Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 5 de septiembre de 2018

¿A QUÉ LLAMAS FELICIDAD?


Todos queremos ser felices. Lo buscamos a cada paso. Iniciamos caminos nuevos, emprendemos otras tareas, cambiamos de vida, de amigos o de rutinas siempre con el mismo fin: ser más felices. Parece que es algo que nos falta siempre. Nunca sobra la felicidad.

         Posiblemente la busquemos tanto porque la definimos mal. Ni en tiempos, ni en espacios, ni en gentes, ni en cosas que podamos poseer, está. El solo pensamiento de poseerla la desvirtúa y se escapa entre los dedos sin poderla retener.

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         La felicidad es un estado interior que a veces identificamos con la alegría, pero que no coincide con ella. Puede contenerla, de hecho cuando estamos alegres somos felices, pero no al revés. Podemos ser felices sin experimentar los signos comunes del contento.

He llegado a la conclusión de que ponemos unas expectativas muy dilatadas en lo que llamamos felicidad. Anchas, largas, intensas, arrebatadoras capaces de inmolarnos en una especie de espiral de gozo que pretendemos mantener siempre, pero que siempre, también, se nos presenta como una quimera nunca satisfecha.

El estado interior de la felicidad se relaciona más con la paz propia. La sencillez, el estar libre de ataduras de lo deseable imponderable, la serenidad de pasar por la vida y las situaciones sin hacer demasiado ruido casquivano.

A veces, la felicidad está en dar; en darnos. De ahí que las personas que se dedican a los demás, en cualquiera de sus formas, sientan que son felices. Es como si al repartir lo que uno tiene, lo que puede hacer o la ayuda que pueda aportar se duplicase la sensación de sentirnos bien con nosotros mismos. Estar en paz. Estar en el centro de nuestro ser.

Lo cierto es que cuanto más rellenemos el concepto de “felicidad” más difícil será llegar a él.

Tenemos demasiadas expectativas en todo, en los demás, en las situaciones, en lo que está programado, en lo que vamos a conseguir, en lo que deben de darnos.

Esperamos, siempre esperamos que todo nos vaya mejor. En el futuro, más tarde, después.

La sensación de elegir lo que nos haga sentir bien es lo que se acerca a la felicidad.

Habrá que hacer una revisión de todo nuestro pequeño universo de deseos para seleccionar aquellos posibles, los que sobre todo dependan de nosotros y serenarnos en los logros.



Todo será más fácil.


Todo es más sencillo.
LA FELICIDAD NO ES. YA ESTÁ.