Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 6 de febrero de 2021

CORAZÓN SIN RUMBO

El corazón puede perder su rumbo. No saber a dónde va. Saltar de charco en charco, apremiar a la vida para seguir siendo y sintiendo como un día sintió.

Nos abandonamos a la suerte y no a aquella que podríamos crear. Nos convertimos en marionetas de nuestros anhelos y no en capitanes de nuestro barco. Dejamos a la deriva la voluntad, el compromiso, la lealtad, los valores y las reglas, aunque sean las propias. Creemos que fuera de juego se juega más. Pensamos que transgredir es sinónimo de alcanzar la adrenalina que falta a nuestro cerebro para sentirse bien. Y nos equivocamos.

 


 

Cuando el corazón va sin rumbo, toma el mando la insensatez, el despropósito y la algarada. Sus dictados no son escuchados, sus latidos errados, su forma se desdibuja y su bombeo incesante queda fuera de las coordenadas de lo justo, lo limpio, lo sabio y lo bondadoso.

La vida está hecha de corazones y sus latidos. Corazones que no siempre guardan el ritmo, que no laten por lo mismo y que, en muchas ocasiones, se alteran sin encontrar un camino propio.

Si estás en un momento así, observa. No tienes que hacer nada. Escucha. Te hablará una voz sabia desde el centro de huracán, donde más calma hay. Y, desde ese lugar, recógete por un tiempo. Repliega la comedia de tu vida. Silencia a los actores y retoma tu papel de director.

Ahí está la hoja de ruta; el cuaderno de bitácora que devolverá a tu vida el entusiasmo de antaño.

No es fuera, sino dentro. No es en los demás, sino en ti. No es en las palabras, sino en el silencio. No es en la necesidad, sino en dádiva. No es en lo que estás, sino en lo que vendrá.

La vida en un instante se escapa. No hay otro camino que dejar pasar los vientos para reconducir el rumbo; en definitiva, para no perder ni un segundo de ella.

Si tienes que elaborar otro mapa; hazlo.

Para tu mente. No pienses constantemente en lo que te hace daño. No te lastimes ni te dejes a la deriva de la suerte de cualquiera.

Se tú, aunque para ello tengas que ser otro.

 

martes, 2 de febrero de 2021

LOS ATAJOS DEL PLACER

 

Es un momento difícil. Todo parece desmoronarse y si no tenemos esta percepción de ruina, al menos, de estar sostenido por hilos.

El ser humano tiene necesidad de reequilibrar el caos, de sobrevivir hasta dentro del mayor torbellino, de coger aire y seguir a pesar de la peor derrota en la batalla.

Tal vez por esto, la inmediatez de la vida se hace más poderosa. Tenemos que gozar de ella como sea y a cualquier precio porque, ahora, más que nunca, todo parece ser finito y esa finitud demasiado rápida.

 


 

Cuando la vida se vuelve hostil, nuestra cara mira con avidez el placer. Gozar del instante porque el mañana queda demasiado lejos se vuelve una consigna abanderada por muchos. El “Carpe diem” del Renacimiento resurge con fuerza entre tanto temor, tanta escasez o tanto desconcierto.

La huída hacia el placer tiene su tributo. Nos enredamos en un mundo ficticio donde muy pronto los valores pierden sentido, las normas se borran y los compromisos se diluyen. El coste no es pequeño. Cualquier defecto o virtud que raye el exceso es perjudicial y a la larga, nos deja en muy poco.

Se buscan los entretenimientos sin demora y se naufraga, una y otra vez, en distracciones banales que cada vez van resultando más insípidas. Hasta llegar a desfondar a la persona que, tarde o temprano, se da cuenta de que cualquier atajo hacia la evasión puede resultar fatal para seguir de cerca esa felicidad que tanto busca.

Hay que saber dónde buscar y qué es lo que en realidad traerá aquello que parece salvarnos.

Muchas veces, ante el desastre es mejor seguir la corriente, fluir con las dificultades y sobrellevarlas desde la serena seguridad de saber dónde estamos, quienes somos y a quienes involucramos en nuestra vida.

Ese es el atajo más eficaz hacia el dulce regocijo.

domingo, 31 de enero de 2021

TU ÚLTIMO DÍA

 

Todos eludimos pensar en la muerte. En nuestra desaparición. En dejar nuestro legado, nuestras posesiones o a los nuestros. Estamos demasiado apegados a este mundo material que nos envuelve y con el que nos confundimos. Llegamos a sentir que somos él. De verdad sentimos que lo que sucede somos nosotros, que lo qué lo que interpretamos de ello, también. Pero no es así.

Somos mucho más. Por encima y por debajo del personaje que nos ha tocado interpretar en esta película de la vida. Mucho más que tal vez otros no ven, ni vemos nosotros mismos, porque para ver hay que estar despiertos y muchas son las personas que viven dormidas.


 

¿Y si fuese tu último día y lo supieses? ¿Qué te gustaría hacer? ¿A quién abrazar?¿A quienes repartir “ te amo”?¿Dónde querrías estar?¿Qué te encantaría traer del pasado?¿O qué querrías borrar de tu memoria?¿Confesarías tus miserias a quién le debes esa confesión por ser parte perjudicada de ellas?¿Tratarías de poner tu alma en paz?¿buscarías algo o a alguien en especial? ¿Qué harías por tu felicidad y tu paz en esa última oportunidad?.

A veces, es excelente hacer este ejercicio porque, por sí solo, pone de manifiesto lo que de verdad anida en tu alma como verdadero. Las personas, pocas, a las que escogerías desde la verdad de tu alma. Los actos, seleccionados, que cuidadosamente elegirías para emprender el camino de retorno. Y ahí, encontrarías respuestas que se ocultan al corazón muchas veces o que, conscientemente, metemos en la trastienda de nuestro cerebro para no verlas y evitar lo que nos producen.

Haz este ejercicio de vez en cuando. Verás qué o quienes aparecen como únicos importantes en tu vida. Después, lo demás verás que es accesorio y sustituible.

Es importante saberlo, pero es aún más importante actuar en consecuencia. Porque encontrarás la verdad que únicamente  importa a tu ser.