Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 21 de abril de 2012

SENTIR,DECIR, HACER...

A veces con poco basta. Otras ni con mucho, llega. La intensidad de los sentimientos cobra un papel secundario frente a la expresión de los mismos.
         Presuponemos demasiadas cosas. Las damos por entendidas y nos cuesta trabajo demostrarlas. Hay en ello una equívoca interpretación de vulnerabilidad. Pareciese que perdiésemos la firmeza que nos pone el escudo de dureza e impermeabilidad.  Es mejor no decir y expresar lo mínimo.
         Esa postura anacrónica era la que manejaban, posiblemente, nuestros abuelos y a lo que llamaban respeto, muchas veces se convertía en miedo.
         Hay que expresar lo que sentimos. Hay que besar más y estrechar a los que amamos en abrazos infinitos. Hay que demostrar que el sentimiento permanece y que se hace más fuerte y autónomo cuando se derrama al exterior.
         No entiendo los amores en la quietud y la compostura de la cortesía. No entiendo que sobren las palabras, ni los gestos de cariño cuando éste se siente. No sobra nada. Todo es necesario porque si analizamos los muchísimos casos de depresiones, tristezas, traumas y dislocaciones mentales tienen un mismo origen en problemas con los afectos.
 Hay que expresarlo. El otro debe saber que la llama está encendida aunque por parentesco conyugal, filial o fraternal se sobreentienda.
         Yo no dejo nada a la casualidad en materia de amor, bien sea por la pareja, por los hijos o por los amigos.
         El refuerzo que supone las muestras de cariño no deja morir el alma y la mantiene viva, llena de energía y sostenida por una llama incandescente que nunca se apaga.
         El equilibrio del espíritu llega a través del cariño. Cuando sentimos amor estamos absolutamente protegidos;  no nos encontramos solos ni estándolo y todo se hace sencillo y posible.
         El afecto tiene el mismo resultado químico en nuestro cerebro que los neurotransmisores y las hormonas que permiten la sinapsis.
         El amor, es sin duda, el mejor antidepresivo…pero al igual que no olvidamos tomarnos la pastilla…no podemos olvidar el beso, el abrazo o la palabra justa en su momento; en cualquier momento porque a diferencia de los medicamentos, no tiene horario y siempre lo llevamos con nosotros.
         ¿Algo más sencillo y de mejor resultado?
Feliz fin de semana

viernes, 20 de abril de 2012

LA DIMENSIÓN DE LA VIDA

La vida no tiene tamaño. Llega sin él. Es un atributo que debemos añadir nosotros. Se trata de un papel continuo donde el tiempo y el espacio se instalan en nuestra mente linealmente para consumirlos a gusto o necesidad del que  la comienza.
No hay antes ni después para el que vivimos mientras lo hacemos. Entramos a ella desde una incógnita sorprendente que se va afianzando en nuestra conciencia mientras pasamos los días. Tampoco tenemos constancia del después. Es como si encendiésemos la luz en una habitación a oscuras…la mantuviésemos por unos instantes y la apagásemos de nuevo. Vivimos en un paréntesis cuya amplitud la elegimos nosotros. Y me refiero, con ello, a la dimensión que la vida obra en nuestra mente.
Algunos pueden estar en una prisión y sentirse libres para abrazar los sentimientos de infinitud desde el otro lado de las rejas. Otros, gozándolo todo pueden ahogarse en la insatisfacción y el pequeño mundo de sus angustias. Por eso, la vida no tiene tamaño. Cada uno le concedemos el que esté libre en nuestro corazón, desde cualquier lugar y en cualquier momento. No tiene tiempo tampoco, porque el tiempo le administramos en el interior y al igual que hay instantes eternos por los que merece la pena haber vivido, hay horas, días, semanas y años que pueden pasar vacíos sin nada que nos aliente a seguir.
Solemos acotar la existencia y computarla de acuerdo a los sufrimientos porque son éstos los que marcan el calendario de cada biografía y en ese devenir de los recuerdos de lo doloroso juzgamos que el tiempo se ha hecho largo y que la experiencia pesa más de lo debido.
La satisfacción de aprender y de utilizar lo aprendido nos deja, sin embargo, un gusto agridulce en los labios. Por eso, cuando besamos, ahora a nuestra edad, comprendemos que lo importante no está en lo pasado, sino en lo que está por llegar porque esa es la esperanza que sigue dando espacio a la vida; a la que nos quede. Al ahora que no es sino el único momento posible.
Por eso, en definitiva, cada beso supone un regalo inmenso que nos demuestra que la vida comienza en cada instante.

jueves, 19 de abril de 2012

APRENDIENDO A CONOCERNOS

No es fácil, ni rápida la tarea de conocerse a uno mismo. Nos sorprendemos abiertamente, en muchas ocasiones, cuando hacemos lo que nunca pensamos que haríamos. Y sobre todo cuando en nosotros reconocemos patrones de conducta heredados o imitados que tal vez siempre hayamos repudiado.
Cuando uno se hace mayor, los problemas parecen crecer y el ángulo de visión con el que comenzamos a mirar la vida…se estrecha. Empezamos a pretender que todo lo que llegue hasta nosotros se ajuste a nuestra particular dimensión para comprender, para valorar o para estimar lo que vivimos.
En este proceso nos comenzamos a alejar de los que nos conocen desde hace tiempo pero sobre todo, nos alejamos de nosotros mismos porque no nos dejamos crecer más. Es como si en cada momento de nuestra madurez estuviésemos seguros de que ya lo sabemos todo de nosotros. De que no hay nada que pueda sorprendernos en nuestras reacciones y de que en definitiva, somos como somos y no vamos a cambiar más.
El error profundo es no considerar que la vida es, en toda su dimensión, cambio continuo y que sabemos lo que hemos hecho hasta el día de hoy pero que tal vez mañana nos miremos al espejo y veamos a otro.
Conocernos siempre será una tarea inacabada. Y lo es porque no somos igual que ayer ni seremos mañana el que hoy está dentro de nosotros. Por eso, no hay que desistir en el empeño y revisar, cuidadosamente, las debilidades que tengamos, las fallas de nuestro corazón y las grietas de nuestra voluntad.
Creemos ser inteligentes y fallamos en lo rudimentario. Sabemos, conocemos, tenemos datos en nuestra mente…somos capaces de amar, de odiar, de perdonar o de condenar…pero lo fundamental que es equilibrar nuestra vida aprendiendo de la experiencia, lo hacemos bastante mal aún.
Conocernos pasa por transitar túneles oscuros…sabiendo que al final siempre nos espera la luz. Requiere soledades y silencios porque solo en la quietud podemos acallar la parlanchina mente que nos confunde.
Quedarnos quietos, cerrar los ojos y respirar profundo…es un requisito inevitable si queremos conectar con lo que somos hoy.
Mañana…requerirá su propio ejercicio porque seguro…seremos otros.

miércoles, 18 de abril de 2012

¿Ángeles o demonios?

A veces me pregunto si hay una parte demoniaca en todos nosotros. Aludimos, frecuentemente, a la parte divina…a esa chispa de los dioses que mora en nosotros como esencia misma de su naturaleza compartida. Pero cuando vuelvo mis ojos a los terrores de la historia y puedo poner nombres y apellidos…entonces algo se desequilibra en mi y me impele a pensar que esa otra dimensión también existe.
No podemos ignorarla, si es que está ahí. Debemos conocerla y si es posible, controlarla. Me repugna y revuelve todo mi interior el maltrato sea con personas, animales e incluso con las cosas materiales. Esa agresión injustificada, llena de ira y locura malsana, esa forma de ejercer una autoridad que nunca le corresponderá a quién así se comporta y esa disponibilidad hacia la provocación del sufrimiento del resto…me asquea.
¿Cómo es posible que se sienta placer en el dolor ajeno?¿Cómo y en qué parte se aloja el deseo de matar, de aniquilar y de humillar a los demás?.  Y lo peor es que no responde a un instinto de supervivencia como podría corresponder a un comportamiento propio de la especie. Lo más deleznable es que realmente el veneno está instalado en los laberintos de la mente, en ese cerebro límbico que se encarga de las emociones y que se desequilibra; en las rutinas de maldad de las  que algunas personas hacen gala.
¿Les hace ser más fuertes?¿Les concede la idea de que en realidad son más poderosos?¿Les provoca placer la falsa cúpula del instante en el que someten?...Algo debe cambiar en el corazón para que éste pueda aceptar como válidos dichos comportamientos.
         La eterna pregunta sobre si el mal es parte del hombre, si se nace con él o si se aprende como reacción defensiva supera el ámbito de lo teórico para instalarse con acritud en la realidad.
Hay personas que han protagonizado la autoría de matar a multitud de seres semejantes…y personas que en el lado opuesto de la balanza, han salvado a otros muchos. En el medio, el hombre común que día a día lucha contra sus propios demonios…aquellos que la educación, la urbanidad, la cortesía y los valores aprendidos someten constantemente. Y cuando asoman y nos pillan de improviso, es necesario que encuentren una sólida capa de amor que logre fulminarlos al instante.
Es el único antídoto contra lo que anida en nuestro interior y que sin proceder del lado animal, nos convierte, también, en humanos.

martes, 17 de abril de 2012

EXPERIMENTO CON LA QUEJA

Una de las forma de expresión más frecuente, de la molestia que nos produce algo, es la queja. Ese lamento que pocos escuchan a pesar de que nuestra intención sea ser reconocidos en aquello que forma parte de nuestro reclamo.
Nos quejamos, a veces demasiado, porque pretendiendo ser escuchados conseguimos la reacción contraria.
El efecto de la queja es como el de un veneno que solamente nos tomamos nosotros. A los demás no les importa demasiado porque de otro modo no sería precisa y estaríamos a disposición de la comprensión de quienes tenemos al lado, sin necesitarla.
Posiblemente esté justificada y aún sea necesaria como desahogo del alma. Sin embargo, casi nunca consigue sus objetivos que en el fondo son aquellos ligados a la necesidad de un apoyo aunque sea, únicamente moral.
Otras veces, la queja se hace rutina y se instala de tal modo que se añade a nuestra comunicación diaria, sin darnos cuenta. Tan acostumbrados estamos a sugerir ser vistos y oídos, sin ser escuchados, que la incorporamos como muletillas donde apoyamos los mensajes que transmitimos. Pero nuevamente,  recae sobre nosotros y nos va intoxicando como un lento y letal narcótico que nos produce la sensación de que todo en nuestra vida va mal.
Por esta razón, entre otras, debemos evitar quejarnos continuamente.
Podemos elegir, sin embargo,  un diálogo con nosotros mismos contándonos lo que nos pasa e imaginando a nuestro yo delante como el mejor interlocutor. Nadie nos va a entender igual, nadie tan dispuesto a tender su mano para consolarnos y sobre todo, nadie que nos lleve hasta el centro del corazón para aliviar nuestro pesar con el mejor de los besos.
Si alguna vez tenemos que quejarnos, probemos a hablarnos en voz alta incluso. Y por qué no, a contestarnos desde el otro lado para ver qué tiene que decirnos nuestro yo interior, dejando que responda libremente lo que llega a nuestra mente.
Estaremos después más calmados y sobre todo, veremos los problemas desde otra dimensión porque habremos logrado ascender nuestro subconsciente a la parte consciente y ahí ser ayudados por los patrones de conducta que de verdad actúan sin darnos cuenta.
Es toda una experiencia. Os animo a ponerla en práctica.

lunes, 16 de abril de 2012

Tipos de Miedos

Miedo tenemos todos. No hay nadie que nunca haya temido algo. En realidad, lo que nos diferencia no es la ausencia de miedo, ni siquiera la gradación que podamos sentir de él. Lo que nos hace distintos es el valor para enfrentarlos y la determinación para mirarlos cara a cara.
         Muchos de los miedos que tenemos podríamos decir que son miedos prudentes. Miedos necesarios para evitar la temeridad; miedos que nos protegen de la insensatez de obviar los peligros reales que existen y nos rodean. Estos miedos han formado parte de las estrategias de supervivencia durante milenios y no son otra cosa que poderosos sentimientos de defensa que nos mantienen alerta ante el infortunio posible.
         Sin embargo, solemos apegarnos a los miedos ilógicos. Aquellos que crecen y se elevan en nuestra mente como fantasmas gigantescos que no dejan de angustiarnos cada vez más. Miedos que se fundamentan en la desconfianza, no siempre del otro, sino incluso de nosotros mismos. Miedos patéticos, capaces de generar conductas desmedidas que nos dominan y subyugan.
         Tenemos miedo ante la pérdida de una pareja, miedo a los silencios y salidas de nuestros adolescentes, miedo a la mentira y el engaño…pero posiblemente el más peligroso es el miedo al propio miedo. Para ese las soluciones son pocas porque pasan por sacar a la luz  a todos los demonios que nos acompañan desde niños; las oscuridades y el frío silencio que acompaña a la soledad del que teme.
Hay que desmontar los miedos desmedidos para quedarnos con aquellos que nos protegen de la imprudencia. Medir de que dimensión y que carácter tiene nuestro miedo. Preguntarle por qué senderos recónditos quiere llevarnos y negarnos a  acompañarlo por la inercia de la duda.
Hay personas llenas de miedos. Miedos cotidianos que se pegan a las rutinas de vivir y que se adaptan al día a día recubriéndolo todo con su negro manto. Someten y subyugan. Anulan y demuelen. Y lo peor es que quienes sufren estos miedos perpetuos e invasivos tienden a proyectarlos a aquellos que tienen cerca y logran que la semilla del desconcierto anide en su espacio vital.
No podemos vivir con miedo. La libertad del alma es contraria al temor. Se nutre de confianza, de seguridades, de alegrías y de esperanzas. Y todo ello, cuando ocupa el lugar del miedo, nunca más le concede un espacio.
Quedémonos con la prudencia de lo temible y echemos de nuestro lado el fantasma de lo terrorífico. En definitiva, nada puede evitar lo que ha de suceder a cada cual.

CUESTIÓN DE SEXO

Posiblemente, las respuestas a la nueva encuesta sean diferentes dependiendo del sexo de la persona que responda. Creo que es un dato importante de conocer para poder valorar, más tarde, si realmente pensamos de forma distinta.
He añadido esa pregunta. Os pediría que fueséis tan ambles de añadir el dato.
Gracias por participar.

NUEVA ENCUESTA: EL AMOR (3 PARTES)

Comenzamos una nueva encuesta, en este caso sobre el amor, su duración y la fidelidad que debe serle propia.
Agradezco  inmensamente la participación porque podremos hacernos una idea del pulso de la opinión de nuestros lectores que siempre es un reflejo de la sociedad en general.
La encuesta tiene tres apartados. Os agradecería que participaseis en todos ellos porque cada uno completa el concepto global del término que se analiza.
ES muy interesante conocer vuestra opinión.
Gracias nuevamente.

domingo, 15 de abril de 2012

DOMINGOS LITERARIOS

Quien no ama no vive

Quienquiera que fueres, óyeme:
si con ávidas miradas
nunca tú a la luz del véspero
has seguido las pisadas,
el andar suave y rítmico
 de una celeste visión;

O tal vez un velo cándido,
cual meteoro esplendente,
que pasa, y en sombras fúnebres
ocultase de repente,
dejando de luz purísima
 un rastro en el corazón;

Si sólo porque en imágenes
te la reveló el poeta,
la dicha conoces íntima,
la felicidad secreta,
del que árbitro se alza único
 de otro enamorado ser;

Del que más nocturnas lámparas
no ve, ni otros soles claros,
ni lleva en revuelto piélago
más luz de estrellas ni faros
que aquella que vierten mágica
 los ojos de una mujer;

Si el fin de sarao espléndido
nunca tú aguardaste afuera,
embozado, mudo, tétrico
mientras en la alta vidriera
reflejos se cruzan pálidos
del voluptuoso vaivén),

Para ver si como ráfaga
luminosa a la salida,
con un sonreír benévolo
te vuelve esperanza y vida
joven beldad de ojos lánguidos,
 orlada en flores la sien.

Si celoso tú y colérico
no has visto una blanca mano
usurpada, en fiesta pública,
por la de galán profano,
y el seno que adoras, próximo
a otro pecho, palpitar;

Ni has devorado los ímpetus
de reconcentrada ira,
rodar viendo el valse impúdico
que deshoja, mientras gira
en vertiginoso círculo,
flores y niñas al par;

Si con la luz del crepúsculo
no has bajado las colinas,
henchida sintiendo el ánima
de emociones mil divinas,
ni a lo largo de los álamos
 grato el pasear te fue;

Si en tanto que en la alta bóveda
un astro y otro relumbra,
dos corazones simpáticos
no gozasteis la penumbra,
hablando palabras místicas,
baja la voz, tardo el pie;

Si nunca al roce magnético
temblaste de ángel soñado;
si nunca un Te amo dulcísimo,
tímidamente exhalado,
quedó sonando en tu espíritu
 cual perenne vibración;

Si no has mirado con lástima
al hombre sediento de oro,
para el que en vano mundifico
brinda el amor su tesoro,
y de regio cetro y púrpura
   no tuviste compasión;

Si en medio de noche lóbrega
cuando todo duerme y calla,
y ella goza sueño plácido,
contigo mismo en batalla
no te desataste en lágrimas
 con un despecho infantil;

Si enloquecido o sonámbulo
no la has llamado mil veces,
quizá mezclando frenético
las blasfemias a las preces,
también a la muerte, mísero,
 invocando veces mil;

Si una mirada benéfica
no has sentido que desciende
a tu seno, como súbito
lampo que las sombras hiende
y ver nos hace beatífica
región de serena luz;

O tal vez el ceño gélido
sufriendo de la que adoras,
no desfalleciste exánime,
misterios de amor ignoras;
ni tú has probado sus éxtasis
 ni tú has llevado su cruz.


http://amediavoz.com/hugo.htm