Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 30 de septiembre de 2016

EL REGALO MÁS TIERNO QUE ME HAN HECHO



Me han hecho muchos regalos a lo largo de mi vida. Unos más sencillos, otros más importantes y alguno incluso extravagante e impensable; pero los regalos más tiernos y especiales que me han hecho han sido los bizcochos.

Me los han regalado ante acontecimientos felices. Me los han traído en horas de máxima tristeza. Me los han dejado sin nombre como sorpresa llena de incógnita.

Han sido dulces muy diferentes. Llenos de pasas y cereales, de huevo y mantequilla, de coco o de naranja. Bizcochos tiernos, olorosos y deliciosos al paladar pero sobre todo aromáticos para el alma.

Cuando uno de ellos llega a mis manos, recibo todo el amor que la persona ha puesto en su elaboración. El mimo por lo mejor hecho, la dedicación para que cada trocito sea, en mi boca, una explosión de buenos deseos y de comunicación sincera sobre el afecto que me profesa la persona que me lo entrega.

Pensándolo bien…lo simple es lo mas delicioso. El regalo mejor es aquello que te gusta sin cuantificar su coste. Lo sabe bien quien me conoce. 

Desde aquí mi pequeño homenaje a este tradicional regalo que, en más de una ocasión, me ha llenado de dulce aroma el corazón.

El último que he recibido hace tres días llegó en un momento lleno de tristeza para mi, por eso su tierno olor a pan dulce me abrazó por completo cuando de sus manos pasó a las mías.

¡Gracias a ti mi querida alumna! Y a tantas que me lo han regalado otras veces.

Si ahora estuvieses, lector/a, delante de mí también te regalaría un bizcocho. Estoy segura que te ayudaría si tu momento es difícil; si no lo es, también te quedaría un buen recuerdo del tierno momento.


jueves, 29 de septiembre de 2016

LA MÁS IMPERIOSA NECESIDAD



En realidad, sólo hay una imperiosa necesidad por encima de todas: amar.

Hasta que no comprendemos esto no somos felices, ni eficaces, ni abundantes, ni entusiastas, ni creadores, ni nada. 

Podemos vegetar sin amor. Amor a otro, a otra, a algo, a nosotros, a la vida a cada acontecimiento en ella. Venimos del amor y nos marchamos con   el que hayamos acumulado. Entre la vida y la muerte todo se reduce al amor que hemos dado, que hemos gozado, que nos han dado, que nos han arrebatado o que hemos robado.

No acumulamos riquezas porque todo lo material no es nada. Acumulamos amores o desamores. Cuidados o descuidados. Atenciones o indiferencias. Porque en realidad, más allá de lo que uno da y uno recibe hay muy poco.

Puedes cerrar tus ojos y pararte para recordar. Lo que sea. Cualquier cosa que recuerdes va impregnada de amor o de desamor. De alegría o de dolor. De sentimientos y sensaciones porque de cada cosa que nos sucede es lo que nos queda.

No imagino la vida sin amor. Si así fuese no podríamos llamarla vida porque ella se gesta en el amor y puede desarrollarse sólo en ese caldo. A veces, el caldo está soso, frío o desaborido; otras, tiene la temperatura perfecta, está sabroso y es delicioso. De cada uno depende añadir sal, calor o sabor a la materia que hemos recibido y a la que hemos creado.

Siempre que te enfrentes a un problema valora la parte que de responsabilidad tienes en ello. No dejes la culpabilidad de un lado sólo. Todos somos parte de la culpa y de la solución.

Derrocha amor, regala amor, vive en amor y sueña con el amor. 

No hay nada mejor. 

No hay nada más.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

EL HILO MÁGICO



No consiste en vivir rápido, sino en vivir
impregnándonos hasta el último poro de la propia vida. Si pudiésemos pasar velozmente las escenas de nuestra existencia carecerían de interés y querríamos volver al ritmo lógico del devenir diario.

Os dejo este relato al respecto.
Posiblemente nos habla de ser conscientes, de estar presentes, de dedicar a cada tiempo su tiempo.


“Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cual?
Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana.

Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda.

Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.

La anciana le dijo: "Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días" Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La anciana se la entregó.

Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.

De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.

Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.

Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente.

Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho esto se quedó otra vez dormido.

Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quién podrá ser ahora?, se preguntó. Cuál no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez.
Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora.”


Si no aprendemos a disfrutar de cada momento se esfumará para siempre sin remedio. Hay que tener presente que cada instante que avanza se consume por eso, lo mejor que podemos regalar a otro es nuestro tiempo. Es lo más valioso.

martes, 27 de septiembre de 2016

DÓNDE ENCONTRAR LA FELICIDAD



Revisando algunos papeles encontré este texto. Alude a los tipos y fuentes de la felicidad. No puedo poner la fuente de dónde lo copié porque no lo tengo anotado, pero me gustó. Puede servirnos.

Lo comparto.

¡Feliz día!

Podríamos definir varios tipos de felicidad:

“Una más superficial, que se activa a través de placeres sensoriales, muy cortitos en el tiempo, como comer algo, ver algo, y tan pronto como terminamos la actividad la sensación de felicidad también se termina, tampoco podemos despreciarlos, sino hay que tenerlos en cuenta.

Un segundo tipo de felicidad es la que surge al disfrutar de un arte, de una vocación, como un músico que se involucra en su música y alcanza un estado de plenitud, conectado con lo que hace, incluso cierto estado de éxtasis. Sin embargo en algunas ocasiones al conectar con su realidad cotidiana, quizá las cosas son diferentes y la felicidad se diluye, convirtiéndose esta felicidad algunas veces en una forma de huida de la realidad.

Un tercer tipo de felicidad sería la que experimentamos cuando conectamos con nuestro interior, la que viene de dar sentido a las cosas que hacemos y eso requiere un trabajo más profundo, entender que la vida la puedes interpretar de diferentes formas. Reflexionar sobre el sentido que le doy a mi trabajo, a mis relaciones, a lo que hago, a lo mejor tienes que cambiar ciertas cosas que no tienen sentido, pero cuando empiezas a trabajar dentro desarrollas el coraje y la valentía para tomar decisiones y empezar a poner las cosas en orden.

Y cuando empiezas a dar sentido, cualquier pequeña cosa incluso aunque sea negativa o sea una pérdida, si desarrollas  el habito de encontrar el sentido a cada situación y descubrir el aprendizaje, eso te da satisfacción, no la circunstancia, pero sí la forma de interpretarla de otra manera.”

Este  pasaje me viene muy bien ahora. Creo que nos será válido a todos porque la vida siempre incluye pérdidas y despedidas. Hay que aprender a interpretarlas, a aprender de ellas, a conocer qué mensaje nos traen y a partir la marcha de nuevo siendo más sabios.

“Y finalmente el último tipo sería una felicidad más profunda o espiritual. Me refiero a cuando tu felicidad incluye la felicidad de los demás. No es suficiente estar feliz contigo mismo, sino que quieres que los demás también lo sean, y decides compartirla con los demás, y compartir tu proceso de aprendizaje, y de descubrimientos para que otros puedan encontrar sentido en sus vidas y ser más felices. Y precisamente cuando otros son más felices, esa energía de agradecimiento vuelve a ti y eso te permite hacer que tu felicidad sea más constante.”

Efectivamente, extender nuestra felicidad a los demás la multiplica porque siempre vuelve a nosotros para generar más de lo mismo.
 ¡Cuidado!, también sucede con lo contrario.