Cuando uno ama, o cree hacerlo, ve todo resplandeciente a alrededor; ve a su amado/a, ve sus actitudes, ve sus formas y movimientos, ve su lenguaje y forma de expresarse, ve un halo de resplandor que ciega y encamina, en espiral, hacia una realidad de apariencia maravillosa en la que somos otras personas; sin duda mejores, sin ningún tipo de controversia, accediendo de cabeza a lo más auténtico de uno mismo.
Lo peor es cuando el amor destiñe. O lo que hemos llamado amor.
Confundimos a veces, amor con deseo o pasión; amor con necesidades cubiertas, amor con comodidad a ultranza. Entonces, cuando empieza a palidecer y los colores ya nos son los del arco iris, lo que nos parecía magnífico, en un determinado momento, se vuelve gris o aún absolutamente negro. O peor aún, sin color, aroma o sabor.
Este es el fundamento del relato que traemos hoy.
“…El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su vida para cuidar a su madre!! Es maravillosa!
Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último melocotón que quedaba en la canasta.
-¡Parecen ricos!-dijo el rey.
-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último melocotón.
-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su propio placer, para darme el último melocotón de la canasta. ¿No es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey.
Sentado con su amigo más confidente, le decía:
-Nunca se portó como una reina… ¿acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.
Lamentablemente, la mirada del amor ligado a la pasión reactiva puede ser muy diferente de un momento a otro. Eso, precisamente, es la razón por la cual sabremos que nos confundimos al nombrar al sentimiento de base.
El verdadero amor no cambia.
Nunca.