Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 17 de junio de 2017

MIENTRAS TE ACUERDAS DE MI...



Mientras te acuerdas de mí, 

voy tejiendo una manta

para tapar los recuerdos amables

que piden dentro, una nana.

Mientras te acuerdas de mí,

Salto por la noche desde la cama

Entre las sábanas y los sueños

Desde mis pies a tu cara.

Mientras te acuerdas de mí,

Dejo mis ojos navegando en tu calma

Dejo mi vida en la otra orilla

Te dejo a ti, sin aire ni lágrimas

Porque me las quedo todas

Para mi sola, en el silencio del agua.

Mientras te acuerdas de mí,

Tengo tu nombre sobre mi alma

Para quitar letra a letra

Y cambiar la historia de tu trama.

Mientras te acuerdas de mí,

He comenzado un diario

Que lo escribo, día a día,  sin palabras

Esperando que lo leas 

Cuando termine el tiempo de escalada.

Por si te acuerdas de algo o de nada;

en cualquier caso, 

haré de mago y de hada 

y borraré de un soplo

el polvo viejo de tu araña.

jueves, 15 de junio de 2017

¿Y SI ME ATREVIESE “A” …?



Muchas oportunidades las perdemos por no atrevernos a saltar la berrera de nuestros miedos. 


Miedo a la crítica de los demás, miedo a la desconfianza en nuestras posibilidades, miedo a los propios convencionalismos que campan a sus anchas dentro de nosotros; miedo a lo que nos dijeron nuestros padres que era “lo correcto”, miedo a faltar o miedo a sobrar.


Hay que comenzar por diseñar una escalera pegada al muro gigantesco del miedo.


Cuando logramos dar un pequeño salto sobre los peldaños de esa escalera y alcanzamos el primero, estamos dando la mano al miedo y le estamos invitando a subir con nosotros pero no como enemigo, no como adversario, no como contrincante; sino como compañero compasivo que nos cederá el paso hacia la victoria.


 Hay que atreverse a dar pequeños pasos. El camino se abre en ese tránsito paulatino y lento que iniciamos. Si nos atrevemos “a”… sentiremos una satisfacción inmensa. Una amplitud en el pecho que nos hará sentirnos poderosos; nos dejará el poder de sobrepasar nuestros límites, tantas veces auto impuestos.


Podemos empezar por poco. Atreviéndonos a cositas pequeñas. A variar rutinas diminutas. Podemos empezar por una partícula…y seguir gota a gota, muy despacio hasta lograr situaciones de cambio que empiecen a empoderarnos.


Los cambios bruscos nunca son buenos, ni a veces posibles sin un desequilibrio. Pero si el cambio depende de ti siempre podrás dirigirle.


Gota agota…sorbo a sorbo…bébete tus miedos y haz algo diferente enfocado en lo que te gusta.


La puerta está abierta, solo tienes que dar un pequeño paso para cruzar el umbral y al otro lado encontrarás lo mejor de ti.

lunes, 12 de junio de 2017

OBSERVAR, CONOCER, SUMAR O RESTAR



Actuamos por impulsos, reaccionamos en vez de responder, hablamos en vez de escuchar.

Hay que observar. Se aprende mucho observando cada detalle, las expresiones, el lenguaje corporal y un sinfín de formas de comunicar que nos envían mensajes sin palabras.

La observación no solamente depende de la visión. Hay también que escuchar. Dejar que los rumores lleguen a ti, que se solacen creyendo que no se detienen, que se agranden pasando de largo sin saber que quedan en nosotros.

Aunque pasemos de puntillas por la vida del otro, es imposible no saber quien tenemos al lado si observamos. 

Hay personas muy difíciles de conocer porque parecen transparentes pero son opacas y resbaladizas. Entonces aplicamos la observación silenciosa. Tomamos distancia y vemos la escena completa.

No somos dueños de nadie. Cada cual actúa como quiere o como puede, pero en cualquier caso tomar decisiones tiene consecuencias. Si vamos por un camino, no podremos pasar por otro, ni llegaremos al mismo lugar. Todo no se puede tener.

Lo que queda siempre es aceptar al otro. Con sus defectos, con sus miserias o con sus virtudes y grandezas. En esa aceptación no va implícita una interrelación.

Te acepto. Te sumo o te resto a mi.

En los peores momentos, siempre nos tenemos a nosotros mismos. Una flor comienza a nacer en forma de diminuto capullo cuando abrazamos una situación nueva, un cambio. Y lentamente va agrandándose en el corazón; añadiendo pétalos, engrosando su corola, dando luz con su color.

La vida es impermanencia. Lo que nace, desde que nace, comienza a morir. Todo cambia. Si nos aferramos a situaciones que pretendemos vivir siempre igual, estamos condenados a sufrir sin remedio. Nada es igual de un día para otro. De un momento para el siguiente.

Ahí, en medio de la tormenta aparece, de pronto, un paraguas que nos cobija. Un rayo de sol que tomamos como nuestro… y la vida se suaviza, se hace blanda y fácil. Entonces estamos en la mejor disposición para sentir y vivir plenamente cada instante porque no esperaremos nada. 

Esperar está relacionado con la carencia. Esperamos que suceda algo que no pasa aún; esperamos tener algo que no tenemos aún. 

Abandonar la batalla no significa perder. 

Retirarse a tiempo es ya una victoria. 

Observar nos dará las pistas para saber en qué orilla debemos situarnos.

Una vez ahí, todo vuelve a comenzar.