Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 18 de febrero de 2012

MÁS ALLÁ DE LAS NUBES

Algún día estaremos más allá de las nubes…en otro espacio y en otra dimensión. Teniendo en nuestra conciencia toda la experiencia acumulada en tantas y tantas vidas, recreando de nuevo lo que de amor nos hemos llevado, gozando de lo mejor que hayamos hecho y aprovechando cada  instante de afecto entregado a otros, cada ayuda desinteresada, cada jirón del corazón entregado sin esperar nada a cambio. Porque uno se da cuenta, a lo largo la vida, que en realidad nada importa tanto como lo que uno da.
Eso es lo que nos llevamos. Los recuerdos, las vivencias de lo que hemos gozado y sufrido, las sensaciones, los olores, las melodías…todo lo que ha calado en nuestra alma poquito a poco y sobre todo lo que hemos regalado a los demás para que hayan vivido sus propios ratos de ilusión, segundos de alegría o minutos de éxtasis.
Los instantes eternos, que todos hemos logrado alguna vez, están impresos en el alma. Ese es el bagaje auténtico. Lo único que llevamos puesto siempre con nosotros. Lo auténticamente nuestro. Lo que ninguna circunstancia ni situación puede arrebatarnos. Ni siquiera la cárcel, del tipo que sea, puede con ello. Podrán atarnos el cuerpo, silenciar la palabra y taponar nuestro oído pero nunca podrán gobernar nuestros pensamientos…siempre libres, siempre capaces de recrear mundos en los que ser es mejor que parecer y en los cuales, soñar solo tiene valor nunca precio.
Deberíamos estar preparados para partir en cualquier momento. Sí, sé que esto que acabo de decir suena fuerte. Incluso no quisiéramos oírlo tal vez. Pero en realidad sería el referente de haber logrado el equilibrio y la evolución que tanto ansiamos.
 Irse es despedirse de muchas cosas; lo peor de muchas personas….o quizá de pocas…pero tan importantes!!.
En eso debería residir el dolor mayor. Las cosas, las casas, los coches, las ropas y el glamour…son tan efímeros como intranscendentes. Algo que puede tenerse, aumentarse o perderse en cualquier momento. Algo nunca definitivo ni definitorio. Irte es solamente despoblarlo por un breve tiempo. Otros usarán tu casa, tu coche,  tu ropa…e incluso personas nuevas amarán, también, a las que aquí quedan. Solamente tú te irás con lo más sentido que hayas hecho, con lo mejor que hayas sido, con lo más intenso que hayas vivido. Y aquí dejarás también tu huella más valiosa. Todo lo que hayas sido capaz de provocar en el corazón de los demás. Esa será tu auténtica herencia.
         ¡Qué estúpido! Con lo que nos preocupamos por dejar a nuestros hijos legados materiales…y realmente lo que gozarán por siempre es lo que hayamos depositado en su corazón. Eso que nunca perece…lo que ellos también se llevarán de manera única.

viernes, 17 de febrero de 2012

COMPROMISO CON UNO MISMO

Uno de los pilares fundamentales de toda relación, del tipo que sea, es el compromiso. En ocasiones, precisamos que esa responsabilidad sea inscrita en un contrato y que de alguna forma quede registrada ante gestores competentes que den fe de nuestra entrega y contraprestaciones. Las empresas necesitan de estos compromisos legalizados y, en general, el mundo comercial y el del trasiego económico. Pero no es exclusivo de estos ámbitos. Cuando queremos afianzar una relación recurrimos al compromiso que debe ser manifiesto y socialmente reconocido.
         Toda obligación conlleva una entrega, bien sea de confianza, de afecto, de empeños laborales, de dinero…y en toda se produce una recíproca ganancia que puede ir desde los sutiles valores morales hasta los enconados intereses materiales.
         Si efectivamente, prácticamente todo lo que llevamos a cabo requiere de estos “contratos” verbales, materiales o espirituales ¿acaso no deberíamos establecer el compromiso más serio y definitivo jamás conocido?. ¿No tendríamos que sentarnos frente a nosotros mismos para iniciar un compromiso capaz de ayudarnos en nuestra evolución íntima?.
         No cabe duda que sí. Todo compromiso…asusta. Tal vez porque  tememos al riesgo, a la dedicación que requieren, a los cambios que conllevan y posiblemente al dolor y las complicaciones que se derivarán de él.
         Cuando nos damos cuenta de que estamos estancados, sabemos que debemos dar el salto. Quisiéramos tomar impulso y cabalgar sobre los problemas de un solo brinco. Pero debemos aprender que posiblemente la solución esté en rodearlos y no en tratar de avanzar sobre ellos por su cima. Hay que aprender a caminar en torno a ellos, teniéndolos presentes pero bordeando su dimensión y abarcándolos por completo.
         Todo proceso que sigue a un estancamiento da miedo. El cambio nos aterra. Nos aferramos a lo que somos y a lo que hay, por más que ya no funciones o suframos con ello. Hay que saber escuchar a nuestra parte más sabia. Para eso es necesario hacer silencio interior. Entonces oiremos a nuestra parte conectada invitándonos a movernos en la vida e ir a la par de su inevitable cambio. De nada vale quedarnos atrás empeñados en no poder o querer movernos. La propia corriente vital se encargará de arrastrarnos si nos encuentra desprevenidos.
         Debemos hacer un pacto con nosotros mismos. Un contrato importantísimo en el cual estemos dispuestos a entregar dedicación constancia, paciencia, confianza, fe y valor. El objetivo no puede ser mejor: avanzar ante los bloqueos desde la convicción de que podemos seguir creciendo y que esa conquista dará su mayor rentabilidad cuando podamos quedarnos a solas con nosotros mismos y sentir plenitud, serenidad, fuerza y entusiasmo por seguir siendo una luz que brilla no sólo para sí misma, sino para todos los que quieran ver bajo su resplandor.

jueves, 16 de febrero de 2012

CARTA A LOS PADRES DE ALUMNOS

Después de reflexionar largamente sobre la barrera más poderosa que nos impide apreciarnos y valorar lo que somos y de revisar, también, aquello que interrumpe el fluir armónico de las relaciones, incluso más cercanas, he llegado a la conclusión de que la razón de estos bloqueos está en un sentimiento de miedo.

Aunque la edad de mis alumnos no es temprana, me gustaría poder remediar, en lo posible, esta barrera que se inicia ya en la más tierna infancia.

Entenderlo es entendernos. Por eso hoy querría ponerme en el lugar de los padres responsables de la formación de sus hijos en edad escolar y hacerles llegar lo que creo que puede ayudar a todos.

Apreciados padres de mis alumnos:

Hoy quiero escribiros esta carta para comunicaros que he descubierto algo muy importante. Tan trascendente y definitivo que puede cambiar el rumbo de la vida de vuestros hijos, mis alumnos, y la de todos los que estamos en ella, juntos. Por eso, me dispongo a compartir con vosotros esta noticia. Me he preguntado muchas veces, con el corazón encogido de tanto esfuerzo vano y tanto desajuste, por qué a mis alumnos no les gusta estar aquí, por qué prefieren inventarse un mundo aparte en el que éste, el que vivimos vosotros y yo, no entra; por qué rechazan vuestros consejos o por qué arremeten en contra de los míos.

Lo he pensado mucho. La respuesta no está en su rebeldía, tampoco en su falta de voluntad o en la existencia de un sentimiento de maldad. No son malos, ni vagos, ni tampoco desconsiderados. No están sordos, ni ciegos, ni ausentes de los problemas de cada día, aunque parezcan no afectarles. Lo que sucede es otra cosa. Lo que ocurre es que tienen miedo. Y es curioso porque ese miedo es el mismo que el nuestro. Lo que pasa es que todos preferimos seguir pensando que el problema no reside en nosotros, sino en ellos. Tienen miedo a no llegar a ser los muchachos que vosotros y yo queremos; miedo a parecer débiles si llegan a serlo; miedo a las opiniones de sus compañeros;  miedo a hacerse mayores y estar desprotegidos sin vuestros cuidados; miedo a que les creáis pequeños aún y sentir que les gusta todavía; miedo a no destacar entre su grupo y ser considerados unos fracasados; miedo a ser buenos estudiantes y cumplir con lo que les corresponde sin el atisbo de la rebeldía que debe serles propia; miedo a manifestaros que os quieren por encima de todo y por ello les creáis así vulnerables ante su amor; y sobre todo, tienen miedo de sí mismos, de no llegar a encontrarse nunca con el joven que pretenden ser, si les señaláis el camino. Quieren descubrirse por sí mismos y que no os preocupéis por sus errores porque esa es su experiencia, como vosotros hicisteis la vuestra. Lo que ellos no saben tampoco es que también vosotros tenéis miedo. Miedo de mirarles a los ojos y ver a otros diferentes de los que soñasteis que serían; miedo de perderlos en cada acto que protagonizan por si les causa dolor; miedo a su sufrimiento y a ese futuro incierto que se presenta oscuro si creéis que no estudian. Miedo a demostrarles afecto por si eso os hace parecer débiles; miedo a equivocaros cuando os negáis a alguno de sus caprichos por si dejan de amaros y se encierran en ese exterior tan ajeno y distante al que teméis; miedo, en definitiva, a no saber ser buenos padres y fracasar en lo que más os importa.

 Lo peor de todo y que tampoco saben vuestros hijos es que yo también tengo miedo. Un miedo desmedido y atroz por no saber hacer mi función. Por creer que lo más importante es llenar su cabeza de conocimientos y pedirles que los repitan como garantía de su sabiduría. Miedo a reconocer que lo primero que debo conseguir es llegar a su corazón sin preocuparme del curriculum educativo y sus procedimientos académicos porque todo eso será muy fácil cuando estemos en sintonía con nuestros mutuos afectos. Miedo a ser criticado por los compañeros y ridiculizado como un ingenuo soñador de otro tiempo. Miedo a perder la autoridad que creo que me corresponde atendiendo a mi cargo, sin comprender que la autoridad se gana y solo si es reconocida y apreciada, puede ser válida. Miedo a ser rechazado por débil si se dan cuenta de que también los quiero. Miedo en definitiva, a ser yo mismo, único y diferente, ante un grupo de alumnos deseoso de poder expresar lo que sienten y sentir lo que expresan.
 Pero a pesar de todo esto, estoy contento por saber que la solución es muy sencilla y tener el convencimiento de que todos la deseamos más que ninguna cosa. Os propongo que comencéis por hablar para el corazón de vuestros hijos, mis alumnos, sin sentir temor y podáis decirles que lo imposible, que nos entendamos y respetemos, vamos a hacerlo posible porque es muy fácil cuando todos queremos lo mismo. Dónde les digáis, también, que estáis a su lado, pero sin invadir su camino, para ayudarles a ser lo que quieren.

Y lo más importante, no olvidéis mencionar que yo también los quiero y que ya he comenzado a caminar junto a ellos y en su misma dirección. Que recuerden siempre que todos nos necesitamos para ser lo que cada uno somos y, lo más importante, que ninguno de nosotros podremos conseguirlo sin su ayuda.

miércoles, 15 de febrero de 2012

LA OBSERVACIÓN: llave del conocimiento

El cuento sufí que presentamos ayer merece una breve reflexión por lo interesante de su contenido.
Primeramente, alude a la necesidad de ayuda en una situación problemática, que transfiriendo la que presenta el relato puede asemejarse con la dificultad de liberarnos de la prisión anímica en la que nosotros mismos nos encarcelamos muchas veces.
 Se me ocurre que hay un paralelismo con el protagonista del “Caballero de la armadura oxidada”, quien tampoco podía liberarse del armazón que había ceñido en torno a sí y que le separaba del mundo y de los afectos más cercanos.
Una vez planteado el problema, hay una necesidad de salir de él. No hay medio de escapar, si no es con la ayuda de quienes amamos…al menos para dar el impulso necesario de confiar en nosotros mismos, más tarde. Es la mujer la que le invita a orar (podemos relacionarlo con la meditación, la reflexión, el re vertimiento sobre sí mismo…) y le ofrece una solución no explícita a la que debe llegar a través de la observación.
Es curioso como la ayuda no está absolutamente en la colaboración externa, sino que le resultado final dependerá de él mismo. De su capacidad para adentrarse en sí mismo, su disposición para ver más allá de las apariencias, su agudeza para descubrir que todo está con él ya…mientras medita u ora…cuando está a solas en sus adentros…entonces descubre que la verdad que le salvará la tiene delante de sus ojos.
A veces no vemos porque no sabemos mirar. Ver con serenidad, acercarnos a  los problemas con quietud interior, observarlos como si mirásemos al centro de una poderosa luz que en sí misma tuviese las respuestas nos hará llegar a vislumbrar el camino de salida.
Para    llegar a poner en marcha el procedimiento de liberación, también debe contar con los demás carceleros. No vivimos aislados. Necesitamos afectos, otros ojos que miren en la misma dirección y otras manos que logren sostener la misma carga.
La recompensa siempre llega y el premio estará siempre ligado al amor que le sigue esperando con los brazos abiertos cuando él sale de la prisión. Los que nos aman siempre esperan…y lo hacen incondicionalmente. Solo apoyados en la fuerza del amor que todo lo mantiene.
Siempre hay alguien cuando abrimos la puerta de nuestra cárcel…siempre algo que espera por nosotros…y esperará hasta que seamos capaces de descubrir la llave que nos han dibujado.
Bella alegoría que nos invita a ponerla en práctica.

LA HISTORIA DEL CERRAJERO

Había una vez un cerrajero al que acusaron injustamente de unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y profunda. Cuando llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo se presentó al rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día. El rey consideró justa esa petición y dio permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la oración.
El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía fielmente sus postraciones sobre ella. Pasado un tiempo el hombre escapó de la prisión y cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, él explicaba que después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión, comenzó a ver lo que tenía justo bajo las narices. Un buen día vio que su mujer había tejido en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero. Cuando se dio cuenta de esto y comprendió que ya tenía en su poder toda la información que necesitaba para escapar, comenzó a hacerse amigo de sus guardias. Y los convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y escapaban juntos de la prisión. Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que aunque eran guardias comprendían que también estaban prisioneros. También deseaban escapar pero no tenían los medios para hacerlo.
Así pues, el cerrajero y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevarían piezas de metal y él haría cosas útiles con ellas para venderlas en el mercado. Juntos amasarían recursos para la huída y del trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir el cerrajero haría una llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de la prisión y salieron al frescor de la noche, donde estaba su amada esposa esperándolo. Dejó en la prisión la alfombra para orar, para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para interpretar el dibujo de la alfombra también pudiera escapar. Así se reunió con su mujer, sus ex-guardias se hicieron sus amigos y todos vivieron en armonía. El amor y la pericia prevalecieron.
Cuento tradicional sufí
(En la siguiente entrada comentaremos este cuento....mientras tanto podemos reflexionar particularmente sobre él).

martes, 14 de febrero de 2012

AMOR

"  El día que tú no ardas de AMOR, muchos moriremos de frío"

                  François  Mauriac

EL AMOR SIEMPRE ESTÁ...

No hace falta un día en el calendario para señalar que hemos de expresar el amor. No hace falta que existan los regalos, ni que las palabras bonitas se derrochen hoy para cubrir de rosas lo que se siente.
         El amor no necesita nada ni de nadie para sobrevivir. Se basta a sí  mismo. Se retroalimenta continuamente y para ello ni siquiera debe estar presente, ni ausente, la persona amada.
         El amor siempre crea. Una y otra vez. En uno y otro tiempo. No requiere contraprestaciones, ni sabe de intereses, ni se esconde en los brillos de los precios, ni en el esplendor de lo aparente. El amor ES y sabe SER aún cuando el que ama parece que se ha ido. Nadie puede abandonarlo sin su permiso. Nadie darle de lado si él no está de acuerdo. El abandono es una falacia cuando él ha vencido. Ni el desdén, ni el rechazo, ni la indiferencia pueden arrinconarlo. Por encima del sujeto amado está él y luce con luz propia. Encaramado en lo alto de nuestra alma puede permanecer mudo, ciego, quieto y silencioso pero siempre presente y determinante.
         El amor brota sin cesar cuando  piensa, idea, maquina, recrea, ensueña y fascina la mente. Hace siervo al corazón y encadena para siempre la razón. Cuando está presente juega sin medida en la plenitud de saberse dueño. Amo de la admiración, estratega de la cordura y tesorero del inmenso poder de la ilusión.
         Tan solo su presencia nos imanta y nos deja pegados a sus labios de nata. Suave y zalamero, tierno y  afable o arrebatador e indolente se pasea por al almenas de nuestro castillo para someternos a sus arrebatadores delirios. Dispuesto siempre a demostrarnos que no depende de nosotros; una y otra vez, nos toma de la mano para lanzarnos al infinito desde el abismo del desprecio o desde la cima del entusiasmo.
         Nunca duerme, siempre está alerta. En ocasiones su descanso es nuestro espejismo. Cuando creemos que no volverá más, nos sacude para recordarnos que nunca se fue.     Y entonces, lentamente, recorremos de nuevo los laberintos de su interior para aprender mejor la lección que está pendiente: que el amor y la admiración van de la mano y que sin ella…el amor tiene siempre un nombre distinto.



lunes, 13 de febrero de 2012

MÍRATE AL ESPEJO

Mírate al espejo todos los días. Cuando te levantes, después de agradecer que ha amanecido de nuevo para ti. Cuando hayas abierto los ojos y reconozcas que tu mundo sigue ahí. Mírate cuando no quieras hacerlo. Mírate para reconocerte. Para saber que eres tú, que sigues estando contigo. Mírate y mantén la mirada. Fíjate en tus ojos. ¿Qué ves?. Puede que no te guste, que te encuentres distinto, que ni siquiera veas a la persona que la imagen te devolvía tiempo atrás. No importa. Eres tú. Sigues siendo tú.
         Han pasado lunas, te han mojado lluvias, te ha besado el viento, ha volteado tu corazón tantas veces…pero en tus venas ríos de vida siguen recorriendo el templo de tu alma. Tus ojos te llevan adentro. Sigue mirándote. ¿Reconoces la inocencia que habitaba en tu corazón?¿Qué ha cambiado?¿Dónde está el niño que moraba en ti?. Mira bien. Está aún ahí y tal vez te grita por seguir vivo ante tus ojos, porque le dejes contarte cómo ha sido su historia desde que lo has pretendido ignorar, por mostrarte que lo que le emocionaba sigue sacudiéndote y empuja por salir.
 Mírate de nuevo. Reconoce su voz. Revisa con cuidado sus mensajes y dale la oportunidad de ser la masa de tus sueños. Recuerda lo que te gustaba. Seguro que existe en el fondo de tu corazón chispas aún de los deseos antiguos. Retómalas. Deja que vuelvan a brillar en el centro de tu centro. Siéntete libre para amarte. Soberano para decirte la verdad. Tu verdad. La única capaz de conmoverte. La que debe dirigir tus pasos. La que a pesar de lo que ames sigue siendo tu autenticidad. Busca también la sencillez. Todo es realmente sencillo. La vida te regaló el mundo entero. Es para ti. Tómalo y úsalo a tu favor.
         No dejes de mirarte. Mantén la vista. Habla contigo. Di a tu imagen lo mucho que la quieres. Lo que te importa tu sonrisa. Lo que vas a cuidarla.
Di a tu corazón las caricias que tienes reservadas para él. La ternura que reposa en los rincones de tu esperanza. Háblale suavemente. No le asustes con tus miedos. Mece sus anhelos en el regazo de tu alegría. Y muéstrale, siempre, que lo protegerás dulcemente de cualquier agresión que quieras hacerle. No temas. Está contigo. Late por ti. Te regala la vida…
Ahora vuelve a mirarte más adentro aún y pregúntate: ¿Es que acaso me falta algo para salir a este nuevo día sin confianza en mí?.
Nada. Absolutamente nada falta.

domingo, 12 de febrero de 2012

DOMINGOS LITERARIOS

Para comenzar este domingo con la ternura necesaria para saborear un tiempo nuestro…hoy os dejo a CLARA MONTES cantando poemas de Antonio Gala.
         He copiado los enlaces a You tube para que mientras leáis la letra podáis escuchar la canción.
Son deliciosas…espero que os gusten.

SONETO A LA LUNA
La luna nos buscó desde su almena
Cantó la acequia, palpitó el olivo
Mi corazón, intrépido y cautivo
Tendió las manos, fiel a tu cadena

Qué sábana de yerba y luna llena
Envolvieron el acto decisivo
Qué mediodía sudoroso y vivo
Enjalbegó la noche de azucena

Dios y sus cosas nos reconocían
De nuevo giró el mundo y en su centro
Dos bocas una a otra se bebían
Dos bocas una a otra se bebían

Por las esquinas verdes del encuentro
Las caricias ansiosas se perdían,
Como en una espesura cuerpo adentro

Dios y sus cosas nos reconocían,
De nuevo giró el mundo y en su centro
Dos bocas una a otra se bebían
Dos bocas una a otra se bebían

http://www.youtube.com/watch?v=YiEcCU8GjME

QUÉ DOLOR DE LA VERDE GRAMA
(Así te siento hoy…)
El claro amor me llama
Pasados los caminos
Bajo los altos pinos
Sobre la verde grama


Hasta el zarzal se acama
Cuando me ve contigo
El cardo se hace amigo
La ortiga se amadama

_
Qué dolor de la verde grama…
qué dolor, si no la seca el amor
_
La noche se derrama
Caliente por tu pecho
Sediento y al acecho
su oscuro siervo brama
El agua te reclama
Mi corazón te ciñe
Un dejo de azul tiñe
El monte lo embalsama
_
Qué dolor de la verde grama…
qué dolor, si no la seca el amor
_
Antes de que esta llama
El otoño destrence
Llega el amor y vence
Al lado de quien ama
Tu agua se derrama
Mi corazón la piña
Racimo de tu viña
Olor de tu retama

-
Qué dolor de la verde grama…
qué dolor, si no la seca el amor
_
El claro amor me llama
Pasados los caminos
Bajo los altos pinos
Sobre la verde grama

Hasta el zarzal se acama
Cuando me ve contigo
El cardo se hace amigo
La ortiga se amadama
-
Qué dolor de la verde grama…
qué dolor, si no la seca el amor


¡!Feliz domingo!!