Hay una falsa creencia en que la vida se comporta según el patrón de “ lo justo” y “ lo injusto”. Debido a ello nos revelamos muchas veces, pensando que lo que nos sucede no debería pasarnos a nosotros porque nada hemos hecho para merecerlo.
La vida no funciona así. Te pone a prueba muchas veces, es verdad. Hace que pases por muchos exámenes inesperados, también es cierto, pero no hay una correspondencia con lo que demuestras ser o saber y lo que luego te devuelve de forma inmediata y correlativa.
Todos hemos escuchado hablar de la ley del Karma. Todos queremos creerla cuando nos va mal a causa de alguien, sobre todo, porque esperamos, en una entendible necesidad humana, que a ell@s algo les suceda que compense nuestro dolor. Lo que no sabemos es que el Karma es neutro. Es la ley de la acción-reacción, lo que cuenta. La justicia natural que se establece con el resultado de nuestras acciones. Causa y consecuencia van de la mano.
Muchas veces, nos preguntamos por qué a personas que parecen hacer el mal, les va tan bien. Podríamos añadir, a esa reflexión, el hecho de que nadie lo tiene todo, ni siempre. Podría parecer un consuelo ridículo en donde esconder nuestras penas, pero lejos de serlo es una realidad irrefutable que a todos nos afecta.
Las abuelas solían decir…” No lo hagas, no lo temas”…sencilla sentencia que resume muy bien la bondad que deberíamos poner en nuestros actos para, de algún modo, rodearnos de ella sin esperar la desgracia.
Así es la vida, mágica y sorprendente, justiciera e inquebrantable. Así debemos aprender a vivirla.