Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 22 de febrero de 2020

UN ENFOQUE ROMPEDOR DE LA FELICIDAD



Después de un tiempo de vivir una sucesión de imprevistos y situaciones complicadas, llegó hasta mis manos un libro muy peculiar. 

Me interesó leerlo porque era algo parecido al antihéroe. Se trataba de iniciar un camino hacia la felicidad (serenidad interior), desde otra perspectiva. 


No se trata de enfocarnos de convertir todo en positivo, sino en asumir que la vida no es color de rosa, que hay cosas que duelen, que los negocios pueden salir mal y que el amor, la amistad o la lealtad no se dan sin más por el hecho de creerlo así.
Alude a “valores mediocres” a los que concedemos una categoría errónea que nos lleva al sufrimiento.
           El placer, por ejemplo, es un valor estupendo, pero es un valor terrible como para tu vida gire alrededor de él. (…). El placer es un dios falso. Quienes enfocan su vida en ellos, terminan más ansios@s, más inestables emocionalmente y más deprimid@s. (…) No es la causa de la felicidad, sino más bien el efecto.
El éxito material, el “siempre querer tener razón” e incluso “mantenerse siempre positivo” no son algo tan excelente.
Un constante estado de positivismo es una forma de evasión, no una solución básica a los problemas de la vida . (…)
Las emociones negativas son un componente necesario para la salud emocional. Negar esa negatividad es perpetuar los problemas en vez de resolverlos. (Pág. 98 a 100).
          El libro en cuestión se titula “ El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda”.
Este llamativo título podría hacernos pensar que en sus páginas nos encontraremos un cúmulo de retahílas llamativas destinadas a conseguir las máximas ventas. Pero en realidad, su contenido es diferente y sorpresivo.
Aquí os lo dejo por si queréis acercaros a él.

lunes, 17 de febrero de 2020

¿QUÉ MAGNITUD TIENEN TUS PROBLEMAS?





Hay problemas que no lo son. Cuantificamos erróneamente.  Si analizamos bien el contenido de lo que consideramos un problema, veremos rápidamente si tiene la categoría suficiente como para ganarse ese título.

Hay pocas situaciones que realmente lo sean. Nada dura para siempre, todo es pasajero, todo termina y todo cambia. Por ello, si crees que tienes uno o varios problemas somételos la prueba de la inmediatez.



¿Es trascendental?¿Puedo vivir sin ello?¿Empeora tanto mi existencia que desde este momento no puedo continuar?.

A veces, damos demasiada importancia a lo que nos pasa y con ello concedemos una mayor categoría a lo que acontece dándole más poder.

Las cosas, las personas, las situaciones tienen el valor que queramos otorgarle.

Nada más.
Veamos este breve relato.
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Un monje le dijo una mañana a su maestro que tenía un problema que deseaba comentar con él, y éste le contestó que esperase hasta la noche.

Llegada la hora de dormir, el maestro se dirigió a todos los discípulos preguntando:

-¿Dónde está el monje que tenía un problema? ¡Que salga aquí ahora!

El joven, lleno de vergüenza, dio un paso al frente.

-Aquí hay un monje que ha aguantado un problema desde la mañana hasta la noche y no se ha preocupado en resolverlo. Si tu problema hubiese consistido en que tenías la cabeza debajo del agua, no habrías aguantado más de un minuto con él.

¿Qué clase de problema es ese que eres capaz de soportarlo durante horas? -preguntó el maestro.