Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 9 de agosto de 2018

MI TAZA DE DESAYUNO



Ayer comentaba con mi hijo la importancia de las rutinas en la vida, pero sobre todo la trascendencia de la constancia, la voluntad y la sistematización a la hora de conseguir un equilibrio vital o la conquista de cualquiera de nuestras metas.

Efectivamente, una de las cuestiones que para mi tienen relevancia en las rutinas es la alimentación. Me gusta comer. Disfruto con los sabores, las texturas, los olores y el paladeo de cada alimento. Pero me gusta comer bien.



¿Qué significa “comer bien”?. Comer adecuadamente a nuestras necesidades biológicas e incluso emocionales, porque a veces se come a golpe de emoción frustrada, enquistada o dolorosa, o por el contrario, entusiasta y celebradora.

La exhausta información sobre alimentación no deja lugar a dudas de qué alimentos son los interesantes para nuestra salud. Adelgazar es una cuestión de cambiar de hábitos y de focalizar el gusto en alimentos saludables. En muchas ocasiones, convertir estos alimentos en algo semejante a lo que tanto nos atrae y engorda es muy sencillo.

Hay que elegir; pero hay que elegir bien. Grasas, azúcares, bollería, exceso de hidratos…y un sinfín de reglas que todos conocemos que hay que evitar o mejor dicho, sustituir.

Mi día comienza con una maravillosa rutina en la que pongo mucho empeño y gusto: el desayuno.

El mío cabe en esta taza que aquí os dejo, pero está lleno de sabores  a cereales variados, frutos secos, pasas, frutas deshidratadas, avena (que recoge la grasa del intestino y la fulmina) y deliciosos copos de trigo inflado que sirven de corona.

Es un hábito magnífico que me ayuda a eliminar toxinas y a permanecer en mi peso.

Luego, eso sí, siempre elijo mi taza. Llevo ya mucho tiempo con esta. Se trata del búho de la suerte. Es un regalo, por eso confío, desde el principio de la mañana en que todo el día irá bien.

El desayuno define nuestro tipo de alimentación. ¿Cómo desayunas tú?

lunes, 6 de agosto de 2018

CUANDO ME SIENTO MAL



Cuando me siento mal, cocino. Es como si me liberase en los fogones. Supongo que se trata de crear partiendo de una mala sensación. Dejar atrás lo que nos preocupa para enfocarnos en aquello que nos va a dar un resultado que depende de nosotros.



Lo peor en aquello que tememos es no poder controlarlo, no poder hacer nada y seguir empecinados en temer. La cocina, como cualquier cosa que emprendamos desde nuestra voluntad y con nuestro esfuerzo, nos devolverá algo que hicimos nosotros y que tendrá un final nuestro también.

Cuando la preocupación nos acecha lo mejor es cambiar el enfoque. Centrarnos en otra cosa y que ello nos implique y nos impela a la acción.

De nada vale darle vueltas a lo tememos o a aquello que  nos duele o a lo que nos preocupa. Ni una vuelta más podrá solucionarlo. Lo mejor es emplear las herramientas que tengamos a mano y por supuesto todas ellas, únicamente nuestras.

Identificar qué nos sucede es muy importante. También reflexionar sobre lo que queremos o a dónde queremos llegar. Desechar lo accesorio y sobre todo, no intentar intervenir en lo ajeno. Nadie puede ni debe cambiar a nadie. Nadie cambiamos por un estímulo exterior. Puede motivarnos, inspirarnos…pero el cambio siempre es propio desde dentro.

Cuando me siento mal cocino y lo mejor, lo hago para otros lo que aumenta mi satisfacción. Me reconozco un tanto antigua. Aún me gusta “ser útil a los demás” y encuentro en ello mucho placer. Tengo que tener cuidado para no perderme yo entre el resto o no diferenciarme de los requerimientos ajenos.

Reto que persigo: saber qué quiero en cada ocasión y abandonar la pena que me producen mis decisiones sobre los cercanos que, a veces, son los que más presionan para mantenerme inmóvil en mi insatisfacción.

Mientras tanto, cocino.

domingo, 5 de agosto de 2018

BAJO LA SOMBRA DE TUS OJOS



Como agua fresca miro tus ojos

Para beber en ellos la dicha y el antojo,

Ha llegado el calor y el sofoco

De no tenerte niño cerquita 

de mis labios rojos.

Acunando recuerdos viejos

Que hacen del pasado, mi todo.



Te llevo en el pecho como cruz

Que encierra el amor y el odio,

Como si dependiera de este símbolo

La vida que no he vivido

en tu lado fresco de menta e hinojo.

Bésame niño, bésame mucho y poco

Que cuando termine la noche

Y el calor abrase de nuevo,

Me habré ido  para ser un sueño

Que mirarás de lejos,

 Como la verdad inmensa

De quererme todo.

Bésame niño, bajo la sombra de tus ojos

que creeré que he muerto y despertado

en el edén de los más felices de los locos.