El Año Nuevo es una puerta que se abre para cerrar otras. Todos tenemos fantasmas en nuestro armario del alma, dolores viejos, perdones sin concluir, retos sin cumplir, amistades olvidadas, amores que se pierden… y la llegada de este nuevo tiempo, tan marcado por el ámbito festivo, nos impele a tratar de poner orden en nuestro día a día.
La realidad se va desvirtuando con el tiempo, pero al principio nos proponemos metas a cumplir, que parece que emergen con fuerza para recomponer aquello que no está bien definido en nuestra vida.
A lo largo del año tendremos subidas y bajadas, sin duda. Volveremos a comer de más y a hacer ejercicio de menos. Recorreremos, posiblemente, los mismos laberintos mentales que tratamos de evitar ahora con el coraje de quien tiene ilusión por comenzar de nuevo.
Cerrar ciclos, capítulo y, hasta fragmentos de la existencia, es necesario. Las cosas suceden, a veces con nuestra intención, otras con decisiones ajenas que te afectan y muchas, presos de un azar ineludible que nos determina.
De cualquier forma, las decisiones que nos tomes, por miedo o indecisiones, las tomará la vida por ti. Todo se resuelve finalmente. No sabemos si en ello seremos vencedores o derrotados, pero en cualquier caso aprenderemos. Aprenderemos a seguir, sin aquello que te gusta, sin aquello que tanto gozasåte, sin lo que parecía que era el motor de tu vida…pero seguiremos, sin duda, y nada pasará.