Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 4 de octubre de 2014

INSEGURIDADES



La inseguridad es lo que todo el mundo queremos evitar. Desde pequeños nos sitúan frente a héroes que rebosan fuerza. Pero no solamente física. Fortaleza mental, habilidad emocional y capacidad reactiva. Todo lo que se hace deseable a lo largo del tiempo a partir de la infancia.

La debilidad se rechaza. El discapacitado es el foco de atención y el punto de mira de la crueldad infantil. Nos provocan risas las caídas, nos aporta cierta morbosidad ver aquellas personas que se equivocan, los que se pierden, y los desorientados. Tal vez, sea porque cuando lo vemos siempre somos espectadores y, en ese momento, no nos está sucediendo a nosotros. Entonces sentimos el poder de quien está en mejor situación; de quien en definitiva, se sitúa por encima en la escalera de los sucesos de la vida y se siente mejor y más importante por no ser el protagonista.

Sin embargo, la inseguridad la sentimos todos en algún momento de la vida. La cuestión es no hacer de ella una actitud constante. Posiblemente, deberíamos desmitificarla, desencajarla del estereotipo de la desgracia y asumirla como un punto de inflexión sin el cual no tomaríamos las precauciones debidas.
Ser inseguros nos ayuda a ser prevenidos y cautos pero nos aporta fragilidad y desconcierto. 

Por muy fuertes que nos creamos, por mucha autoestima que sintamos, por muy consolidadas que tengamos las convicciones, siempre tendremos un talón de Aquiles que nos ayude a descolocarnos, a sentir miedo, a recordarnos que somos inestables en lo que tememos perder. Sea lo que sea.

En materia de amor he decidido amar siempre con toda mi alma, a pesar de los temores, a pesar de las debilidades, a pesar de las tormentas, los rayos y los truenos; a pesar de las inseguridades y del miedo a sufrir.

Una amiga me acaba de enviar esta frase que me ha encantado. La comparto con vosotros:

“No tengas miedo de amar, verterás lágrimas con amor o sin él.” (Ch. Vargas)

viernes, 3 de octubre de 2014

VALOR Y PRECIO



Un noble inmensamente rico decidió un buen día que debía contar entre su séquito con un rapsoda que compusiera y cantara himnos y alabanzas a su persona. Para ello, mandó contratar al mejor juglar que hubiera en todo el mundo. De regreso, los enviados contaron que, en efecto, habían hallado al mejor rapsoda del mundo, pero que éste era un hombre muy independiente que se negaba a trabajar para nadie. Pero el noble no se dio por satisfecho y decidió ir él mismo en su búsqueda. 

            Cuando llegó a su presencia, observó que el juglar, además de ser muy independiente, se encontraba en una situación de franca necesidad.

-Te ofrezco una bolsa llena de oro si consientes en servirme -le tentó el rico.
-Eso para ti es una limosna y yo no trabajo por limosnas -contestó el rapsoda.
-¿Y si te ofreciera el diez por ciento de mi fortuna?
-Eso sería una des proposición muy injusta, y yo no podría servir a nadie en esas condiciones de desigualdad.
El noble rico insistió: 

-¿Y si te diera la mitad de mi fortuna accederías a servirme?
-Estando en igualdad de condiciones no tendría motivo para servirte.
-¿Y si te diera toda mi fortuna?
-Si yo tuviera todo ese dinero, no tendría ninguna necesidad de servir a nadie.

miércoles, 1 de octubre de 2014

HAY QUE PERDER PARA GANAR



Hay que perder, soltar aquello que no nos hace bien, aunque sea algo por lo que luchamos y creímos tiempo atrás. 

No se puede estar todo el tiempo hablando de los sufrimientos e injusticias que vivimos, tenemos que estar dispuestos a soltar, dejar atrás… perder para ganar.

Claro que vas a sufrir, vas a llorar, pero ¿qué vale más? Supondrá un tiempo en silencio, haciendo una limpieza interior para poder salir a la luz, para poder darle a la vida otra oportunidad y tratar de vivir en forma tranquila.

                 Por miedo a la soledad acabamos aferrándonos a los recuerdos, a lo que hemos ganado y a lo que llevamos tiempo guardando. Todo en la vida cuesta esfuerzo, por eso cuesta soltar y perder. Pero nada en esta vida nos pertenece, ni siquiera nuestra propia vida, todo es prestado, nada es eterno… por eso te invito a hacer esta reflexión: muchas veces debemos perder para levantarnos y ganar de nuevo.

Recuerda cómo era tu vida antes que llegasen tantos problemas y el sufrimiento se anidase en sus corazones. ¿Dónde quedó esa persona que eras antes, con sueños de éxito y proyectos realizados? ¿Dónde está esa persona luchadora que más de alguna vez fue modelo a seguir para otras personas? ¿Qué fue de aquella persona con propósito y visión que una vez fuiste?

Intenta buscar dentro de tu ser qué pasó con aquella persona que una vez fuiste, y vuelve a pensar que eres muy especial.

Vuelve a creer en ti,  en tu capacidad de amar y progresar en lo que te propongas.

            Vuelve a pensar que si quieres trabajar en algo, podrás hacerlo.

Vuelve a ser una persona segura de sí misma, como lo has sido en el pasado, más que ahora... antes de que llegaran esas personas que te acabaron anulando por completo.



martes, 30 de septiembre de 2014

NADIE TE PERTENECE



Las personas se  pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo. La sorprendente revelación que te voy a hacer, va a cambiar tu vida... ¡Nadie te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren.
  Las expectativas las creas tú con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias. Si tu esperabas que tus padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes por qué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.

                Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo...Tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entre las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.
 
               Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si se pierde una, el hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las 'ofensas'.  

 Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan. Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y como deben de actuar los demás.

           Una novela que no tiene nada que ver con la realidad. También, las personas son criaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias: padres, amigos, parejas, etc. y las almacenan en su inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. Y cuando una persona es maltratada por alguien, deja esa experiencia en su `inventario'.     
   Cuando conoce a alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que la hirió. Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida, con esos lentes. ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas. Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años se es menos feliz.

¿Has visto a las personas de edad avanzada y a los matrimonios con muchos años?, su inventario es tan grande que parece que la negatividad es su vida. Una y otra vez sacan experiencias de su inventario negativo ante cualquier circunstancia.
Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida.
Cuando le dices lo que debe hacer y te dice 'no', creas resentimientos por partida doble. Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías. Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso. Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos.

Déjalos ser! nadie te pertenece.
Por Marco Engelke

lunes, 29 de septiembre de 2014

MÁS ALLÁ DE LA MEMORIA



No todo es consciente. No todo es recuerdo. No todo está activo en la capa superficial de la conciencia y la percepción. En realidad, nuestra mente es un iceberg. Un leve saliente sobre una superficie que guarda bajo sí todo un mundo que no se hace presente pero que silenciosamente actúa. Interviene en la toma de decisiones, en las impresiones primeras, en la forma y el modo de responder a los estímulos.
Es inmensa la parte de nuestro yo que no vemos, que no sentimos, que no escuchamos y que por ello ignoramos. Pero más allá de lo que apreciamos a cada instante, más lejos de lo que somos capaces de recordar nos aguarda todo un mundo repleto de conciencias colectivas de la especie, de vivencias impresas en la  matriz del alma, de razones que sin saber que existen, actúan.
Lo único que nos puede reconectar con ese sustrato infinito de imágenes impresas, de emociones estampadas en la matriz del alma es la intuición.
La clarividencia de la intuición nos funde con la sagacidad de retroceder en  un túnel de sensaciones que por sí mismas implican un conocimiento certero.
Uno no sabe por qué tiene certezas en sí mismo  cuyo peso se va diluyendo en forma real paulatinamente, demostrándonos que lo que intuimos se cumple. Es como si fuésemos depositarios de una sabiduría ancestral ligada a la misión que aquí tenemos planificada para cada uno.
Yo tengo en mí muchas seguridades que sigo sin dudar. Sé que vienen de dentro. Sé que me guían. Sé que debo seguirlas. Y lo hago.