Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 24 de marzo de 2022

A LOS PIES DE LOS CABALLOS

  

         Esta expresión, que en España, alude a las situaciones de opresión que sufrimos a veces y que no podemos eludir, se está produciendo ahora.

¿Quiénes son los caballos?¿Quienes las víctimas?.

 

         Estamos en una época crítica. Un momento histórico de declive, una vuelta de tuerca que pone al ser humano frente a lo peor de su especie.




 

         Uno se siente mal. Por lo que está pasando, por lo que teme que pase, por lo que está por venir. Ante un escenario de pandemia, guerra, alzas de precios, huelgas y temores todo resulta posible. Los ánimos están crispados, se confunden los términos, se está proclive a las reyertas…la vida se hace pesada y cuesta continuar.

 

         La frase  “A los pies de los caballos” nos recuerda a otras épocas. Al mundo antiguo o a la edad media. Nos suena a ruidos de espadas, a olor a sangre fresca y a muertos sobre los campos. Nos evoca reyes dislocados y militares sedientos de poder y gloria en contra de pueblos llenos de pobreza, indefensos ante tanto desmán.

 

         Se han pasado las épocas magnánimas en las cuales la vida discurría tranquila y deseosa de expresarse en placeres cercanos que eran posibles.

 

         Quedan atrás las previsiones, los proyectos, los planes a corto plazo y menos, a largo. Quedan atrás, también, las fantasías que nos hacían felices y los deseos de que la vida nos sorprendiese con algo mejor.

 

         Pero aún nos queda el disfrute de lo sencillo, de lo nimio y lo pequeño. El goce de todo lo que con dimensiones infinitas podemos construir dentro de nuestra mente.

 

         Esa libertad, nadie puede arrebatarla, ni impedir que sea un refugio dulce en momentos tan amargos. 

domingo, 20 de marzo de 2022

ME ENSEÑASTE A DECIR ADIÓS

 Hoy es para  un día especial. Te fuiste enseñándome a decir adiós. Marchaste segura de que aprendí a ver lo bueno de lo malo, a discriminar la paja del grano y a saber mantener la calma en lo más intenso de la tormenta.

         

         Te fuiste sin llantos, sin quejas, sin iras contenidas ni perdones no dados. Te fuiste silenciosa, sin molestar, dejando todo en su sitio y los besos donde debías.




 

         Y yo, apéndice de tu alma, sentía tu marcha como si fuese un pasaje al desaliento, como si mis pies quedasen balanceándose al borde del abismo. Pero recordé pronto tus palabras; recordé tu mirada firme y serena, tu magnificente forma de manejar las situaciones siempre a favor de todos.

 

         Así inauguré una primavera hace mucho tiempo que no querría haber estrenado sin ti. Así, di la bienvenida al nuevo mundo de mi nueva vida en la que ya no podría contar con tu mirada.

 

         Me quedé con lo mejor de lo peor. Con tu fortaleza y tu valentía, con tu alegría y tu dulce sanar heridas en las distancias cortas.

 

         Hoy vuelve otra primavera a recordarme que me esperas sin tiempo, que me miras de cerca, que me tiendes tu ayuda de una forma tan sutil e inmediata que no puedo dudar del reino que te acoge.

 

         Hoy, mamá, eres tú la que floreces y vuelves a recordarme que en la vida no hay nada mejor que la palabra que os nombra. La única que nunca se va del corazón aunque la mente haya huido. La única que siempre guarda dentro de sí el cuidado y la seguridad que nada vuelve a darte en este mundo de la misma forma.                            


         Todos los días siguen siendo el mismo para el amor que te tengo. 

 

Todos, sigues conmigo en el mismo silencio que lleno mi alma con tu marcha. Siempre.