Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 26 de febrero de 2021

DÉJATE ABRAZAR

 

Déjate abrazar con las manos del alma,

Con sorbos pequeños de esperanza,

Con lluvia inmensa de palabras.

Déjate abrazar con los brazos sin alas

Del cariño sincero que emana

De aromas a arándanos frescos y malvas. 

 


 

Déjate querer como si no supieras nada,

Como si la vida que empiezas

Fuese mar y no río sin agua.

Como si fueses niño deseando una nana.

Y mírame despacito a la cara

Y sonríe con la risa del alba

Que cuando amanece se escapa.

Acércate a mis brazos

y deja lo que amarga,

Déjate abrazar

 con un abrazo de hada.

Duérmete en mi regazo

Para que sientas el silencio y la magia.

Déjate abrazar; no digas nada

Solo y quieto…

Siente lo que callas.

martes, 23 de febrero de 2021

LA CULPA, SIEMPRE DE OTROS...

Hay personas que no han aprendido a ser responsables de sus actos. Que se han pasado la vida culpando a otros, a los demás, a las circunstancia, a la esquina que sobresale y me dañó, a la hora inadecuada en que sucedió o a cualquier cosa con tal de no sentirse culpables y no asumir la conducta que exigiría tal responsabilidad.

Son niños perpetuos queriendo serlo. No quieren crecer porque eso supondría asumir el resultado de los actos. Eternos Peter Pan que se encuentran bien cerrando los ojos a la evidencia y pasando de puntillas por todos los desastres que generan a su paso.

Veamos esta breve reflexión.

 


 

"Me acuerdo siempre de esta escena:

Mi primo, mucho más pequeño que yo, tenía tres años. Yo tenía uno doce...

Estábamos en el comedor diario de la casa de mi abuela. Mi primito vino corriendo y se llevó la mesa auxiliar por delante. Cayó sentado de culo en el piso llorando.

Se había dado un golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de un hueso de melocotón le apareció en la frente.

Mi tía, que estaba en la habitación, corrió a abrazarlo y mientras me pedía que trajera hielo le decía a mi primo: Pobrecito, mala la mesa que te pegó, chas chas a la mesa..., mientras le daba palmadas al mueble invitando a mi pobre primo a que la imitara... Y yo pensaba: ¿...? ¿Cuál es la enseñanza? La responsabilidad no es tuya que eres un torpe, que tieness tres años y que no miras por dónde caminas; la culpa es de la mesa. La mesa es mala.

Yo intentaba entender más o menos sorprendido el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Y mi tía insistía para que mi primo le pegara a la mesa...

Me parece gracioso como símbolo, pero como aprendizaje me parece siniestro: tú nunca eres responsable de lo que hiciste, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es del afuera, tuya no, es el otro el que tiene que dejar de estar en tu camino para que tú no te golpees...

Tuve que recorrer un largo trecho para apartarme de los mensajes de las muchas tías del mundo.

Es mi responsabilidad apartarme de lo que me daña. Es mi responsabilidad defenderme de los que me hacen daño. Es mi responsabilidad hacerme cargo de lo que me pasa y saber mi cuota de participación en los hechos.

Tengo que darme cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hago. Y no digo que puedo manejar todo lo que me pasa sino que soy responsable de lo que me pasa porque en algo, aunque sea pequeño, he colaborado para que suceda.

Yo no puedo controlar la actitud de todos a mi alrededor pero puedo controlar la mía. Puedo actuar libremente con lo que hago. Tendré que decidir qué hago. Con mis limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con todo eso, tendré que decidir cuál es la mejor manera de actuar. Y tendré que actuar de esa mejor manera. (…)

 

J. Bucay

 

domingo, 21 de febrero de 2021

QUÉ QUEDARÁ...

 

Qué quedará de las palabras bellas,

De las grandes y poderosas.

De las estrechas y necias.

Qué, de los trinos aleteando esperanzas,

De las lunas nuevas persiguiendo sueños,

Que de aquella camisa nueva,

Con olor a jazmines y madreselvas.

 


 

De las estrellas bajadas a destiempo,

De la dicha rota sin querer, queriendo.

Qué quedará de los sonidos del silencio,

De las noches en vela esperando tu cuerpo.

Qué, de las cremas y ungüentos,

Con los que rociaba mi piel para el encuentro.

Qué, de aquella pena huyendo al cementerio.

Qué, de aquellas ganas de seguir queriendo,

De tu voz quebrada por cuchillo de carnicero.

Quedarán los sentimientos yermos,

Las alegrías en hoguera ardiendo,

Las muecas y gestos de la boca del quieto miedo.

Quedarán noches sin rozar el sueño,

Días amargos de llagas lamiendo.

Ya nada sosegará el alma

ni a la vida dará contento.

Qué quedará de lo que aún

Nos queda sin saberlo