Uno de los logros de mayores consecuencias positivas para nuestra vida, es calmar la mente. A tod@s nos gustaría saber hacerlo; en los momentos difíciles y aún en los amables.
Tener el poder de controlar los pensamientos y saber gestionar las emociones que se derivan de ellos nos convertiría en verdaderos capitanes de nuestra vida. Nos haría fuertes e indestructibles. Nos alejaría de las batallas infinitas que tantas veces libramos con nosotros mismos.
No es sencillo. Nadie nos ha enseñado nunca a hacerlo, sin embargo es tan necesario que se convierte en una herramienta imprescindible para encarar la vida y sus dificultades.
Si te sientes validado contigo, si tu mente está tranquila, si no se altera ante lo que te descontrola, si es capaz de observar “ desde fuera” lo que sucede dentro…habrá ganado cualquier batalla.
Los lectores se preguntarán ahora mismo cómo se hace eso. De qué forma empiezan. Si tienen que ponerse en posición de loto y meditar o si, para ello, se necesita alguna habilidad especial solo dada a un@s poc@s. Nada de esto funciona por sí mismo.
Debemos comenzar poco a poco. Lo primero que debemos hacer es frenar los pensamientos, no dejar que se desboquen, pensar poco, lento y bien. Necesitamos pensamientos de calidad, no aquellos que nos boicoteen o nos contaminen. Hablar con nuestra mente, calmarla y darnos unos segundos para poder cambiar los pensamientos negativos por otros, al menos, “ neutros”. Proponernos no juzgar y criticar todo lo que no encaja con lo nuestro, dejar que otr@s piensen diferente y no ver en ello una amenaza para nuestro ego. Saber que sustituir los pensamientos negativos por palabras de anclaje, nos permitirá desenfocar la atención hacia lo que no nos gusta o hacia lo que nos daña. Por ejemplo, en vez de pensar: …” Qué mal me cae esta persona, solamente oírla hablar ya me molesta”… podemos cambiarlo por las palabras…” estoy en calma”, “no pasa nada”, “ estoy tranquil@” y dejar fluir, dejar que pase, dejar que suceda lo que no podemos cambiar.
Si no logramos frenar la caída libre de nuestra rabia, ira o indignación nunca seremos felices, nunca estaremos tranquilos, nunca lograremos la calma tan necesaria para otras situaciones seguro más importantes.
Comienza por detenerte y enfocarte en una palabra que te de serenidad, por pequeño que sea el momento en que lo logres será el comienzo de un camino que te reportará muchos beneficios para ti mism@.
DETENTE, SUELTA Y CONFÍA.