Hay
muchas situaciones en la vida que requieren paciencia. Nombrar esta palabra nos
acerca a sensaciones como las de “soportar”,
“aguantar” o “resistir”. No debería ser así porque la paciencia no es la
capacidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras se espera. (Yacer Meyer)
Efectivamente,
necesitamos control de nuestros sentimientos más efervescentes, serenidad y
capacidad de espera con una actitud positiva o esperanzada.
Todo
llega. Tarde o temprano, llega. Cuando estamos en una situación dolorosa,
imposible o insufrible…aún queda un poco más para la espera, un punto más de resistencia
calmada, un algo mejor que ofrecer a la situación hasta que pase.
Fácil de decir, más difícil de
hacer. Veamos cómo mejorar nuestra paciencia.
· Cuando nos quedamos en la actitud de espera hay una
mayor frustración, en ese vacío de la incertidumbre. ¿hay algo que puedas hacer
para acercarte a tu objetivo?¿O puedes centrarte en otra tarea productiva y que
te distraiga?
· Estar en el…¿Y si? Puede generar pensamientos catastróficos
y, por tanto, miedo. Si es tu caso, imagínate lo peor e imagínate lo mejor y
piensa cuántos escenarios hay en el medio.
· Recuerda tu objetivo, tu meta, lo que te motivó en
principio y mantén viva la ilusión de tu motivación inicial.
· Recuerda que los logros se consiguen en Zig-Zag y que,
seguro, habrá altibajos hasta llegar a la cima. No es un proceso lineal. Cuando
estés en un bajo, no te desanimes, forma parte del proceso. No es un retroceso.
Persiste en la intención que te guía.
· Organízate. Divide tu meta en submetas para ver los
avances y poder celebrar pequeños triunfos.
· Practica relajación para estar más presente en tu aquí
y en tu ahora.
· Canaliza frustraciones a través del deporte o una
actividad bonita que te guste hacer: leer, teatro, manualidades…etc
· ¡Cuídate, siempre!...hasta que lo que esperas llegue.