Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 6 de octubre de 2012

COMPARTIMENTOS EN EL CORAZÓN

A veces el corazón no funciona al unísono. Con el tiempo aprendemos a tener compartimentos en él. Espacios sin límite preciso en el que poder guardar las riquezas y las miserias que las vivencias nos vamos dejando de nosotros mismos. Porque lo que encerramos en este cofre sagrado no es más que estelas de emociones capturadas en el vuelo del alma a golpe de risas y lágrimas.
Lo que queda ahí es lo que somos y lo que somos no es otra cosa que el resultado del dolor y del gozo que hemos experimentado; el brillo que haya quedado después de las luces y las sombras escritas en el libro de nuestra historia.
Con el tiempo entendemos que es bueno que así sea porque los amores que pueblan el desolado campo de batalla que queda tras las contiendas tienen entidad propia.
Si logramos diferenciar los rasgos específicos de cada sentimiento nunca se mezclarán y por lo tanto no habrá que temer a los celos porque nadie quita amor a nadie. El amor siendo el mismo en su naturaleza, no lo es cuando se derrama sobre personas diferentes porque cada una hace del amor una estrella distinta que alumbra de forma única.
El amor nunca se recorta, nunca por repartirlo disminuye, nunca por ampliarlo se pierden las fuerzas en la entrega. Cuanto más se ama, mayor es la capacidad de hacerlo. Cuánto más se transmite, mayores regalos obtenemos de vuelta, cuánto más se prodiga mejores resultados obtenemos como recompensa, porque el amor es el estado natural en el que la felicidad fluye.
         Posiblemente el desamor tenga también su espacio en nuestro templo particular. No podremos evitar mirar con tristeza y melancolía aquel fulgor que resplandecía en nuestras pupilas cuando estuvimos enamorados, sin embargo siempre es mejor haberlo estado que haber esperado en la orilla para verlo pasar delante sin que nos tomase de la mano. Porque después, al final, también tiene su lugar en nuestro balance afectivo.
Las cuentas deben cuadrar y el saldo total ha de sumar amor por todos los lados, de lo contrario creo que la vida habrá sido perdida.

viernes, 5 de octubre de 2012

LA ARENA DEL RELOJ

Ayer estuve en una celebración donde la tristeza y el regocijo se daban la mano. Se trataba de la jubilación de una profesora.
Uno dedica su vida a los demás. Y lo hace con entrega, con cariño, con dedicación inmensa. Pero en ello no va solo el altruismo del servicio al otro, sino que en este intercambio de frutos del espíritu va un interés propio de ser feliz con el progreso de los demás. Invertimos tiempo, esfuerzo, paciencia, afecto, ternura y un sinfín de derroches de cariños que tienen su recompensa, al final de todo.
Cuando una etapa termina supone echar la llave a la puerta que deja tras de sí vivencias, sentimientos y emociones sucedidas mientras nuestro mundo era de otros. Es como si tuviésemos la oportunidad de visualizar una película con un solo protagonista al final de la cartelera.
El término de la vida laboral tiene un sabor agridulce que siempre finaliza con lágrimas. Se llora, tal vez, por todo lo bueno que se vivió a lo largo de ella porque cuando se hace balance, a esas alturas, no suele aflorar lo negativo. La mente siempre está a nuestro favor y por ello selecciona lo que nos protege del dolor, echando en el cajón del olvido lo que no nos ayude a vivir mejor.
Miramos atrás con ternura y cierta melancolía. El perdón aparece rasando los niveles de amargura para igualar el estado de placidez del trabajo bien hecho y el deber cumplido. A pesar de que todo tiempo pasado no siempre fue mejor, lo parece en esos instantes cuando el pie se sitúa en el borde de un futuro con expectativas, al menos más cortas.
Mirar en los ojos de una persona que se despide, sea de lo que sea, siempre nos introduce en un mar de sensaciones que al menos nos aquietan. Nos miran como tendiendo una mano para ser apretada más veces, como abriendo el corazón para que pases más a menudo a partir de ahora, como invitándote a quedarte para no sentir el frío de las horas en solitario que están por venir. Otro tiempo con otras gentes en el cual cambian los empeños para reducirse más al ámbito de lo íntimo, lo cual no es malo siempre que en ese círculo nos esperen personas que nos amen y nos necesiten y en el cual sepamos volar libres sin sentir la necesidad de asfixiar a los que siguen con un horario estrecho y opresivo del que apenas pueden huir.
Ahora toda la arena que queda en el reloj es suya y seguirá cayendo al mismo ritmo siempre que no lo empujen de golpe en un intento de bajarse de la vida.

miércoles, 3 de octubre de 2012

MENTE Y CORAZÓN

Nuestra mente es un ente autónomo que funciona con voluntad propia. Nos parece que ella se organiza, se enreda, se expande, se alza o desciende según criterios propios que poco tienen, muchas veces, que ver con la voluntad.
Mientras nuestro corazón nos habla de amor, ella se empeña en aplicar la lógica; en emplear razonamientos a lo que duele y en intentar un orden donde cunde el caos. Creemos en ella y en su peculiar sentido de lo correcto. En lo que se debe hacer y no en lo que se quiere vivir. En su rigor espartano cuando juzga a otros o en esa insaciable conversación acusadora cuando lo hace con nosotros. Y a pesar de todo, ella nos parece el instrumento adecuado para acertar equivocándonos de nuevo una y otra vez.
El ensayo y el error han sido sus puntos de referencia para avanzar en los mentales logros pero, aún así, ha necesitado anclajes que fijen el corazón a las neuronas y en un intento de combinar el impulso del sentimiento con la fuerza de la razón.
Por más que uno llama a la puerta del intelecto, cuando el malestar está más abajo, no logra encontrar consuelo. Sólo el corazón conoce las causas de nuestros males, sólo él sabe dónde encontrar el antídoto y nadie más que él puede remediar la falta de oxígeno del alma.
Al igual que desarrollamos la capacidad lógica, el pensamiento estructurado o la habilidades mentales deberíamos cultivar la intuición. Ella pertenece al motor de arranque de la vida misma. Ella es la que sin razones es capaz de dar en la diana de las soluciones y la que, sin duda, nos permite ver más allá de lo evidente mediante un pálpito profundo e intenso que todo lo clarifica al instante sin necesidad de ecuaciones complejas con las que precisar la fórmula del amor.
En definitiva, es amor lo que todos ansiamos, es amor lo que necesitamos y también es amor lo que nos lleva a la búsqueda incesante de la felicidad.

martes, 2 de octubre de 2012

MAR EN CALMA


Cuando todo parece ir mal lo único que puede devolvernos a nosotros mismos y a nuestro centro es la calma. Posiblemente es uno de los estados más difíciles de conseguir. La mente no para de hablarnos. Continuamente incide en aquello que más nos preocupa, pero sobre todo tiene una extraordinaria facilidad para agrandar los problemas y distorsionarlos. Y en medio del silencio se alza poderosa para arremeter de nuevo con lo que nos asola.
La calma no es más que esa espera por lo que parece urgir, ese parar un rato para tomar aliento. El momento de quedarnos fuera de la maraña de cuestiones que nos invitan constantemente a la pelea. La toma de asiento en un lugar apartado del bullicio donde se dirime el premio o el castigo.
Sería bueno poder detenernos y respirar. Libre y abiertamente. Dificultosamente, seguro en un principio, pero plácidamente más tarde cuando logremos automatizar el hábito de mirarnos desde el exterior.
Muchas veces aludimos a meternos dentro, a replegarnos sobre nuestras costuras y a mirarnos así, desde lo íntimo. Pero cuando la necesidad es la calma…tal vez debamos hacer el esfuerzo de ser espectadores de lo que somos y mirarnos detenidamente con los ojos de otro. Entonces entenderíamos que estamos girando en una espiral centrífuga que nos devora y que ya no nos dejar responder como nosotros, sino como ese ser en el que nos hemos transformado después de sucumbir a lo que tememos.
Si lográsemos vernos con la capacidad de protección que tenemos para los que amamos nos hablaríamos rápidamente dándonos consejos para no enfermar. Porque lo que primero responde a las angustias del alma son los órganos del cuerpo. Ellos también se quejan. Estoy segura. Miremos si no qué nos duele últimamente y revisemos en qué se centran nuestras preocupaciones, posiblemente seamos capaces de elegir nuestra salud antes que dar la mano a la bronca interior para entrar en una contienda permanente que a lo único que nos lleva es a morir en silencio, una y otra vez, hasta que la muerte se acopla a las espaldas y viaja con nosotros.
Visualicemos un mar en calma y en medio de esa placidez sintámonos capaces de dejar este rinconcito en un apartado de nuestra mente. Siempre estará esperándonos cuando decidamos salirnos fuera y buscarnos en otro sitio.

domingo, 30 de septiembre de 2012

TOCADO Y HUNDIDO

         Cuando era pequeña me gustaba jugar a los barcos. Era un juego de estrategia simulada sobre un papel cuadriculado donde distribuíamos cuadraditos de varias dimensiones asemejando buques de mayor o menor magnitud.
 El juego consistía en probar determinadas posiciones, dentro de unas coordenadas para alcanzar, con los torpedos imaginarios, al contrario. Si el barco era de grandes dimensiones necesitábamos más munición y mejor acierto. Sólo cuando completábamos los cuadros que lo componían teníamos el orgullo de oír “tocado y hundido”.
Hoy he estado pensando en este juego que necesitaba poquísimo material para elaborarlo y que tantos ratos, hasta de colegio, llenaba.
La vida es de algún modo, como éste juego. Posiciones estratégicas que debemos salvaguardar de quien viene a tocarnos y hundirnos. Maneras de situarnos para que lo que llega no acabe con nosotros. Formas de instalarnos en el mapa de la existencia para no dañar ni que nos dañen.
No podemos evitar quedar tocados por los vaivenes de los acontecimientos pero sobre todo, debemos evitar quedar hundidos por las batallas del amor porque esas sí que pueden sumergirnos en las más profundas simas. Y no se pueden eludir sino comprendiendo que lo que sucede nunca ocurre porque sí. Todo está perfectamente diseñado para cada uno de nosotros, todo encaja en el plan que trajimos trazado por ese rasgo divino de nuestra alma que lo quiso vivir lo bueno, lo excelente, lo malo, lo peor…con tal de completar aprendizajes.
Si en este momento te encuentras tocado y hundido piensa que sólo es un juego de estrategia y que puedes recolocar los barcos para ganar nuevas posiciones y partir de nuevo por las aguas del tiempo que te queda.
Nada ocurre en nuestra contra, aunque lo parezca. Tengamos confianza en conocer a la perfección que cada situación es la que debemos vivir en cada momento y seamos buen patrón de barco para dirigir el nuestro.

DOMINGOS LITERARIOS


NO PODRÁS OLVIDARTE
No podrás olvidarte de mi sonrisa de niña
cuando a los ojos, inocente, te miraba
no podrás olvidarte de mis caricias de hada
cuándo sobre tu piel desnuda pasaban
no podrás olvidarte de la brisa que movía mi pelo
en aquel balcón, en medio de la nada,
no podrás olvidarte de mis cálidos besos
sobre tu boca encendida y encarnada
ni podrás borrar las imágenes de la ternura
y de deseo, como a mí me pasa
por mucho que quieras echarme
de tu vida, de tu mente, de tus ganas.
No podrás decirte que no me amaste
aunque se lo digas a los que amas
no podrás negar que por mi hiciste
locuras sin límite para beberte mi alma
ni podrás seguir fingiendo que no sientes nada
cuando estés a solas contigo y seas solo de ti
sin vergüenza, ni odio, ni rabia.
Lo sé porque cuando me quedo desnuda
a solas en mi cama,
llorando me descubro por ti y contigo
sin quererlo, sin saber cómo, sin  palabras.
Y así pasan los días, negando verdades
que a fuerza de repetirlas, ganan,
la batalla perdida de creer que tú para mi
ya no eres nada.