Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 26 de abril de 2017

¿ CÓMO EQUILIBRAS EL CORAZÓN Y EL CEREBRO?



Todos nos movemos por impulsos pero de diferente carácter. ¿Impulsos de energía cerebral o impulsos a golpe de corazón?. En cada uno, predomina más una parte que otra.


Lo cierto es que el cuerpo somatiza las emociones. Si estamos nerviosos puede dolernos el estómago, sentir ganas de evacuar o molestarnos la cabeza; si tenemos miedo el corazón se encoge o acelera y qué decir, cuando estamos ansiosos por lograr algo. Desparece el hambre o se aumenta desmesuradamente, nos dan sudores o nos paralizamos sin remedio.

Cada emoción paga un precio corporal.

Parece ser que el corazón se convierte en un “pequeño cerebro” con reacciones propias y actúa equilibrando el organismo; pero hay que saber cómo.

Os dejo este fragmento de un artículo muy interesante al respecto.

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El corazón, un pequeño "cerebro" que late al compás de las emociones y pensamientos.

Cuando aprendemos a controlar nuestro corazón, logramos regular nuestro cerebro emocional, y viceversa.(…)


El corazón puede latir a una media de 60 latidos por minutos, pero en un instante puede aumentar a 70 y luego descender a 55, sin que podamos comprender por qué. Un mero ejercicio de matemáticas complicado puede generar tensión que termine provocando esos picos, aunque no lo percibamos. (…)

Con las nuevas tecnologías se pueden percibir esas variaciones del ritmo cardíaco, lo cual se conoce como caos y coherencia. Por lo general, las variaciones son suaves y “caóticas”: acelerones y frenazos se suceden de forma dispersa e irregular. Al contrario, cuando la frecuencia de los latidos del corazón es fuerte y sana, las fases de aceleración y disminución de la velocidad muestran una alternancia rápida y regular. Eso produce la imagen de una onda armoniosa, conocida como “coherencia cardíaca”.

Las emociones negativas, como la cólera, la ansiedad, la tristeza, e incluso las preocupaciones banales, son las que más hacen caer la frecuencia cardíaca y siembran el caos. Al contrario, las emociones positivas, como la alegría, la gratitud y, sobre todo, el amor, las que más favorecen la coherencia. 

Uno de los métodos más eficaces para potenciar la coherencia cardíaca es la meditación.

1. Dirigir la atención hacia el interior. Debemos abstraernos del mundo exterior y apartar toda preocupación durante unos minutos. Es importante aceptar que nuestras preocupaciones pueden esperar un poco, el tiempo necesario para que el corazón y el cerebro recuperen su equilibrio. La mejor manera de lograrlo es comenzar realizando respiraciones lentas y profundas ya que así estimulamos el sistema parasimpático e inclinamos ligeramente el equilibrio del lado del “freno” fisiológico. Para maximizar su efecto debemos centrarnos plenamente en la respiración, hasta que esta se vuelva más natural y suave.

2. Concentrarse en el corazón. Al cabo de un minuto, aproximadamente, es importante que nos centremos en el pecho. Podemos imaginar que respiramos a través del corazón. Continuaremos respirando lenta y profundamente y visualizando el corazón. Podemos imaginar que la inspiración nos proporciona el oxígeno que necesitamos y que la espiración nos permite deshacernos de los residuos. Podemos imaginar esos movimientos lentos y flexibles, mientras el corazón se tranquiliza.

3. Conectarse a la sensación de calor o expansión en el pecho. Al inicio será muy ligera, una manera de potenciarla consiste en evocar directamente un sentimiento de reconocimiento o de gratitud y permitir que invada nuestro pecho. El corazón siempre es especialmente sensible a la gratitud, a todo sentimiento de amor


lunes, 24 de abril de 2017

LO ÚNICO QUE NECESITAS ES A TI MISMO



Nos sentimos solos muchas veces, aún con la gente alrededor. Tememos la soledad; parece que estar sólo significase estar vacío. No tener, carecer de algo, sentir el abismo bajo tus pies. No nos damos cuenta de que nunca estamos solos. Siempre nos tenemos a nosotros mismos.

Todos somos seres sociales. Nos gusta la compañía; la ansiamos, la buscamos y hasta nos equivocamos en las elecciones.
Ponemos demasiadas expectativas en el otro/a. Esperamos que sean de éste o del otro modo. Necesitamos que se parezcan a nosotros, que opinen lo mismo, que se muevan de una forma similar. Queremos coincidencias. Y éstas pasan por igualar lo que somos, de otro modo sufrimos.

Lo que pretendemos pocas veces se da y en caso de que suceda debe ser espontáneo, nunca dirigido o forzado.

La realidad es como es. Ni un ápice mejor ni peor de lo que nos gustaría. Aprender a aceptar o tomar la decisión de alejarnos de lo que no nos hace sentir bien puede ser la solución para la frustración ante el desajuste de caracteres con los demás.

Nunca estamos solos. Aún recuerdo la cita de un libro que leí recientemente y que aludía a toda un caterva de seres que nos cuidan, guían y acompañan en nuestra existencia.

 Estamos, además, nosotros mismos. Capaces de contar con una fuerza inusitada con la que podemos hacer frente a cualquier eventualidad. Confiamos poco en nuestras posibilidades. Creemos que debe haber un apoyo que nos sostenga. Alguien al que, implícitamente, reconocemos más capaz que nosotros para echarnos una mano. Pero la realidad es otra. Somos suficientes. 

Podemos más de lo que creemos; solo hace falta saberlo y apoyarnos en la mejor ayuda que tenemos, la del final de nuestro brazo.

Date la mano. Confía. Puedes. Hazlo. 

domingo, 23 de abril de 2017

VIAJE A ÍTACA



Anteriormente…

Tienes una hora para rescatar el medallón. Iremos juntos antes de volar al encuentro con Liu.

Swa pensó que tenía que ir a casa de Owen a cogerlo de la cajita de la estantería de los libros antiguos. No había otro modo. Estaba perdida y sola.

.-Muévete!, el tiempo ya ha empezado a determinar tu destino (…)

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Steven jugaba con ventaja. Sabía que Swa no podría contactar con Owen. Estaba sola y perdida a merced de su instinto. 

Era un hombre sin escrúpulos cargado de delitos desconocidos que hasta ahora, habían quedado inmunes.

Swa estaba ante una persona que siempre había sido un desconocido. Frío, calculador y estratega. Manipulador y experto en la buena imagen. Capaz de cometer los horrores más terribles sin poder culparse.

Acorralado en su falta de discernimiento e incapaz de juzgarse como perverso, actuaba seguro de sí mismo atrapando, paso a paso, a su presa.

Montaron en un coche que esperaba al otro lado de la acera.
.-¡Dime!. ¿Dónde está el medallón?. ¿Hacia dónde me dirijo?.

.-A casa de Owen.- Steven no esperaba esta respuesta.

.-¿Allí está la otra parte?. ¡No puede ser!. He estado un montón de veces allí.- Y diciendo esto comenzó a reírse desaforadamente.- ¡Y yo pensando que lo tendrías escondido en lo más recóndito del planeta!. Eres lista. Sí muy lista. Nunca habría imaginado que lo hubieses dejado allí mismo. Jajajajajajajaj…jajajajajajaj…será fácil encontrarlo.

.-No puedo asegurarte que esté donde lo dejé. Después de lo sucedido con Owen estuvieron unas mujeres que no conocía y es probable que registrasen la casa.

.-¡No vuelvas a dudar que está allí!.- Steven enrojeció de ira. Comenzaron a rodar por su frente gotas, cada vez más engrosadas, de sudor frío. Una extraña sensación le hizo convulsionar.

.-¡Cuidado!, vamos a matarnos.- Gritó Swa. En ese momento frenó en seco el coche y lo derivó al arcén. Tomó a la indefensa mujer china fuertemente por el brazo juntando sus caras.

.-¡Mírame bien!. Más vale que lo encuentres o dejarás de respirar lentamente… ¡me has oído!.

El teléfono de Steven comenzó a sonar de nuevo. Por la expresión lívida de su rostro, Swa supuso que no eran buenas noticias.

.-¡Maldito!...no has muerto.