Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 29 de enero de 2016

TODOS MAESTROS, TODOS ALUMNOS



Que nadie se crea que lo sabe todo, que tiene mucha experiencia y que no necesita maestros.

Todos vamos aprendiendo poco a poco, trago a trago, golpe a golpe. Y a la vez que aprendemos, vamos enseñando.

Hasta la persona más ruin y despreciable, enseña. Al menos, enseña a no ser como ella, a no repetir las acciones reprobables y a no seguir el ejemplo.

Cada suceso que nos ocurre no está diseñado solamente para nosotros. Les afecta a los que nos rodean y tal vez, más que para nosotros mismos sean para ellos y su aprendizaje.

Todos estamos conectados. Esto se liga en cadena y queramos o no, todos enseñamos a todos, todos aprendemos de todos.

Es una obligación enseñar lo que aprendemos, abrir caminos a otros, dar luz a sus pasos y estar a su lado para lo que necesiten. Otros lo hicieron con nosotros antes, seguro. Seamos conscientes de ello o no.

Veamos este breve cuento que alude a esta reflexión.
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La elegancia del mono

En el curso de sus peregrinaciones entre los cinco picos cubiertos por brumas centelleantes, Zhuangzi se cruzó con el rey de Wei y su séquito, que habían ido a hacer una comida campestre a orillas del río de la Tranquilidad celestial. El sabio llevaba puesto un vestido de tela toscamente remendada, sus sandalias agujereadas estaban atadas con trozos de cordel.

- ¡En qué miseria has caído, Maestro!- exclamó el monarca.
- La indigencia no es desamparo –contestó Zhuangzi-. La única desgracia de un sabio es no poder transmitir su comprensión del Tao. ¡Esta época no es apropiada para los filósofos, eso es todo!

- ¿Qué quieres decir? –preguntó el rey.

- Cuando el mono está en los árboles, vuela de rama en rama, tan airoso como un pájaro. ¡Pero cuando se desplaza entre monte bajo y hierbas altas, su paso es ridículo! Así como el sabio que no tiene adeptos entre los príncipes de su tiempo pasea andrajoso.

 ¡Pero qué importa! Si tiene discípulos que ponen en práctica sus palabras, su corazón está plenamente satisfecho. 

¡En esto consiste su verdadera riqueza, pues el conocimiento que transmites te pertenece para la eternidad!

jueves, 28 de enero de 2016

SOBRE LA PUBLICIDAD DEL BLOG




 AVISO  IMPORTANTE

           Seguimos “sufriendo” la publicidad que introducen en el blog. He observado que sobre todo sucede cuando se entra en el blog desde dispositivos móviles (móvil, tablet…).

Hoy me han llamado por teléfono en nombre de Amazón para ofrecerme sorteos de lotería. Me parece una absoluta forma de sobrepasar la protección de datos y de desvirtuar el blog.


Lamento que todo esto suceda y quiero dejar constancia que nada tiene que ver conmigo ni con mi voluntad de incluir absolutamente ninguna publicidad; nada que no sean las reflexiones de cada día.


Pediría desde aquí, a quién competa, que eliminase ese tipo de publicidad que más tarde repercute tan directamente en cada lector.


Entiendo que este espacio es gratuito para todos los que lo usamos y que haya publicidad para sostener las webs, pero no me parece honesto que sea de esta forma.


No sé qué sucederá con estas publicidades pero me hace sentir una inmensa pena que se proceda de esta manera y se permitan estos procedimientos.


Si la publicidad sigue los cauces normales solamente impide una vez entrar en el blog porque la siguiente vez que se intenta, ya se puede.


Espero que seáis comprensivos con algo que es tan absolutamente ajeno a mi y continuéis leyéndolo y participando.



Un abrazo para todos.

martes, 26 de enero de 2016

OÍMOS, NO ESCUCHAMOS



Todos oímos, mejor o peor, pero escuchamos bastante poco y mal. Lo más frecuente es que oigamos para responder, no para comprender. 

La mayoría de las veces, lo que nos dicen los demás es solamente un pretexto para explicar lo nuestro. Hablamos y decimos más de lo que los otros quisieran escuchar. Hasta el punto de haber gente que se implica en un monólogo incesante lleno solamente de sí mismo.

Siempre se ha dicho que tenemos dos oídos para oír y una sola boca para hablar, lo que debería suponer escuchar más y hablar menos. Los beneficios serían inmediatos. Tendríamos tiempo para procesar lo que oímos y lo mejor, para filtrar el mensaje que nos ofrecen o el que emitamos nosotros.

No adelantarse, muchas veces, significa ganar la partida.
En realidad, es difícil dominar el ego. Pareciese que lo que nos cuentan es motivo suficiente para lanzarnos al vacío e invadirlo todo. No sabemos callar. Hacer silencio alrededor. Saborear la escucha. Pensar y no decir. Recogernos y no salir más allá de los labios.

Deberían enseñarnos a resistir la tentación de responder con rapidez. Deberían educarnos el oído, la escucha, la audición. Y entonces…oiríamos los sonidos invisibles, las ondas que chocan en el aire, los chasquidos de cada pausa después de cada vocablo, el silencio sonoro que se siente después de cada ausencia de palabras.

Seguro que nos hemos propuesto muchas veces escuchar más. No tratar de salvar al que  cuenta antes de saber lo que le sucede. No ser los sabelotodo de turno. Los que rebatimos y cuestionamos. Los que tenemos la verdad inamovible. Aquellos que digan…”Te lo digo yo que tengo mucha experiencia…”

Nadie puede dar lecciones de vida porque la vida es para cada uno única y nadie tiene nuestras respuestas.

Lo que si podemos es escuchar antes de superponer nuestras opiniones y comentarios, antes de creer que para el otro tenemos todas las soluciones en el saco de nuestra historia.

Escuchemos más, filtremos mejor y digamos solamente aquello que cumpla esas tres premisas de Sócrates: …”Lo que voy a decir es verdad, bueno para la otra persona y útil”…de lo contrario, no lo digo.

lunes, 25 de enero de 2016

¿QUÉ HACES CON LAS OFENSAS?



Un buen comienzo de la semana implica una sana reflexión sobre lo que lanzamos a los demás. Acerca, también, de lo que hacemos con las ofensas y sobre todo, en torno a cómo respondemos a todo ello.

Os dejo este breve cuento. Nos ayudará a entender la postura mejor para nosotros mismos.

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Un día, Luis entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto. Su padre lo llamó y el niño lo siguió, diciendo en forma irritada:

- Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!

Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:

- Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela..

El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:
- ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.

El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como la tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.

Cuando el padre regresó, le preguntó:

- Hijo, ¿qué tal te sientes?
- Cansado, pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.
El padre tomó al niño de la mano y le dijo:

- Ven conmigo quiero mostrarte algo.

Lo colocó frente a un espejo que le permitió ver todo su cuerpo... ¡Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo:
- Hijo, cómo pudiste observar la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre quedan en nosotros mismos.




Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.
Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.
Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.
Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.
Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.