Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 19 de febrero de 2018

TU CUERPO ES UN ESPEJO



¿Habías pensado alguna vez en ello?. 

Tu cuerpo es un espejo delicadísimo que refleja cada tramo de tu vida. Es un auténtico mapa en el que se van señalando cada emoción que tengas, cada frustración, cada alegría, cada esperanza, cada anhelo, cada experiencia.



Nuestro cuerpo refleja todo, hasta cada uno de nuestros pensamientos porque ahí se cocina el menú de todos los desajustes físicos que padecemos. 

Es como si estuviésemos dentro de una burbuja de finísimas y porosas paredes. El exterior no existe sin nosotros. Somos, individualmente, los que configuramos el sentido de nuestras experiencias. La realidad no es la misma para todos porque cada uno aplicamos nuestros filtros.

Creencias, trabas, prejuicios, opiniones, imposiciones…ancladas en lo que somos en el punto que estamos, determinan lo que experimentamos y cómo lo interpretamos. 

Surgen pues los pensamientos que le dan forma y ahí es dónde decidimos, aun sin saber que lo hacemos, cómo nos va a afectar. Ponemos nuestra atención y toda nuestra energía en creer que la realidad es de una forma y lo es. Exactamente como pensamos porque la habremos creado nosotros a nuestra medida.

Si estamos tomando decisiones que nos causen continuamente estrés y displacer, esto se convertirá muy pronto en un síntoma que tomará asiento en nuestro organismo como un padecimiento o enfermedad.

El proceso es sencillo y muy rápido. En gran medida es una buena noticia porque si somos nosotros los que vamos diseñando nuestras dolencias, también podremos invertir en recorrido y curarnos con pensamientos revertidos.

Somos energía. Una poderosa energía que es capaz de irradiar fuera de sí multitud de chispas de esencia pura que afectan a otros, que interfieren con ellos y que entre todos, transitamos por un mar de influencias invisibles que configuran el estado de la realidad y la vida.

Es interesante saberlo para poder intervenir en nuestra propia sanación. También lo es porque de alguna forma, todos influimos en todos y vamos rodando a la vez en el tiempo que nos toca estar juntos.

Tu cuerpo es el espejo de tu vida. Analiza lo que en ella te duele, aquello con lo que no estás a gusto, lo que te hace sentir mal, de lo que eres responsable y de cómo quieres cambiarlo.

Trasforma tus pensamientos. Cambia el malestar por una reconexión contigo. 

Respira, retén el aire y exhala. Párate. Hazlo de nuevo.

Todo será distinto. En el espejo habrá otra imagen y aquello que te dolía o era una enfermedad, cambiará también.