Comenzamos una serie de relatos
muy breves de este mítico personaje sufí Nasreddin,
o Nasrudín, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las
enseñanzas sufíes. Se supone vivió en la Península Anatolia en una época
indeterminada entre los siglos XIII y XV. También se le conoce como "El
maestro Nasreddin" (Nasreddin Hodja) y Mulá Nasrudín.
Su origen es medieval y se le
conoce en lugares como Egipto, Síria, Asia central, Pakistán y la India. También
en Turquía y Rusia. Su fama se extiende desde Mongolia hasta Turquía, e incluso
el sur de Italia, en Sicilia (donde es conocido por el nombre de Giufà)
y en Cerdeña, y sus aventuras y anécdotas se cuentan en multitud de lenguas
distintas.
Hoy trata del tema del miedo que
unos nos tenemos a otros lo que provoca el recelo, la desconfianza y la coraza
con la que nos relacionamos muchas veces. En ocasiones, son temores inducidos
por golpes emocionales que hemos llevado de otros; a veces un modo de
protegernos antes de que nos los den, pero en cualquier caso, el miedo al miedo
que unos y otros nos profesamos ante el temor de lo desconocido.
Cuento 1:
…”Una noche Nasrudin caminaba en solitario por una calle. De repente se dio
cuenta de que unos cuantos hombres a caballo se dirigían hacia él.
Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa mala. Se asustó y cuando los hombres y el ruido de sus caballos se acercaron, se puso a correr y entró a toda prisa en un cementerio. Para esconderse se tumbó rápidamente en una fosa abierta.
Los jinetes – que eran simples viajantes – se sorprendieron al ver a aquel hombre corriendo. Siguieron Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. Él estaba allí con los ojos cerrados como si estuviera muerto.
Los hombres le dijeron:
- ¿Qué te sucede?
- ¿Por qué te has asustado tanto de repente?
- ¿Qué pasa?
Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo.
Abrió sus ojos y dijo:
- Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme por qué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía.”