Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 14 de septiembre de 2017

NOS COMPLICAMOS LA VIDA



Crecer significa complicarse. Lo creo sin duda. La vida de niño es muy sencilla y no porque en ella se nos  resuelvan las necesidades básicas; nosotros, en general, también las tenemos cubiertas ahora, sino porque en la infancia los ojos que miran la existencia son simples y no elucubran nada más allá de lo que ven.




Sin embargo, es cierto que los niños están llenos de fantasía, pero no de paranoias. En todo ven posibilidades y no dificultades. Se divierten con nada y de cualquier cosa pueden hacer otra muy distinta que les llene el solo momento que consideran, que es el presente.

Ir creciendo es ir abrazando temores, miedos e inseguridades. Los niños no temen a no ser que ya hayan sufrido el mal sobre sí mismos. No “imaginan” el dolor e incluso si lo sufren, vuelven a confiar en sus posibilidades y a remotar sus debilidades.

Solamente si alguien, alguna persona de valor o con autoridad para ellos, ridiculiza sus actuaciones, es cuando se les inyecta el virus de la duda y por tanto construyen su personalidad a imagen y semejanza de lo que se les reprime.

Cuando vamos creciendo, ese presente continuo que se vive en la infancia se convierte en futuro temeroso o en pasado denso. Es como si nuestra biografía pesase sobre nuestras espaldas.

Los niños se reinventan continuamente. Se caen y se levantan. Terminan y vuelven a empezar. Destruyen y construyen sobre lo derruido. Esa es la actitud. 

Podíamos fijarnos en ellos, en el comienzo de la vida cuando aún no hemos aprendido a sentirnos mal. Podíamos repasar su forma de comenzar el día, su dinamismo, su alegría y sus tristezas también; siempre cortas y pasajeras.

Crecer debería significar aprender más, saber hacerlo mejor, conseguir seguridad, estimarnos en nuestras virtudes y practicar la felicidad. Pero para eso habría que desaprender todo lo que vamos acumulando y que toxifica nuestra estima en vez de aumentarla.

Hay que volver a ser niños. A emocionarnos con lo sencillo, A pretender lo simple. A conformarnos con el instante y a saber levantarnos como si la herida de la rodilla que acabáramos de hacernos, no doliese más allá del orgullo de ser y parecer fuertes.

Me siento niña muchas veces y me encanta ser así. Lo único que me gustaría es practicar la niñez más tiempo al día. 

Sin duda sería mucho más feliz.



martes, 12 de septiembre de 2017

EN LOS BRAZOS DE MORFEO



Mi querido Ángel que duermes en los brazos de Morfeo desde aquel 12 de septiembre hace un año ya:





Quisiera decirte que han pasado muchas cosas desde que no estás. Lo más sobresaliente que tengo que contarte es  que cada día te recuerdo más, que estás presente sin estar, que me acompañan tus grandes ojos cuando los míos no saben mirar.

Muchas veces quiero imaginarte sonriendo entre nubes de algodón, rebosante de alegría y repleto de paz. Otras, me gusta jugar a pensarte viéndonos desde arriba, frunciendo el ceño y riñéndonos por lo que no te gusta.

La mayoría de las veces quiero tenerte cerca, ayudándome a continuar. 

El mundo no sigue igual que cuando te fuiste. La gente cada vez estamos más crispadas, nos entendemos menos y nos ayudamos peor. 

Hace mucha falta gente como tú. Capaz de llenar de sonrisas las penas. Diligente con las injusticias y en la primera fila de los dispuestos a colaborar.

Te echo de menos como no te echaba cuando sabía que estabas. He llorado mucho. He cerrado los ojos y te he vuelto a ver…! tantas veces!. Te he querido más y mejor. Y también me he arrepentido de lo que no dije, de las horas que dejamos perder sin estar juntos, de la inmensa gratitud que siempre sentí por tu cariño por mí.

Hoy es un día destacado por tu marcha, pero no especial en mi recuerdo porque no necesito días memorables para conmemorarte; porque todos los días estás presente conmigo.

Dormirás en los brazos de Morfeo dulcemente, estoy segura; y serás la absoluta felicidad hecha luz. Tal vez, este rayito que ahora entra por mi ventana. El que acaricio lentamente como si pudiera hacerte sentir hoy todo lo que te quiero y lo que te quise aunque te lo dijese menos de lo que hubiese debido.

¡Mi Ángel de la guarda!. 

¡Sigue velando por los que aquí seguimos contigo.!

domingo, 10 de septiembre de 2017

A SOLAS, A RATOS, A TROZOS, A TIENTOS…



Como la alondra pasajera alzo el vuelo

 hasta tus bazos perdidos entre el lodo negro

llenando de lunas sin brillo mis alas de fuego,

camino, que no vuelo, a solas, a ratos, a trozos, a tientos.



Por beberme de golpe las sonatas del viento

Me ha llevado lejos el vaivén de tus ojos de gato ciego,

Por sacarme de las entrañas este cántico de muertos

Me he quedado sin voz ni habla cerca del cieno.

A SOLAS, pienso que no soy yo la que te quiero

Que es otra mujer hecha de jirones rotos y harapientos,

A RATOS, creo que voy a volverme loca del contento

Por saberme hada en lo más profundo de tus adentros.

A TROZOS, siento que la vida se me va desde lo más alto de tus lamentos

A TIENTOS, sueño que llegará el día en el que tu y yo

Seamos leyenda en uno de esos cuentos;

Los que duermen a los niños en la noche de nuestro mismo sueño.

A solas, a ratos, a trozos, a tientos…

te pienso cerca y a la vez… ¡tan lejos!.