Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 26 de enero de 2019

¿ATASCADOS EN LOS PROBLEMAS?



En la vida hay pocas cosas esenciales; pocas de verdadera importancia aunque creamos lo contrario.
Nos devanamos en discusiones estúpidas que solamente hacen que dar vueltas a temas viejos de raíz enquistada.

          Nos cuesta mucho discriminar, priorizar y sobre todo, valorar lo que tiene valor de lo que no.



          Una fuente de sufrimiento indecible es la resistencia o la negación a la realidad. La frase clave para superar expectativas fantasiosas que nunca encajan en lo que esperamos sería…”Es lo que hay”… y a partir de ello posicionarnos en aceptarlo o dejarlo ir.

          Tanto damos vueltas a lo que creemos un problema que en muchas ocasiones perdemos la perspectiva, lo magnificamos, le damos una importancia que no tiene o como en el breve cuento que vamos a leer ahora, perdemos la posibilidad de solucionarlo.

          Veamos, pues.


“…Un hombre se perdió en el desierto. Al cabo de unos días ya punto de morir de sed, vio que una caravana se acercaba. Como pudo, llamó la atención de los viajeros, que presurosos se dirigieron hacia el necesitado. Éste, con un hilo de voz apenas pudo decir:
 
-Aaaguaa.

-Pobre hombre, parece que quiere agua, rápido, traigan un pellejo -reclamó uno que parecía el jefe.

-Un pellejo no, por Dios -interpeló otro-, no tiene fuerzas para beber en un pellejo, ¿no se dan cuenta? Traíganos una botella y un vaso para que pueda hacerlo cómodamente.

-¿Un vaso de cristal? ¿Estás loco o qué te pasa? -protestó otro de los presentes-. ¿No ves que lo cogerá con tanta ansia que puede romperlo y dañarse? ¡Traigamos un cuenco de madera!
-Aaaguaa... susurró el moribundo.

-Creo que ustedes se han vuelto locos -agregó un cuarto hombre-. ¿Es que acaso no recuerdan que tenemos un vino excelente? Siempre lo reanimará más un buen vaso de vino que el agua. 

¡Traigamos el vino!

-Beebeeer -imploró el sediento con sus últimas fuerzas.

-Seguro que el desierto los ha hecho perder el juicio. ¿Cómo vamos a darle vino sin saber si este hombre es musulmán? ¡Estaríamos obligándolo a cometer un gran pecado! Preguntémosle antes si es religioso -solicitó otro hombre de aspecto bondadoso. 

-Pero ¿es que de verdad piensan darle de beber aquí a pleno sol? Antes tenemos que ponerlo a la sombra; yo tengo ciertos conocimientos de medicina y les digo que este hombre está ardiendo de fiebre y agotado. Llevémoslo a la caravana y pongámoslo en una cama -intervino otro de los presentes.

A los mercaderes no les dio tiempo a discutir más, aquel hombre acababa de fallecer en sus brazos.”




miércoles, 23 de enero de 2019

HUELLAS, CICATRICES Y OTRAS HERIDAS…


Nada pasa por que sí, nada de lo que nos sucede nos deja indiferentes y mucho menos en cuestión de enfados, rabias, iras y decepciones.

Efectivamente las personas, muchas veces, después de estos encontronazos vuelven a hablarse, se sonríen e intentan comportarse como si nada hubiese pasado…pero la realidad es otra. Las palabras que se escuchan, se recuerdan, lo que se quiebra no vuelve a recomponerse de la misma forma, los desencantos van tejiendo una tela de cota que endurece el sentimiento. Nada vuelve a ser igual y mucho menos si no hay arrepentimiento y cambio de conducta.


 Resultado de imagen de huellas y cicatrices
Hay personas que nunca se creen responsables de sus actos; incluso que se niegan la realidad para protegerse de sus consecuencias. Y viven como en un eterno sueño donde son ellos los que colocan las piezas del rompecabezas que ellos mismos desordenan.

Lo cierto es que poco a poco van quedando marcas. Hoyos diminutos por donde se escapa la confianza, los afectos y la ternura.

Nada es banal. Ninguna de nuestras acciones y de nuestras palabras cae como una pluma sobre la piel. 

Tengamos cuidado de lo que decimos y hacemos por si mañana los que servimos como yunque somos nosotros.

Os dejo un breve y conocido cuento que nos ayudará a entenderlo.

…“Se cuenta que un niño estaba siempre malhumorado y cada día se peleaba en el colegio con sus compañeros. Cuando se enfadaba, se abandonaba a la ira y decía y hacía cosas que herían a los demás niños. Consciente de la situación, un día su padre le dio una bolsa de clavos y le propuso que, cada vez que discutiera o se peleara con algún compañero, clavase un clavo en la puerta de su habitación.
El primer día clavó treinta y tres. Terminó agotado, y poco a poco fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira que clavar clavos en aquella puerta. Cada vez que iba a enfadarse se acordaba de lo mucho que le costaría clavar otro clavo, y en el transcurso de las semanas siguientes, el número de clavos fue disminuyendo. Finalmente, llegó un día en que no entró en conflicto con ningún compañero.

Había logrado apaciguar su actitud y su conducta. Muy contento por su hazaña, fue corriendo a decírselo a su padre, quien sabiamente le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta. Meses más tarde, el niño volvió corriendo a los brazos de su padre para decirle que ya había sacado todos los clavos. Le había costado un gran esfuerzo.

El padre lo llevó ante la puerta de la habitación. “Te felicito”, le dijo. “Pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando entras en conflicto con los demás y te dejas llevar por la ira, las palabras dejan cicatrices como estas. Aunque en un primer momento no puedas verlas, las heridas verbales pueden ser tan dolorosas como las físicas. No lo olvides nunca: la ira deja señales en nuestro corazón”.

domingo, 20 de enero de 2019

CÓMO AGUA SOBRE CRISTAL



Cómo agua sobre cristal 

se deslizan tus manos por su cuerpo,

cómo si las rozases sobre la seda virgen

arrastrando tu lodo sobre lo blanco de su piel.



Rompes su inocencia con tu locura

La envuelves en tu obsesiva red posesiva

Y ella estará henchida de lo que crea amor

Vomitando sexo en cada movimiento tuyo.

Pasarás el tiempo rondando su vida

Que engullirás raudo fagocitándola,

de un solo bocado prieto y estará feliz

De creerte suya y la engañarás también,

Como te engañas a ti mismo 

Desde que comienza el día.

Y no sabrás lo que quieres

 Porque no está fuera,

Y te preguntarás qué te pasa con ella

Que es tu nueva tuerca

Y con el tiempo, con mucho tiempo

Te darás cuenta otra vez

De que solamente cuentas tú

Entre todo lo que buscas y encuentras.

De que aprendiste a quererte aún más

Con el paso firme de mi recuerdo.

Y algún día, llegará hasta ti un pensamiento

De esos que se libran prisioneros

Que te dirá que fuiste

Lo mejor de ti entre mi cuerpo.