En el día de tu marcha,
vienes a buscarle,
sigilosa y lenta, arrastrando
los roncos sonidos,
cómo no queriendo
ser oída en tu camino.
Y él, te espera impaciente,
Como esperaba en tu portal,
Deseoso de verte,
Apurando, minuto a minuto,
Para besar tus labios ardientes.
Otra vez os encontraréis
en el umbral de la vida,
a pocos pasos de la muerte;
en el límite de lo que fue
vuestro amor, ahora inerte.
Unas palomas se han posado en tu frente,
Anidando sueños perdidos,
Recorriendo los años sin verte.
Otro tiempo os espera,
para vivir juntos
en lo infinito de otro ente.
Alza tu vuelo y lleva,
Lo mejor de ti
con esa música señera
Que fue tu vida entera.
¡Por ti, por ella! …
En otra maldita primavera.