Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 3 de septiembre de 2011

SALUD EN EL EQUILIBRIO CUERPO MENTE

Generalmente no pensamos en la vida que llevamos dentro. Sólo vivimos. Como un acto repetido y cotidiano que nada tuviese de extraordinario porque está con nosotros desde que nos conocemos. No tenemos costumbre de agradecer la maravillosa y exquisita tarea de cada célula, la completa función de cada órgano, el acompasado trabajo de los sistemas corporales que de forma coordinada y espontánea se organizan para mantener nuestro equilibrio. Y porque no le damos importancia a la armonía que rige nuestro cuerpo, no la cuidamos, en muchas ocasiones. Las fisuras en la ponderada y milimétrica proporción de la estabilidad global de nuestro cuerpo, conlleva innumerables posibilidades de ruptura con el ritmo natural de su funcionamiento y permite, por tanto, la aparición de la enfermedad como respuesta de contrapunto a la agresión contra su serenidad. Ningún sentimiento negativo, ninguna emoción perturbadora queda sin sus consecuencias. La ira, la impotencia, la rabia contenida, la agresividad, las respuestas malintencionadas…todos y cada uno de los pensamientos enconados…tienen sus consecuencias. Si supiésemos el precio que paga nuestro cuerpo por cada emoción perturbadora tendríamos un inmenso cuidado con ellas. Pondríamos todo nuestro empeño en no enfermar y no nos costaría nada rechazar la negatividad de nuestra vida. Si fuese más evidente e instantánea la conexión entre el cuerpo y la mente, mimaríamos cada palabra que sale de nuestra boca, cada gesto, cada idea salpicada de turbulencia y dedicaríamos un tiempo, aunque fuese breve, a cuidar de ese necesario equilibrio sanador. ¿Acaso no nos tomamos infinidad de pastillas con ligera facilidad poniendo en ellas la confianza de curarnos cualquier dolencia?¿No trabajaríamos un ratito la reconexión con nuestro cuerpo, desde el agradecimiento y la serenidad mental, si supiésemos que verdaderamente es la mejor pastilla que podemos ingerir?.
Creamos o no en que nuestra mente tiene mucho que ver en la salud de cada uno, deberíamos probar a estar con nosotros mismos diez minutos al día. Reconociendo el trabajo espectacular de cada partícula que nos anima, permitiendo las sensaciones corporales que nos acompañen, agradeciendo la maravillosa sensación de estar vivos, de poder ver, tocar, oler, oír y sentir lo que ahora estamos leyendo e imaginando cuando lo leemos y sobre todo, de tener en nuestras manos el poder de dirigir nuestra propia vida saludable con solo ser consciente de nuestro cuerpo desde una mente sana y equilibrada.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Encontrar razones...

A veces, uno está tan mal que no encuentra razones para ver la claridad. No sabes seguir y todos los caminos parecen cerrados para nosotros. Son momentos difíciles en los que nos gustaría ser etéreos, que nadie nos viera, que nuestra presencia no alterase a nadie ni ninguno nos indispusiera. Nos gustaría ser incluso otros. Perder la identidad, por un tiempo, y vivir una vida que no es la nuestra. Tal vez sería una excelente oportunidad para darnos cuenta de cómo es lo que otros viven.   Posiblemente, advertiríamos las desgracias ajenas que se esconden bajo sonrisas y abrazos;  las lágrimas que se derraman detrás de las paredes; las angustias que se agrandan bajo el silencio. Entonces, tal vez también, comenzaríamos a encontrar  razones por las que levantarnos cada día con el ánimo en paz y con la serena sensación de no compararnos con nadie, de tener esperanza, de estar seguro de que lo que vivimos es lo debemos transitar y sobre todo, de que nuestra vida es única e intransferible porque ella contiene todo lo que necesitamos aprender. Lo único que debemos hacer es soltar todas las ataduras mentales, todos los prejuicios, todos los temores y estar instalados en la tranquilidad para advertir las señales que nos conectan con los recuerdos, con el plan que cada uno nos hemos preparado para avanzar y en ello, tendremos la seguridad de que nada pasa por que sí. Que todo está supervisado, que si nos encontramos mal, solamente es algo temporal  y que debemos esperar tranquilamente a que las aguas de nuestro corazón se calmen porque la alegría y la esperanza nos rodean continuamente deseando que le abramos las puertas de nuestra casa.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿PERDONAR?


Si reflexionamos sobre el perdón debemos retrotraernos al origen y causa de lo que originó el dolor. Pero sobre todo, hay que cuestionarse el porqué otorgamos poder a la persona que nos ofendió para que cuente con la potestad de entrar en nuestro corazón y hacerlo pedazos.
Si lográsemos desprendernos del ego que nos invade y bajarlo a ras de tierra, nadie podría ofendernos. Y entonces no habría enemigos. Ni las batallas tendrían sentido, ni las guerras colmarían las ansias de ira no satisfechas. El objetivo es no sentir rencor, no odiar, no volcar nuestro veneno para contrarrestar el de los demás. Así aquietando el alma…podemos pararnos frente a los pretenden agredirnos y desarmarlos sin violencia, con la única defensa de la serenidad de ánimo ante sus espadas.

Veamos este pasaje de Buda que merece una lectura detenida y muy reflexiva. Disfrutemos de ella:


“Estaba el Buda meditando en la espesura junto a sus discípulos, cuando se acercó un detractor espiritual que lo detestaba y aprovechando el momento de mayor concentración del Buda, lo insultó lo escupió y le arrojó tierra.
Buda salió del trance al instante y con una sonrisa plácida envolvió con compasión al agresor; sin embargo, los discípulos reaccionaron violentamente, atraparon al hombre y alzando palos y piedras, esperaron la orden del Buda para darle su merecido.
Buda en un instante percibe la totalidad de la situación, y les ordena a los discípulos, que suelten al hombre y se dirige a este con suavidad y convicción diciéndole:
-“Mire lo que usted generó en nosotros, nos expuso como un espejo muestra el verdadero rostro. Desde ahora le pido por favor que venga todos los días, a probar nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted vio que en un instante yo lo llené de amor, pero estos hombres que hace años me siguen por todos lados meditando y orando, demuestran no entender ni vivir el proceso de la unidad y quisieron responder con una agresión similar o mayor a la recibida.
Regrese siempre que desee, usted es mi invitado de honor. Todo insulto suyo será bien recibido, como un estímulo para ver si vibramos alto, o es sólo un engaño de la mente esto de ver la unidad en todo”.
Cuando escucharon esto, tanto los discípulos como el hombre, se retiraron de la presencia del Buda rápidamente, llenos de culpa, cada uno percibiendo la lección de grandeza del maestro y tratando de escapar de su mirada y de la vergüenza interna.
A la mañana siguiente, el agresor, se presentó ante Buda, se arrojó a sus pies y le dijo en forma muy sentida
-”No pude dormir en toda la noche, la culpa es muy grande, le suplico que me perdone y me acepte junto a Usted”
Buda con una sonrisa en el rostro, le dijo: “Usted es libre de quedarse con nosotros, ya mismo; pero no puedo perdonarlo”
El hombre muy compungido, le pidió que por favor lo hiciera, ya que él era el maestro de la compasión, a lo que el Buda respondió:
-“Entiéndame, claramente, para que alguien perdone, debe haber un ego herido; solo el ego herido, la falsa creencia de que uno es la personalidad, ese es quien puede perdonar, después de haber odiado, o resentido, se pasa a un nivel de cierto avance, con una trampa incluida, que es la necesidad de sentirse espiritualmente superior, a aquel que en su bajeza mental nos hirió. Solo alguien que sigue viendo la dualidad, y se considera a sí mismo muy sabio, perdona, a aquel ignorante que le causó una herida”.
Y continuó: “No es mi caso, yo lo veo como un alma afín, no me siento superior, no siento que me hayas herido, solo tengo amor en mi corazón por usted, no puedo perdonarlo, solo lo amo. Quien ama, ya no necesita perdonar.”
El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las palabras de Buda eran muy profundas para ser captadas por una mente llena todavía de turbulencia y necesidad, y ante esa mirada carente, el Buda añadió con comprensión infinita:
-“Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para perdonar, ya sabemos que necesitamos a alguien dispuesto a perdonar. Vamos a buscar a los discípulos, en su soberbia están todavía llenos de rencor, y les va a gustar mucho que usted les pida perdón. En su ignorancia se van a sentir magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y usted también va a estar contento y tranquilo por recibirlo, va a sentir un reaseguro en su ego culposo, y así más o menos todos quedarán contentos y seguiremos meditando en el bosque, como si nada hubiera pasado”
Y así fue.

¿COMPRENDEMOS ÉSTA ENSEÑANZA DE BUDA?
 
Si hay alguien de quien pensemos que “nos debe algo”, “nos hizo algo”.. y no podemos ver la perfección dentro de cada situación… dentro de la ilusión, PERDONEMOS
PERO...
Que pasaría si se nos preguntara ¿ a quien te falta perdonar ? y en lugar de buscar los rostros y nombres de aquellos que dañaron nuestro ego, respondiéramos: ya no tengo que perdonar a nadie, YA LOS AMO. 
EL QUE LOGRA ACEPTAR LA PERFECCIÓN DIVINA  DETRÁS DE TODA SITUACIÓN...PUEDE LIBERAR EN UN INSTANTE...AÑOS DE RENCOR, RESENTIMIENTO  Y ENFERMEDAD-

Nunca voy a perdonar...PUES LOS AMO!!!


miércoles, 31 de agosto de 2011

CONFIANZA

Tener confianza es fundamental para vivir con seguridad. No es fácil ganarse la confianza de alguien, pero es muy sencillo perderla. Hoy estamos en un momento histórico tildado por la crisis; ganada  a pulso en base a la pérdida de confianza generalizada en la sociedad. Nadie confía en nadie. Los mercados han dejado de tener confianza en las empresas, los bancos tampoco confían en sus clientes, éstos desafían la ley de la gravedad cayendo en picado desde la torre de papel a la que les habían subido los que ahora niegan el dinero. Un dinero que solo existe en el mundo virtual y que ni en él se ha podido mantener.
         Sin embargo, la peor pérdida de confianza es la que uno tiene consigo mismo o con los más allegados. Ese, en realidad, es el verdadero desfondamiento de la existencia que nos está tocando vivir. Tener confianza roza, en alguna medida, con la fe. Uno cree en la persona en la que confía. Necesita creer para otorgarle su merecimiento. Porque en quien se confía, se arriesga. Y ese riesgo tiene un alto precio. Cuando alguien traiciona esa fe, algo sagrado se rompe en nuestro interior. Es como si se tratase de un delicadísimo jarrón de cristal depositado en manos de quien confiamos y éste lo dejase caer sin importarle los infinitos pedazos en los que  se rompe.  Mientras tanto…nuestra alma se quiebra en pedazos y no se recupera jamás.
         Para exigir confianza, debemos darla. Para conseguir que la gente confíe en nosotros, debemos demostrar que somos sinceros, que sabemos retener los afectos, que guardamos celosamente las intimidades que se nos entregan, que seremos fieles y leales a la fe que se nos deposita. Para confiar, debemos arriesgar. No hay ningún indicador mejor que la mirada del otro. Asomémonos dentro y sabremos si son dignos de nuestra entrega.
         Al fin y al cabo, en alguien confiamos siempre, alguien tiene que haber en el que descansen nuestras lágrimas…alguien que sepamos, al menos, que nos quiere. A partir de ahí, comenzamos a estar seguros para seguir con la vida.

martes, 30 de agosto de 2011

LA BONDAD EN TIEMPOS DIFÍCILES

El eterno dilema sobre si el ser humano nace malo o se hace a lo largo de su vida, vuelve a plantearse con fuerza en estos momentos difíciles. No parece que los buenos sean los que ganan. Los listos y rápidos en argucias, los hábiles en tretas y en componendas, los que saben manipular y llevar a su terreno lo indecente parecen triunfar. La sociedad, con muchos de estos granujas a su frente en puestos responsables para la gestión de la vida diaria, parece demostrar que la bondad está de más. Estamos en un momento de crisis, pero no solamente económica, que aunque tenga consecuencias nefastas son menos devastadoras que los conflictos y carencias que se están operando en el alma de una gran mayoría cuyo triunfo está llegando a su fin. Todas las épocas históricas se desarrollan cíclicamente. Un momento de esplendor es seguido de otro de depresión al que nuevamente se suma un relanzamiento de los valores para culminar otra vez en el punto más alto de la cima. Posiblemente estemos tocando techo pero desgraciadamente no en la montaña de la excelencia y el buen hacer, sino en la del desatino y la incongruencia.  Ser bueno no está de moda y cuando nos encontramos a alguien que derrocha bondad pareciese que estamos frente a un ente extraño al que tildamos rápidamente de tonto por no seguir el juego indecente de los que pareciendo darlo todo por los demás solo se importan a sí mismos.
Aún así, aún yendo en contra de corriente y actuando apartados de los cánones deshonestos de muchos de los que deberían dar ejemplo, hemos de optar por la bondad, porque nunca dejará de ser lo mejor que nos pueda pasar y sobre todo porque no hay nada que iguale a una persona que lo da todo de sí misma, que está siempre disponible, que es sensible ante el dolor ajeno e incapaz de actuar en contra de nadie para beneficiarse personalmente. Y sobre todo porque no hay nada más bello que mirar a los ojos a una persona limpia de corazón en la que sabemos que siempre siempre…podemos confiar.

lunes, 29 de agosto de 2011

Tolerencia y carácter

AUTO TEST DE TOLERANCIA
La tolerancia es una de las actitudes personales más valiosas. Se ha transformado en la vara con la que medimos  todo lo que nos rodea. Nos hemos cansado de hablar de tolerancia, tanto que no hemos percibido que por mucho decirlo no se instala sola en el corazón y deambula solitaria en las intenciones de políticos, responsables educativos, hombres de estado y mandatarios al uso. Todos tienen su programa lleno de  buenas intenciones, de aparente flexibilidad y sobre todo de tolerancia a raudales. Oyéndoles y escuchándonos pareciese que fuésemos a convertir al mundo en una balsa de aceite perfumado en el cual la convivencia rodase con tanta suavidad que la felicidad estuviese asegurada. Pero la realidad es otra y a las intenciones de discurso le siguen despropósitos enraizados en discusiones, enfrentamientos y obstinaciones que lejos están de la actitud tolerante que predicamos.
Debemos comenzar por someternos a un examen personal sobre nuestra propia forma se respetar al otro, de aceptar situaciones que van en contra de lo que nos gustaría o circunstancias que se presentan  arduas y quejosas. Probemos a realizar esta breve test que puede darnos una idea de nuestro nivel real de tolerancia a través del carácter.
Toma papel y lápiz y comienza. Elige la  respuesta sin tener en cuenta lo que está marcado por defecto. Sigue tu propio criterio. Al final cuenta las preguntas contestadas en la opción A y valora el resultado.
Test del carácter
Principio del formulario
1.    Estás ante unas personas que no conoces muy bien, explicando cosas de las que entiendes mucho, tú...
A.-  Procuras que esas personas sigan tus argumentos sin que se pierdan
B.-   Sigues tu explicación sin preocuparte de si se te entiende o no
2.    ¿Manejas a voluntad tu tono de voz?
A.-   Si.
B.-   No, no me fijo en ello
3.    ¿Disfrutas si otras personas te atienden con mucho esmero o se muestran muy interesadas y pendientes de tí?
 A.-   Si
B.-   No
4.    En una discusión cuyo tema central se pierde porque la otra parte te acusa de cosas ocurridas en el pasado, ¿reaccionas de la misma forma o prefieres mantenerte en el asunto central que se estaba tratando?
A.-   Suelo reaccionar acusando de cosas ocurridas en el pasado también o defendiéndome de las acusaciones
B.-   Prefiero seguir discutiendo el asunto central y olvidarme de lo demás
5.    Has hecho un viaje con alguien, y ésta persona está contándolo. ¿Le corriges si ves que miente o exagera algún punto del viaje?
A.-   Si
B.-   No
6.    Estás en un grupo de tres y empiezan a hablar de algo que no te interesa para nada. ¿Muestras interés y haces preguntas aunque no te importe nada en absoluto?
A.-  
B.-   No
7.    ¿Crees que las personas notan cuándo te encuentras incómodo en alguna situación?
A.-   Si
B.-   No
8.    ¿Te gusta hablar de una forma original y diferente?
A.-   Si
B.-   No
9.    ¿Crees que algunas personas pueden evitar discutir contigo, porque terminas con argumentos lógicos, pero fuera del sentido común e imposibles de rebatir?
A.-   Si
B.-   No
10.  ¿Te das cuenta de cuándo no tienes razón y lo reconoces?
A.-   Si
B.-    No
11.  ¿Te gusta convencer en las discusiones a base de tus propios argumentos?
A.   Si
B.   No
12.  Cuando hablas, ¿te dejas llevar por tus sentimientos o prefieres comentar las cosas tal y como son?
A.   Me dejo llevar por mis sentimientos
B.   Procuro centrarme en los aspectos más realistas
13.  ¿Dices palabrotas?
A.   SI
B.-   NO
14.  Estás en una reunión y te dicen los nombres de los presentes. Mientras te los dicen, uno de los nombres es muy raro y no lo has entendido bien. ¿Pides que te lo repita?
A.-   Si
A.-    No

RESULTADOS

 Mas de 11 A.- TOLERANTE Y DIPLOMÁTICO.- ERES UN MODELO DE TOLERNACIA EN NINGÚNCASO ACTUARÁS CON BRUSQUEDAD AUNQUE TE PERJUDIQUE. Dotado de buen gusto, cortesía y elegancia. Muestras deferencia y estima por los demás a los que si tratas de convencer lo harás con mucho tacto.


De 6 a 11: ACTITUD MEDIA.- Ponderado pero siempre que no te lleven la contraria con agresión. Em ese caso respondes para defenderte empleando la brusquedad si el caso lo requiere. Sueles ser mediador y optar por el diálogo pero sin que te veas perjudicado.


Menos de 6 A.- Carácter fuerte y bastante intransigente. No toleras ninguna opinión fuera de lugar. Sincero pero falto de diplomacia. has de tener cuidado de que esa sinceridad no se convierta en grosería. la falta de tacto te hace parecer violento aunque en realidad solamente te interese que tu verdad resplandezca. Modera esa actitud para que puedan conocerte como de verdad eres.

domingo, 28 de agosto de 2011

LO FUNDAMENTAL Y LO ACCESORIO


Es necesario distinguir siempre entre lo fundamental y lo accesorio. En muchas ocasiones, perdemos el sentido de lo importante por lo atender a lo que suscita la discusión, dejando de lado lo que es imprescindible y definitivo. Se nos escapa la vida, de discusión en discusión. Nos gusta argumentar, debatir y rebatir la palabra de otros sin tener en cuenta las consecuencias del contenido. La palabra queda reducida así a simple vestimenta del pensamiento en la que nos enredamos para hacerla más lujosa. Hay que dejar de lado lo que no tiene trascendencia. Saber discutir es todo un valor que muy pocos poseen. Cuando entramos en una polémica y tratamos de justificar los argumentos que esgrimimos, una y otra vez, llega un punto en el que se pierde el sentido y la dimensión de lo debatido y se escapa la inmediatez de lo necesario. Tratemos de ser cautos. Atemos nuestra lengua al corazón y dejemos que sea éste quien dirija la tertulia. No pongamos de pantalla los ornamentos para quedarnos en ellos. Sepamos usar la oratoria como el don que es y tratemos de merecer el nombre de maestros. Nuestra vida siempre es un ejemplo para otros. Nuestra experiencia un tesoro inmenso cuando hemos aprendido de ella y somos capaces de mejorarnos. Cuidemos cómo lo presentamos a los demás. Nunca se sabe en qué momento nos están tomando por modelo.

Veamos este breve texto cuyo contenido es altamente significativo.

“Un hombre se perdió en el desierto. Al cabo de unos días ya punto de morir de sed, vio
que una caravana se acercaba. Como pudo, llamó la atención de los viajeros, que presurosos se dirigieron hacia el necesitado. Éste, con un hilo de voz apenas pudo decir:
-Aaaguaa.
-Pobre hombre, parece que quiere agua, rápido, traigan un pellejo -reclamó uno que parecía el jefe.
-Un pellejo no, por Dios -interpeló otro-, no tiene fuerzas para beber en un pellejo, ¿no se dan cuenta? Traigamos una botella y un vaso para que pueda hacerlo cómodamente.
-¿Un vaso de cristal? ¿Estás loco o qué te pasa? -protestó otro de los presentes-. ¿No ves que lo cogerá con tanta ansia que puede romperlo y dañarse? ¡Traigamos un cuenco de madera!
-Aaaguaa... susurró el moribundo.
-Creo que ustedes se han vuelto locos -agregó un cuarto hombre-. ¿Es que acaso no recuerdan que tenemos un vino excelente? Siempre lo reanimará más un buen vaso de vino que el agua. ¡Traigamos el vino!
-Beebeeer -imploró el sediento con sus últimas fuerzas.
-Seguro que el desierto los ha hecho perder el juicio. ¿Cómo vamos a darle vino sin saber si este hombre es musulmán? ¡Estaríamos obligándolo a cometer un gran pecado! Preguntémosle antes si es religioso -solicitó otro hombre de aspecto bondadoso.
-Pero ¿es que de verdad piensan darle de beber aquí a pleno sol? Antes tenemos que ponerlo a la sombra; yo tengo ciertos conocimientos de medicina y les digo que este hombre está ardiendo de fiebre y agotado. Llevémoslo a la caravana y pongámoslo en una cama -intervino otro de los presentes.
A los mercaderes no les dio tiempo a discutir más, aquel hombre acababa de fallecer en sus brazos.”