se dispone a mi favor, un demiurgo inesperado que juega con el destino y lo transforma para mi bien.
Juego a dejarme llevar por el viento y ondular con él los trayectos de la vida. Imagino hadas y magos que agitan sus varitas para sacarme de los pozos en los que caigo a veces, hechiceros que pronuncian conjuros que me devuelven la esperanza y brujas bondadosas que quieren compensar conmigo lo que les llevó al centro de su magia.
La Noche de San Juan tiene la magia atrapada en el fuego. Su luz y su calor regeneran la vida y la purifican. Todo se vuelve etéreo y posible; y una vez más, los deseos pueden ser escuchados si se dicen en voz baja y se recrean dentro de los ojos.
La danza desata la pasión por iniciar el solsticio de verano y entre brillos y destellos se consiguen olvidar las penas por una noche.
El cielo recoge las estrellas en forma de serpiente que, con su sinuosa cola, logra atarnos con un lazo infinito de resplandores capaces de devolvernos la ilusión.
Todo es posible esta noche. Todo puede inventarse y meterse dentro de un paréntesis de eterna longitud donde los suspiros se transformen en sonrisas y las miradas derramen la dicha contenida por tanto tiempo.
Una noche mágica donde el tiempo se detiene y la madrugada llega dificultosa para llevarse el encanto.
Pidamos nuestros deseos a las 12, no antes ni después y sintamos como las encrucijadas desaparecen, las puertas se abren y la luz entra de nuevo.

viernes, 22 de junio de 2012

VIVIR CON INTENSIDAD

A pesar de lo que puede parecer obvio que el tiempo es para todos, el mismo y sucede en medida idéntica en cada tramo que pasa, no es así.
Hemos podido comprobar muchas veces como el sabor de las situaciones que vivimos le puede alargar o acortar.  Su dimensión es elástica y depende de la intensidad dulce o amarga de la vivencia.
Cada uno vivimos un tiempo distinto dentro de esta categoría global que a todos afecta. Cada cual lo goza, sufre, distribuye o gasta como le sea propio según sus circunstancias. Lo que se nos escapa, en este consumir febril del mismo, es que lo que va pasando no vuelve. Creemos que es ilimitado y que su paso no supone, para nosotros, ningún problema puesto que siempre está ahí esperándonos. Pero en realidad, lo que se va no regresa más y cada segundo es un instante menos que nos queda del que tengamos previsto en nuestra hoja de ruta.
Pasar por el tiempo debería ser un acto sagrado que venerásemos a cada  momento. No con la angustia de su efímero transcurrir, sino con la exquisita veneración del privilegio que supone estar en él.
Malgastarlo, obviar su importancia, dejarlo pasar o esquivar su sentido de avance continuo  puede traernos consecuencias insospechadas y sobre todo, la impotencia desmedida de querer atrapar lo que perdimos sin lograrlo jamás.
Mirar atrás para reconocer su importancia no tiene sentido nada más que para rectificar nuestros pasos, corregirlos y mejorarlos.
No podemos perder el tiempo. Hemos de pasarlo construyendo y construyéndonos. Hemos de entrar en él con la dignidad de quien sabe lo que quiere y lucha por ello y abandonarlo con el honor de haber hecho lo que quisimos y debimos sin deberle nada ni esperar por más.
Digna aspiración que solamente se logra viviendo intensamente cada instante.

jueves, 21 de junio de 2012

SABER ELEGIR

Una de las tareas más complicadas de la vida es tomar decisiones. No es fácil. Elegir un camino y no otro supone riesgos que hemos de asumir, precios que hay que pagar y posibilidades que tendremos que perder. Por el contrario, también requiere valentía ante lo que hemos elegido y sorpresa por el sentido que tendrá en nuestra vida.
Elegir nos adentra en un mundo de inseguridades donde lo mejor puede que lo vayamos a perder y en el cual la incertidumbre sobre el futuro deja paso a todo tipo de miedos que se agolpan en el momento de decidir.
Sin embargo, si estamos atentos a las señales que transmite cada opción seguro que, al menos, tomaremos el camino correcto para nuestro aquí y nuestro ahora.
Nos preocupamos demasiado del futuro cuando éste es siempre mera posibilidad sin cerrar, sin concluir, sin determinar y mucho menos sin configurar.
En nuestra mente aparece nítido y ceñido a nuestras angustias y a pesar de su carácter incierto creemos que va a desenvolverse al son de nuestros miedos con total determinación, por eso estamos tan seguros de las catástrofes que vendrán.
Aprender a tomar decisiones debería ser una enseñanza  incardinada en la escuela de forma prioritaria.
Es muy importante saber lo que uno quiere. Y lo que no quiere.  Tanto que me atrevería a decir que ello constituye la base del equilibrio de una persona. Estar seguros de lo que nos hace felices, de aquello que realmente nos colma y de lo que está en sintonía con lo que somos y sentimos significa saber elegir. No lo mejor, ni lo más excelso, ni lo que pudiese calificarse como excelente…sino lo nuestro, lo que nos hace estar bien con nosotros mismos. Porque esa en definitiva es la máxima aspiración de todos cada día.
¡Feliz día!

miércoles, 20 de junio de 2012

LA NECESIDAD DE ESPERAR

Inconscientemente siempre esperamos. Esperamos que todo nos vaya mejor. Que las cosas cambien. Que el mañana nos traiga gratas sorpresas. Que el pasado quede aletargado para que no haga daño. Que las angustian pasen. Que los miedos terminen. Que la esperanza vuelva o que la soledad se siente con nosotros a compartir nuestro café.
Llegamos a sentir una verdadera necesidad de pasar por la espera. De encontrarnos en un tiempo en el que todo puede darse. De encontrar aún las horas en las que pueda abrirse la puerta para que lo que anhelamos entre de nuevo.
Debemos querer esperar. Por nuestro bien. Porque esperar significa tener posibilidades todavía. Nos acerca a la afirmación y a la llegada. Nos prepara para el encuentro y nos aplaude por el riesgo que estamos dispuestos a asumir.
Cuando esperamos, todavía no hemos tirado la toalla. Aún queremos querer. Por ese tiempo estamos dispuestos a aceptar lo que llegue, siempre que tengamos ganas de dar y recibir desde el corazón. Entramos, poco a poco, en un pasillo de acceso a la confianza. Un corredor luminoso que se nos ofrece nítido para alumbrar nuestras dudas.
Cuando la desesperanza quiera anidar en nuestro reposo probemos a esperar en la calma, en la quietud, en la seguridad de que  lo bueno pueda llegar y en el convencimiento de que esperando la vida pasa a nuestro favor.
 Mientras esperamos, sin duda, lograrán anidar los gorriones en nuestras ganas de seguir y podremos quedar mirándolos dulcemente hasta que lo que haya de llegar, llegue. Seguro que sus trinos serán el primer regalo que recibamos de la espera.

martes, 19 de junio de 2012

PASAR POR AQUI

Si tuviésemos que valorar nuestro paso por aquí, para despedirnos de ello, posiblemente nuestro calificativo sería amable, después de todo.
La vida tiene dos sentidos claramente definidos. Por un lado nos consta que es la mejor escuela de aprendizaje y que en ella nada pasa desapercibido. Las buenas acciones son devueltas, en algún momento, tal vez con otra moneda, posiblemente con otro matiz, quizás en otro tono pero siempre revierten tarde o temprano. Las malas, también.
Por otro lado, se presenta ante nosotros para dejarnos en la libertad de amar como nos sea propio. Amar desde el desconocimiento, desde el miedo, desde la tristeza, desde la soledad, desde la envidia…desde la bondad, desde la entrega, desde el cariño. Podríamos seguir añadiendo estados de amor.
Puede confundir que hable del amor asociado a actitudes y emociones negativas pero realmente hasta desde ese punto se puede amar.
Uno ama como sabe. Ama como ha aprendido en su más tierna infancia, ama como le han amado. Ama con el dolor en el que se ha visto envuelto o ama desde la ignorancia o desde la sabiduría porque en el fondo cuando se ama mal se hace desde el desconocimiento.
Si fuésemos capaces de comprender que la ausencia de amor es ignorancia, carencia, escasez, penuria y tinieblas posiblemente sentiríamos lástima por el ser humano que tenemos al lado en vez de odio.
Nada hay más terrible para la persona que no saber amar. Nada más destructivo que necesitar amor y no saber recibirlo. Nada más demoledor que desear la cercanía y conseguir continuamente el rechazo.
Si hoy tuviésemos que valorar nuestro paso por aquí, porque tuviésemos que despedirnos con urgencia,…seguramente pediríamos una tregua para poner en práctica lo que vamos aprendiendo y mejorar con ello.
No hace falta que nos pongan a prueba para comprobarlo. Basta con que queramos querer. Seguro que el camino se mostrará más despejado cada vez para hacerlo mejor.
¡Feliz día!

lunes, 18 de junio de 2012

CUANDO LAS ALAS DESCANSAN

¿Te has sentido alguna vez cansado?...pero, ¿realmente sin fuerzas para seguir un tramo más?. No te asustes, ni pienses que estás entrando en el camino recto hacia una depresión. Tampoco creas que ha llegado tu hora, ni que el resto de lo que queda no es para ti.
         Seguramente tu cuerpo o tu espíritu han pedido un descanso y se han cerrado tus alas para tomar aliento.
No siempre parar significa perder el ritmo. A veces, es tan necesario y nos damos tan poca cuenta que la decisión la toma nuestro cerebro. Nos deja quietos, inmóviles, como dormidos dentro de nosotros mismos para que aprendamos a hibernar.
Se trata de un mecanismo de defensa. Un auto apoyo que viene a salvarnos de la catástrofe. Quedarnos quietos significa mantenernos al margen del gasto de energía tanto en lo físico como en lo emocional. Resguardarnos de los torbellinos que debemos salvar a diario, supone un ahorro para acometer batallas nuevas. Un tiempo de quietud para afrontar la vida que está por llegar.
La tranquilidad siempre supone una importante dosis de silencio, una ausencia de movimientos bruscos, una parada para la observación del resto.
Si te encuentras en ese punto, si no tienes ganas nada más que de parar tu aleteo…alégrate porque ha llegado el momento de la calma reparadora; la hora de tomar fuerza para impulsarte mejor, el tiempo de recargar energía para ser más fuerte y decidido, más capaz y auto determinativo.
Pararnos nunca significa salirnos de la carrera, sino tomar impulso para avanzar más rápido después.
Date tiempo, toma aliento, repósate…descansa sobre ti y llénate de lo mejor que puede darte la quietud y el reposo.
No te asustes por parar. Mece tus esperanzas al son de una dulce nana y abrázalas despacito hasta que abran de nuevo sus ojos. Lo harán cuando te sientan capaz de vestirte con ellas de nuevo y salir vigoroso a vencer tus miedos.
Déjate descansar un tiempo, más luego sal otra vez a la vida para gozarla por completo.

domingo, 17 de junio de 2012

LA VIDA ES UN ESPEJO


Le preguntaron a Mahatma Gandhi cuales eran los factores que destruyen al ser humano.

Les respondió así:
1.    La Política sin principios
2.     El Placer sin compromiso
3.     La Riqueza sin trabajo
4.     La Sabiduría sin carácter
5.    Los Negocios sin moral
6.     La Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente es enojona, si yo soy enojón; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

                La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante  mí
"El que quiera ser amado, que ame".




DOMINGOS LITERARIOS


Noche de contrabando
A veces siento la vida volver a pasar a mi lado
y en su paseo me lleva de la mano,
me toma rauda y veloz junto a su regazo,
me acuna de nuevo con su sonrisa regalo.
Quisiera ser yo la que le sorprendiera amando
Y  es ella la que tiene ese poder, sin embargo.
Espero quieta su beso amargo
porque al sufrimiento me he acostumbrado
y cuando gozo creo que se va volando
la sensación de ser feliz hoy y para cuándo.
Me ha enseñado a atraparlo todo
hasta la espuma, de las olas vagando,
entre mis dedos se enreda ligera
para caer en mi fondo e ir posando
la ilusión de tenerte cerca
una noche, al menos,
de todas las que estoy penando.
Una noche pido, una sola te reclamo
deja el amor que tienes siempre a tu lado
y dedícame una noche, furtiva, leve
 clandestina y de contrabando.