EN EL CORAZÓN DE LAS PALABRAS

 

De nuevo con vosotros, para ofreceros el poema que casi pone punto y final al poemario “Heredera de ti”. Solamente nos queda un poema para el próximo sábado.

 

Gracias por vuestra sintonía con mi sentimiento. Gracias por vuestras pupilas que recogen este dolor de dentro. Gracias por entrar en este rincón sin tiempo.

 

PALOMAS DE VIENTO 

 

¡Qué pocas cosas

Te quedaban tuyas!

¡Cuánto perdiste

En un momento!

La brisa del aire fresco,

La mar en calma

De tus adentros

La luz de la mañana,

En el silencio sordo

De tu contento.

 

Perdiste de golpe,

El gozo de los sueños.

Y te quedaste a solas

Con tus silencios.

 

Llegaron ellas y a ti misma

Te trajeron, la abertura

De tus labios, sonriendo.

 

Aquellas palomas de viento

Que se posaban en tu alfeizar

Gimiendo,

Aquellas que rozaban tu piel

Ardiendo,

Por la despedida, que sin saberlo,

Ellas, te estaban haciendo.

 

¡Ahora lo entiendo!

Y yo impedía a tus manos

Recompensar con pan, su aliento

No entendí que con ellas

Subiste ya al cielo.

Tampoco les perdoné

Que nunca más,

Te devolvieron!

 

 

TENER UNA CERTEZA

Son pocas veces, por lástima, pero cuando se producen  el sentimiento de seguridad es único. Me refiero a las certezas. A esa maravillosa sensación que sucede cuando el corazón está alineado con la mente y la esperanza ya no es una posibilidad porque se sabe seguro que algo sucederá.

Acabo de pasar por una y nada me ha resultado tan grato. Es como si dentro de uno no hubiese dudas. Como si de repente estuviésemos tranquilos, dando tiempo, dejando que sucedan, en el medio lo que tenga que suceder, porque lo nuestro está a salvo.

 

Una certeza se manifestará siempre con absoluta tranquilidad porque uno sabe que pasará. Son como lo que hemos llamado “corazonadas”, pero anclando éstas en el fondo del corazón de forma sencilla y suave. Dejando las preocupaciones en manos de otros y disfrutando de la tranquilidad de que lo que intuimos pasará.

Cuando esta premonición es tan fuerte, no hay lugar a la duda, ni se tambaleará nuestra forma de esperar, ni tampoco desistiremos en lo que será el resultado de lo que ya, desde dentro, sabemos.

Y cuando menos lo esperamos, pasa. Así de forma simple. Y es como si pudiésemos decir…”lo sabía”, “no podía ser de otro modo” y la serenidad de la espera se convirtiese en la plenitud del suceso.

Todo esto avala la ley de la atracción; “cuando lo crees, lo creas”. Pero esa creencia debe estar limpia de todo cuestionamiento por breve y pequeño que sea. Tiene que provenir de dentro, muy profundo y muy sentido. Entonces la magia sucede y lo que esperamos, sucede.

Me gustaría que fuese, en gran parte voluntario, que pudiésemos manejar este poder desde el control mental y el dominio de la voluntad. No siempre esto es fácil.

A mí me sucedió de forma espontánea y ha sido un verdadero placer sentir esta tranquilidad en todo el proceso.

Debemos dejarnos llevar por las fuertes intuiciones. Fluir con ellas. No dudar. Seguir creyendo que sucederá. No cabe duda que alguna magia invisible se alía con nuestro pensamiento y se alinea con nuestra certeza.

Y sucede.

 

EN EL CORAZÓN DE LAS PALABRAS

 

Y NACISTE TÚ…

Y qué decirte que no sepas,

Qué mirada regalarte,

Que no tengas,

Qué dulce recuerdo,

Aquel del día que llegas,

A mi vida, niño,

Con tu corazón de cereza.

Redondito y rojo,

Como las ansias mías

De tenerte,

En mi regazo de estrellas.

 

 

Mirando tus negros ojos

Ávidos de sabiduría

Desde la cuna a la mesa,

Siempre atento

Al alma mía

Para llenarla de certezas.

¡A ti y a tu extraña grandeza!

A esa que gozan los dioses,

En lo alto de la tierra,

En ese cielo que tú creas,

Lleno de azúcar y fresas.

¡A ti y a tu callada belleza!

A tus valores siempre rebosantes

De esa inmensa nobleza.

Felicidad para tu vida entera,

Que no cambies nunca

Ese deseo de justicia y defensa

Y que nunca cambie,

Ese corazoncito de cereza.