Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 7 de abril de 2012

TODO ES MÁS SENCILLO

Nos hemos alejado tanto de la naturaleza que nos conforma que nada parece estar bajo sus ritmos ya. Nos hemos inventado un mundo en el que hemos diseñado desde el tiempo hasta el espacio que nos acoge; coordenadas imaginarias que han impuesto sus propias tiranías a la nueva forma de estar en la tierra. Todo lo que nos liga a ella nos parece tan ajeno que hemos optado  por abandonar la sencillez de los procesos por los que nuestro ser pasa para idear todo un mundo de complicados laberintos en los que nos perdemos sin remedio.
Cuando me asolan los problemas los sobredimensiono. Crecen en mi mente como fantasmas de trapo ascendiendo sobre mi espalda. Me atrapan con sus garras transparentes y me devoran sin dilación. En esos momentos, cuando las sombras se hacen presentes y la oscuridad comienza a invadir todo lo que miro…llega inmaculada hasta mí una idea purísima que mi mira de frente para hacerme entender que todo es más sencillo. Que lo que hoy invade mi mente y llena de angustia y desesperación, mañana no tendrá sentido, que lo que me ahoga y  aniquila, dentro de nada será humo en mi memoria. Y sobre todo…que la vida sigue, siempre implacable. Que todo encaja en un plan del que formo parte como diminuto polvo de estrella y que con mi preocupación o sin ella, el giro de los aconteceres será el mismo.
Ya no me pregunto por qué. He logrado variar la forma de cuestionarme lo que me sucede. Intento dejarme llevar por el para qué…en definitiva, por ese sentido que tiene cada emoción cercana al sufrimiento para mi propio desenvolvimiento humano.
Sé que tengo miedos, que los apegos aún me aferran a lo que va a volar sin remedio, que me equivoco, que caigo en la misma piedra sin reconocerla, que soy demasiado sensible, que todo me da pena, que siempre pongo a la persona delante de cualquier interés por digno que sea, que soy confiada, que creo hasta el infinito en la bondad a priori de todo el mundo…sé que me comporto por ello con la inocencia de una niña y que eso tiene un coste.
Sé su precio porque ya lo ha pagado muchas veces. Sé que me sigue sin importar que los demás piensen que no aprendo, sé que lo hago pero que mi aprendizaje no es convencional porque no tiene como respuesta una reacción agresiva contra el mundo. Sé también que me iré de él pensando que lo más bello que he conocido es el AMOR y que solamente la felicidad de los demás me da la medida de la mía.
Todo ello me ayuda. Tiende un puente hacia mi corazón para entender que los hijos deben irse, que lo que más he amado ya se ha ido, que lo que no me gusta de los que amo tiene en ellos una razón para  existir, que lo que les hace felices debe ser motivo suficiente para calmar mis preocupaciones y sobre todo, que debo seguir viviendo con la sencillez que la naturaleza impone a los suyos.
Nuestra mente nos enreda en la lógica de un pensamiento continuo que no nos da respiro. Tal vez, el secreto esté en vaciarla y quedarnos solamente con lo que sentimos…en silencio, sin contexto que lo defina, lo perfile y lo personalice.
Callados y quietos fluyendo con el devenir tranquilo de la sencillez con la que viven el resto de las especies. Somos una más. Lo hemos olvidado. Ahí está nuestro error.

viernes, 6 de abril de 2012

LA VERDADERA CÁRCEL

La verdadera cárcel la llevamos con nosotros mismos. No hay barrotes que puedan con nuestra mente y mucho menos con nuestra alma. Todos los cerrojos les tenemos con nosotros y les echamos, a veces, indebidamente creyendo que otros son los que nos han encerrado.
Tenemos la libertad ilimitada de elegir cada decisión que tomamos. Pero efectivamente, todo tiene un precio. Cada acto genera unas consecuencias que no sólo nos afectan a nosotros, sino que se expanden, en ocasiones, más allá de dónde debieran. Sin embargo, las trabas mentales, los prejuicios, los moldes educativos han ido circunscribiendo en torno a nuestra capacidad de creer en nosotros mismos, una tela de araña que nos envuelve enredándonos.
Salir adelante con éxito depende de pequeñas elecciones, en el día a día. De actitudes de acometida y riesgo que debemos enfrentar desde la seguridad en lo que valemos. Porque todos somos muy valiosos…pero demasiadas veces se han empeñado en asegurarnos que nuestro potencial hemos de demostrarlo en los parámetros que los demás determinan.
Hemos de buscar la referencia dentro, en el interior de la fuente de la energía, en el corazón purísimo que se encarga de suministrar las dosis de victorias que nos hacen falta.
Debemos creernos merecedores de ello. Capaces de retarnos a nosotros mimos y ponernos a prueba.  Dignos de demostrarnos que estando en armonía con lo que nos dicta el corazón habremos ganado la batalla más importante.
No hay cárcel que pueda quitarnos nada. Todo está en nuestro poder y como dueños soberanos de lo que nos constituye debemos hacer honor a lo que se nos ha dado en el mismo acto de ser humanos.
La celda tiene la dimensión que nosotros queramos y su puerta, una cerradura cuya llave sólo manejamos nosotros.
No te sientas ni aceptes estar atado a nada, ni sometido por nadie que no quieras. Eres libre de decidir siempre tu mundo. Otro distinto al que tienes; tal vez con peor nivel de consumo pero con mucha mayor calidad de vida.
Ser libre es una condición que siempre está dentro de ti. Ser esclavo, también. Puedes elegir.

PERSEVERANCIA

Una de las llaves del éxito, en cualquier objetivo que nos propongamos, es la perseverancia. Se trata de ser constantes, de no cansarnos a la mitad del camino, de resistir los deseos de tirar la toalla y seguir en el intento.
A la perseverancia le ayuda el hábito. La rutina diaria que establece ritmos y pautas de comportamiento que se convierten en inercia propia.
La superación de adicciones, relaciones tóxicas y conductas no deseadas puede fundamentarse en esa forma de actuar que descansa en actividades reiteradas que se convierten en costumbre. Aquello que ahora nos perjudica está instalado en nuestro comportamiento igualmente como un hábito al que un día nos acostumbramos.
No hay otro remedio que perseverar. Y perdurar en el intento no significa simplemente aguantar más. Se trata de resistir en la certeza de que un “día también pasará” lo que nos asola, lo que desde nuestro torbellino de sensaciones nos tiene presos en la celda más tórrida.
La perseverancia implica algo más fuerte que mantenernos simplemente aferrados a algo, lo que podría indicar solamente una manifestación de lo que tememos volver a caer en aquello de lo que tratamos de apartarnos.
Va más allá. Es nuestro sagrado esfuerzo por manifestar el ser supremo que llevamos dentro. La parte divina que todo lo puede, que todo lo conoce y que a todo llega. Es la verdadera conexión con lo que nos constituye y el reconocimiento de que efectivamente está presente cuando lo necesitamos.
Basta conectar con el deseo de lograrlo. Dejar la mente libre de pensamientos, desalojar las ideas y despejar el camino del vínculo que nos lleva hasta la verdadera morada del alma.
Allí, en el silencio que todo lo dice, comenzaremos a sentir que nos hemos librado de lo que tanto nos somete porque no hay grilletes para la esencia de nuestro ser más auténtico. Todo es posibilidad ilimitada y libertad sin condiciones.
Construyamos la ruta del éxito sobre nosotros mismos. Creémonos un altar en el corazón y entonemos el canto más dulce. El resto estará ya conseguido.

jueves, 5 de abril de 2012

DOS VIEJOS LOBOS...

Hoy me encontré con este conocido y breve cuentecito que hace referencia a las múltiples personalidades que pueden coexistir en nosotros. Es un interesante tema por la necesidad de aprender a dominarlas y a retroalimentar a la que nos lleve a una vida más armónica y feliz con nuestro interior.
Veamos:
“…Un viejo Cherokee les hablaba a sus nietos sobre la vida.
“Hay una batalla en mi interior… es una pelea terrible entre dos lobos.
Un lobo representa el miedo, la ira, la envidia, la pena, el arrepentimiento, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad y el ego.
El otro lobo es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, el compartir, la serenidad, la humildad, la amabilidad, la benevolencia, la amistad, la generosidad, la verdad y la fe.” dijo el anciano.
“Esa misma lucha está teniendo lugar en vuestro interior y en el de cualquier persona que viva.” añadió el anciano. Los niños se quedaron pensando un momento.
“¿Y cuál de los dos lobos ganará?” preguntó uno de los niños.
“Ganará el lobo que más alimentes” contestó el abuelo.

…Ganará el LOBO QUE ALIMENTES…me he quedado pensando en ello. A veces ni siquiera nos molestamos en alimentar a una de las partes o a ninguna de las dos y crecen salvajes como si se tratase de plantas agrestes que van trepando indiscriminadamente por las tapias de nuestra alma. Es como si coexistiera el consabido ángel bueno con el que tiene cola de demonio.
         Ese mundo de contrastes sin el cual tampoco podríamos confrontar lo más válido. No puede haber bondad sin maldad con la que referenciarla, no puede existir la luz sin las sombras, como no puede haber el blanco sin el negro.
         Posiblemente, alimentar a uno de los lobos suponga relegar al otro a la soledad, sin embargo puede darse lo contrario. Muchas veces uno se empeña en elegir el camino correcto siempre que puede y sin embargo, a su paso salen mil y unos indicadores que le confunden. O tal vez, nos dejamos confundir.
         Es como las prohibiciones que se hacen a los adolescentes. Cuanto mayor es la insistencia en lo que no se debe hacer más fácil la atracción que les produce caer en ello.
         ¿Debemos alimentar a uno de los lobos?¿Debemos mantenerlos en equilibrio? ¿Es conveniente quedarnos solamente con lo que brilla?.
Espero vuestros comentarios que en esta ocasión me darán, seguramente, la referencia que preciso.

miércoles, 4 de abril de 2012

EL TRATAMIENTO DEL CONFLICTO

Uno de los lectores de la reflexión sobre “Caer en la misma piedra”  respondió con un comentario que merece la pena observar.
El resumen de su aportación recogía la necesidad de no hacernos un conflicto ni de los propios conflictos. Me ha gustado este ángulo de visión con aquello que nos daña, que nos preocupa o que nos molesta y en lo que somos recurrentes una y otra vez.
Nuestro lector, propone no conflictuarse uno a sí mismo por estar enredado en lo que  sería un conflicto para cualquiera. Posiblemente, uno cae varias veces en el mismo problema o en aquello que sabes que te causará un perjuicio a la larga…pero tal vez superes mejor esa adversidad si caes en ella. Si aprendes a manejarla y si en vez de resistirte, la enfrentas.
Probablemente, lo que nos causa el desasosiego es vernos perdidos en medio de lo que tememos, sin armas o herramientas que nos ayuden. Entonces sí que podemos caer en un ataque de pánico de consecuencias imprevisibles.
Manejar adecuadamente el conflicto consiste en asumirlo como parte de nuestro camino, definir nuestra posición en él, las debilidades que nos asaltan y las posibilidades de superarlas con los apoyos precisos.
La fase de tranquilidad necesaria para verlo desprovisto de la magnificencia que le otorgamos, a veces indebidamente, pasa por relativizar su ponderación. Nada es tan importante como nos parece, nada tan grande, nada tan definitivo.
Muchas veces la salida está tan cerca de nosotros que no somos capaces de encontrar la distancia exacta para verla. Por eso, es necesario darse tiempo y recurrir a la calma. Hacerse amigo del conflicto, dejar de verlo como un enemigo enfrentando sus armas dispuesto a liquidarnos, dialogar con él y dejarle muy claro que no tenemos intención de que nos devore.
Hay soluciones para todo, aunque éstas deban incluir entrar en su círculo para caer de nuevo. Eso sí, sabiendo siempre donde está la puerta de salida y que somos libres de cambiar de rumbo en el momento en que lo decidamos.
Enfrentarlo así le dejará desprovisto de su capacidad de descolocar nuestra vida y podremos seguir con ella aunque le sigamos llevando de la mano.

martes, 3 de abril de 2012

NECESIDAD DE SER QUERIDOS

Todos tenemos una inmensa necesidad de ser queridos. Desde que nacemos necesitamos ser acariciados y sentir otra piel sobre la nuestra con la calidez y la ternura que solo el amor sabe dar. Está científicamente expresado que si a un niño no se le abraza, se le besa o se le demuestra amor, muere.
El afecto por los niños es algo que nos provoca, de forma natural, su indefensión y la incandescencia de lo pequeño y frágil de su estructura.
No hay rivalidad con un bebé, a no ser la provocada por celos insanos y desquiciados. Todo lo contrario. Cuando estamos cerca de ellos nos producen unas absolutas ansias de protección. Un inconmensurable sentimiento de  amparo  al que lleva su candidez de inmediato. 
Cuando nos mira sus ojos parecen atrapar toda nuestra existencia en un instante y ni que decir tiene si toma, con sus manitas, uno de nuestros dedos…entonces estaríamos dispuestos a ceder absolutamente todo lo que nos pidiese porque nos regalase una sonrisa.
La necesidad de ser amados se satisface espontáneamente en estas tempranas edades. Pero más tarde, esa cesión tan voluntaria y generosa, va retrayéndose hasta que queda relegada casi al silencio. Recordemos a las familias de antaño aseverando que a los hijos es mejor no decirles que se les quiere repetidamente o descenderá de inmediato la autoridad que debe serles propia a los padres, ante sus ojos.
Esta afirmación, hoy parece obsoleta y debería estar absolutamente superada. Pero a veces, la realidad es otra. Cuando los padres proceden de familias que han ahogado las expresiones de cariño…tampoco lo saben dar. Esto no significa que no lo sientan. Solamente que les es muy difícil verbalizarlo y demostrarlo con gestos y cercanías amorosos.
¿En qué punto de la trayectoria del crecimiento aminora la necesidad de expresar el afecto que de bebés provocaban los nuevos seres?¿Cuándo dejamos de necesitar que nos quieran?¿Aquellos que no saben o no pueden manifestar el amor no necesitan recibirlo?¿Lo aceptan y reconocen fácilmente?.
Sería interesante opinar sobre estas cuestiones que a todos nos afectan tanto porque, en definitiva, son el engranaje de la estructura emocional que nos definirá como seres adultos, capaces o incapaces de expresar amor o solicitarlo.

lunes, 2 de abril de 2012

LA MISMA PIEDRA

Es un suceso frecuente que uno caiga varias veces en la misma piedra. No podemos explicarnos cómo no podemos verla cuando ya hemos caído la primera vez…pero sin embargo, pasa desapercibida ante nuestra percepción profunda. No vemos que está ahí, algo impide que fijemos nuestra visión en ella y como si de un reclamo se tratase…nos atrae de nuevo para tropezar.
En el fondo de nuestro ser, nos revelamos por pasar una y otra vez por situaciones que, a pesar de considerarlas perjudiciales para nosotros y nuestro equilibrio, tienen un poder de seducción único.
La explicación que podemos aducir para estos continuos tropiezos es, sin duda, el estar frente a un aprendizaje no terminado. Caemos una y otra vez. Abrazamos empeños que ya sabemos cómo han terminado pero no podemos dejar de acometerlos, de nuevo, para intentar terminarlos de otra forma. Lo peor llega cuando nos descubrimos, de pronto,  envueltos en las mismas palabras, en los mismos comportamientos y en las mismas conclusiones finales.
Estoy segura que se repetirán en nuestra vida una y otra vez hasta que seamos capaces de resolver lo que debamos de aprender con toda la fuerza y limpieza de nuestro corazón. Cuando seamos capaces de perdonar, de ser compasivos con otros, de no juzgar, de relacionarnos con honestidad y sobre todo, de sustituir el rencor y la rabia por la libertad de dejar ir el veneno que pretendemos lanzar sobre los demás.
Alguna vez tiene que terminar la rueda en la que nos vemos inmersos en un determinado aprendizaje. Porque no sucede con todos. Cada uno debe analizar en qué piedra de su camino cae con más frecuencia y podrá discernir qué aprendizaje tiene en su persona, aún, una carencia. Cuál no está resuelto y qué pautas de conducta debe superar para mejorar el resultado que al final le produce tanto daño.
Yo conozco mi piedra. No es fácil evitarla. He caído demasiadas veces en ella pero cada vez que me levanto, me doy cuenta de una nueva meta a conseguir para mejorar mi camino en relación a lo que ella me indica.
Estas piedras, en definitiva, no son más que mojones indicativos de las aristas que debemos limar en nuestro corazón.
He comenzado, otra vez, a revisar el camino, a mirar mis zapatos y sobre todo a no perder de vista a mis pies para dejar la piedra a un lado, sin molestarla, sin dañarme.

domingo, 1 de abril de 2012

NADA MUERE, TODO SE TRANS-FORMA

(Reflexión basada en el contenido de la meditación del YO LÍQUIDO de Alicia Hamm- Chamana indígena argentina)
La ciencia ha emitido este mensaje hace ya mucho tiempo. Nada está sometido por la muerte como término definitivo, todo se transforma, es decir pierde su forma para convertirse en otra diferente cuya sustancia vital queda impresa con otra dimensión.
La resistencia mayor que encontramos en nosotros mismos es esa precisamente. No queremos perder la forma. Queremos mantener el físico de nuestra juventud, nuestro cabello, la forma de movernos, aquellos ojos llenos de fuerza que nos veíamos antes y sobre todo la misma forma de ilusionarnos y mirar con esperanza. Pero la  forma cambia. Siempre y continuamente.
Nos alejamos, minuto a minuto, de quienes hemos sido ayer, hace un mes o el año pasado. Nos transformamos sin querer y sin sentirlo y dejamos la envoltura que nos decora para ir adoptando otra que nos espera.
Tenemos una forma de percepción de nuestro yo y del mundo, propia del tiempo en el que nos encontramos. Diferente a la del pasado y seguramente muy distinta a la del futuro.  Cuando intentamos retener la forma, a la que nos apegamos, se rompe el equilibrio y la consciencia evolutiva de nuestra esencia sufre una abrupta brecha. Es algo semejante al giro de un émbolo que se mantiene constante en el movimiento y de repente quisiésemos para en seco sus revoluciones y pretendiésemos invertir su dirección.
Debemos dejar fluir los cambios de forma. Dejar en libertad la transformación silenciosa y diaria que sufre la Madre Tierra y nuestra alma en su momento. Ésta se va a producir de cualquier manera por lo que interrumpir su  espontáneo dinamismo solo nos llevará a retrasar los tiempos y a dilatar nuestro avance.
Si no ofrecemos resistencia y simplemente contemplamos lo que nos está ocurriendo, si nos ubicamos en nuestro eje central y sólo observamos y fluimos, tratando de comprender qué estamos pasando, por qué, qué significa para nosotros, qué partes se ven afectadas, qué podemos aprender, ayudar, solucionar, crecer, evolucionar…. Si alguna parte sufre y tratamos de comprender por qué esa parte se aferra a ese punto y rechaza la transformación….
Tenemos que comprender lo que significa querer “quedarse” en una forma que no quiere cambiar. O no querer aceptar la forma en la que estamos deviniendo, deseando que fuera otra, nuestra realidad.
En ambos casos estamos ofreciendo resistencia al fluir armónico con el presente continuo, y eso nos desgasta y descoloca, apartándonos de nuestro centro.
El camino sin resistencia nos aconseja ser como el agua, entender nuestra conciencia, nuestra identidad der ser luz líquida que fluye con la Madre Tierra y el Gran Espíritu, Inteligencia Universal, en un movimiento que comprende a todo el Cosmos.
Así, como un líquido, pasaremos de una forma a otra sin dolor, en la constante transformación de la evolución del alma.
Nada está quieto.  Nada puede detenerse. Nada se detiene.
 Meditación del “Yo Líquido” (Continuará…)

DOMINGOS LITERARIOS

PORTAL DE SUEÑOS
Cada nuevo amanecer,  tengo tus ojos clavados en mi alma, tus manos sobre mi piel de nácar enredándose en los suspiros viejos que se han quedado aquí, dormidos sobre el colchón de sueños que me constante un día…esperándote quieta como si el aire, aún liviano, pudiese llevarse el sembrado que hiciste en la tierra yerma de mi alma.
Te espero siempre con la esperanza abierta de par en par, con los brazos alzados al cielo para tocarte antes, con mis ojos sin lágrimas para ver tu imagen cristalina, con una rosa blanca en mi regazo para que sepas que sigue mi vientre agradecido de tu fértil existencia.
He vagado por senderos desconocidos que me enseñaron  tanto…, he dejado de ser niña para crecer de golpe sin tu sonrisa, he perdido mi virginal mirada para derrocharla en tardes de lujo llenas de palabras vanas. Y aquí estoy de nuevo con las manos extendidas        para llenarlas de tus caricias. Para beberme de golpe tu ternura y empaparme entera de tu afecto.
He llegado tarde a nuestra cita. No estabas cuando llamé a tu puerta. Nadie salió a recibirme. Entonces me di cuenta que te habías ido. No quise verte tan lejos y te imaginé a mi lado siendo mis pies  cuando camino, siendo mis manos cuando acaricio, siendo mis labios cuando nombro tu sagrado nombre, escrito en mis venas con tu sabia eterna.
No renuncio a esperarte en mi portal de sueños. En él invento tu llegada espléndida y te imagino como un ángel sin alas llegando a mí para alzarme en tu vuelo.
Así, callada y quieta, por si estás llegando…ahora y aquí, me quedo.