Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 17 de marzo de 2012

DOMINGO LITERARIOS

ROTAS LAS PALABRAS
Siempre me estás diciendo
Que me recuerdas y me extrañas
Siempre me dices, siempre
Que vendrás por mi mañana.
Tanto me lo has dicho
que lo espero sin llamadas
se que vendrás a verme
y a conocer mi linda cara.
Que vendrás con flores
bellas ropas y esmeraldas
Que traerás contigo
El  mar y todo el agua.
Que cantarán las fuentes
A tu paso, enamoradas
Porque sabrán que vienes
por mi flor para gozarla
Y que me llenaras de besos
Cuando entre tus brazos
 me abrazaras
que me apretarás tan fuerte
que ni siquiera respirara.
No me importaría morir pronto
Si al otro lado me llevaras
Para juntos comenzar esa vida
Que me prometes y regalas.
No tardes que te espero
Todas las noches y mañanas…
Pero el tiempo  solo pasa
Sin que nadie asome a mi ventana
Y  me dicen que estoy loca
Que no llegarás ni hoy
Ni en lo que queda de esperanza
Que me olvide y me retire
De los sueños que me atan
¡A tu imagen, niño mío
Y a lo que dicen tus palabras!
No les dejes que sea cierto
Lo que dicen de tu casa
¡! Que está otra entre tus brazos
Cuando dices que solo…
 a mi me amas!!

viernes, 16 de marzo de 2012

LO QUE BUSCA EL RÍO

El cuento de las arenas nos ha hecho reflexionar ampliamente sobre el significado de nuestra vida, los temores a perder la identidad a lo largo de ella con los problemas y tropiezos que nos encontramos y la importancia de creer.
         Una vez que hemos revisado detenidamente las posibilidades que el río tiene de seguir siéndolo somos capaces de preguntarnos qué objetivo persigue a lo largo de su curso, qué pretende cuando se entrega en brazos del viento y de qué forma se reencuentra consigo mismo más fuerte y mejorado.
         Posiblemente, el objetivo que todos perseguimos como río es la felicidad. Una felicidad que podremos ir matizando en cuanto a su búsqueda, al proceso de su hallazgo y al mismo éxtasis de conseguirla.
         Este concepto, a veces, tan manipulado, se explicita en un estado del ser. El ser humano ha de entender que la felicidad está en el equilibrio. Que se prolonga durante los procesos de su conquista y que si algo no es la felicidad es precisamente el pico explosivo de la emoción desbordada. Eso…es otra cosa.
         La felicidad está instalada en la serenidad de sabernos capaces de crearla desde el interior, día a día. No depende de lo externo, dejar que así fuese equivaldría a poner la llave que abre su puerta en manos de un guardián.  Alcanzarla, depende más de la actitud ante los avatares de la vida que en evitar éstos mismos.
         Otro aspecto importante de ella se fundamenta en la aceptación, que no resignación, de aquello que no podemos cambiar. A veces, nos empeñamos en ir contra corriente y del cauce sereno de sus aguas tranquilas hacemos un remolino  descontrolado que deambula en busca de las rocas de una orilla que frenen su alocada e impetuosa rebelión. Con el transcurrir de los años, uno se da cuenta de que el secreto de la felicidad está en desear menos, en entusiasmarte más por las cosas sencillas y en aceptar aquello que no depende de nuestra voluntad.
         Consiste pues, en encontrar ese estado de armonía con nosotros mismos donde podamos enfrentar las dificultades con una actitud de superación y confianza en nuestra fuerza interior y las alegrías con el suficiente sosiego como para seguir dilatando el entusiasmo y tener reservas cuando el frío viento nos devuelva al mar convertidos en gotas de lluvia.

martes, 13 de marzo de 2012

EL CUENTO DE LAS ARENAS

Hoy vamos a reflexionar sobre otro breve cuento cuyo contenido es muy interesante para discernir qué podemos hacer ante las dificultades o los problemas.
         Es preciso leer atentamente la historia. He sugerido algunas preguntas para guiar, de algún modo, la lluvia de ideas que podemos aportar como conclusiones de la lectura.
         Espero vuestra valiosa participación. Para dar tiempo a vuestras aportaciones mantendremos este post por un tiempo breve.
Gracias.
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Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas.
Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró:
"El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río"
El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.
"Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino"
-¿Pero cómo esto podrá suceder?
"Consintiendo en ser absorbido por el viento".
Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. "¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?" "El viento", dijeron las arenas, "cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río"
-¿Cómo puedo saber que esto es verdad?
"Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río."
-¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?
"Tú no puedes en ningún caso permanecer así", continuó la voz. "Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial."
Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento. También recordó --¿o le pareció?-- que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio. Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia. Reflexionó: "Sí, ahora conozco mi verdadera identidad". El río estaba aprendiendo pero las arenas susurraron: "Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña"
Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.
Awad Afifi el Tunecino

1.- ¿Con qué podemos identificar el río cuando hablamos de nosotros?.
 2.-¿Tiene miedo el río? ¿A qué?. ¿Qué le impedía hacer lo correcto?
3.-¿Cómo logra el río entregarse en los brazos del viento?
4.-¿Sabían las arenas la verdad del viento?
5.-¿Cuál fue el resultado de la voluntad del río?

lunes, 12 de marzo de 2012

CRÍTICAS E INSEGURIDADES

La falta de seguridad en uno mismo nos enfrenta a fantasmas inmensos que siempre están dispuestos a devorarnos. Encierra nuestras ansias de libertad dentro de una concha inexpugnable a la que vetamos el acceso para cualquiera.
         Algún resorte salta en nuestra mente cuando nos sentimos amenazados por los demás o expuestos a sus críticas, aunque estas sean más imaginarias que reales.
La crítica tiene un punto saludable. Nos pone frente a una opinión distinta a la nuestra que podemos, bien utilizar como medio de reflexión  para mejorarnos o bien para afianzarnos en lo que hacemos y somos. Sin embargo, solo son efectivas si las tomamos como lo que son. Opiniones ajenas a nosotros que no nos pertenecen, ni nos obligan, ni nos implican.
Debemos situarlas en el ámbito de lo externo, de lo ajeno, de lo impropio. No podemos evitarlas, ni tenemos por qué. Cada uno es libre de opinar como quiera siempre que tengamos la capacidad de filtrar, adecuadamente, su contenido.
Los peores juicios son los que imaginamos. Ellos vagan, con su libre albedrío, por nuestra mente, haciendo gala de las mejores fantasías y, en ese marco mágico y fantasmagórico, crecen desmedidamente para fagocitarnos. Y es ahí donde resurgen con fuerza las inseguridades y los miedos. Los propios.
No hay otro camino que trabajar la fe en uno mismo. Cuando creemos en nosotros todo es posible y ningún comentario real o imaginario acaba con nuestras fuerzas.
No siempre los demás nos ven como somos; tampoco nos mostramos, con todo el mundo, transparentes y directos.
Hemos de creer en el maravilloso ser que nos constituye y dejar rodar las opiniones ajenas que expresan realidades que no son nuestras. No contribuyamos a alimentar lo que aniquila nuestro potencial interior.
Dejemos que los demás critiquen, lo que quieran… y mientras tanto, tumbémonos al SOL  radiante para que acaricie nuestra piel, soñando con todo lo bueno que está por venir. Seguro.

domingo, 11 de marzo de 2012

EL CAMINO DE CADA CUAL

La peculiar evolución que cada uno de nosotros sienta en sí mismo se torna única y personalísima cuando intentamos compararnos con el resto. No hay reglas. No sirven modelos. No hay esquemas, ni organigramas a seguir.  Solamente es posible comprarnos con nosotros mismos.
Mirar atrás y ver en qué punto estábamos y dónde nos encontramos ahora. Percibir si hubo un tiempo inconsciente en el cual avanzábamos a ciegas, sin tener claro el destino y mucho menos los medios para llegar. Y si por el contrario, ahora sabemos lo que necesitamos y tratamos de conseguirlo.
Para cada cual, la mejora personal significa una cosa distinta. No en vano tenemos una historia privadísima que justifica el momento que vivimos. Pero independientemente del punto en el que nos encontremos, hay una ruta que podemos trazar para no perdernos.
Lo primero que debemos tener claro es el objetivo que deseamos alcanzar: serenidad, armonía, seguridad, autoestima, autosuficiencia… y tenerlo como referente cada vez que nos encontremos en la encrucijada que tanto nos cuesta resolver.
En segundo lugar debemos creer en nosotros mismos. Tener confianza en nuestro guía interior, en la voz que nos dirige cuando buscamos de verdad y en la linterna que nos alumbra cuando deseamos ver.
En tercer lugar, someter nuestras debilidades a examen. Qué puntos son los que alteran nuestro equilibrio y nos sumergen en la impotencia.
En cuarto lugar, buscar herramientas que nos ayuden. Apoyos que sirvan de muletas en el camino. Personas, escritos, libros, películas, debates, música, meditaciones…cualquier cosa que nos hagan sentir bien y en sintonía con el sentimiento de mejora que pretendemos.
En quinto lugar, no compararnos con nadie. No hay reglas generales que orienten sobre el proceso. Somos únicos e irrepetibles y hay un sendero nuestro que debemos recorrer en unión con nosotros mismos.
Por último, ser dueños de nosotros mismos y adueñarnos también de toda la calma que precisa la paciencia de mejorar gota agota nuestro mar interior.
La fuerza que nos acompañó siempre sin saberlo, se encargará de que ese avance nos inunde de satisfacción cada mañana y seamos capaces de agradecer, en el momento en que nuestros ojos ven la luz, el día que nos despierta dejándonos en la mesita un puñadito de amor con el que alimentarnos esa nueva jornada.

DOMINGOS LITERARIOS

 ABRÍ PARA TI, MI VENTANA...
Abrí mi ventana para verte llegar,
raudo y veloz cuando el amor te llama,
inflamado de ti para entregarme más
y deseoso de beberte todas mis ganas.
Llegaste tarde a la cita de mañana,
Te perdiste en otros mundos
 ignorando que yo no estaba.
Y llegaste presto a entregarme el alma
Cuando ya ni sitio quedaba.
Esperar…sí, te esperaba…
Pero se le olvidó el brillo
A la esperanza
Lograste entrar por la rendija que quedaba
Para decirme lo que me soñaste mudo
En tu mundo de filigrana.
Entoné entonces la canción
Que tanto te gustaba
La que un día me llevó hasta ti
en el corazón de la granada.
Te quiero íntegro con la pasión
Que me dan aún tus canas
Con el ardor de saberte mío
Sin papeles ni alianzas.
Búscame en el viento donde vivo
Sin vestidos, sin adornos, sin alhajas,
Búscame que quiero
Un cortejo de besos
Sobre mi mirada.
Y renacer en ti
Cada día de cada mañana
Para llevarte a mi cielo
de olorosas flores y blanca nata.

FLOR Y NATA