Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 4 de diciembre de 2019

NANA DEL DESCONSUELO



No estés triste que tus ojos

 se pierden entre tu niebla,

No camines con la cabeza agachada,

Que el cielo está arriba 

coronando tu tibieza.

No dejes caer las lágrimas,

Cuando son sonrisas lo que debieras.



No te tapes la cara pensando, 

Que solo tú tienes penas.

No sientas negros tus pensamientos,

Cuando hay miles de colores en tu espera.

No creas que nadie se acuerda

Que somos muchos los que de conocerte

Haríamos un ramo de flores para tu fiesta.

Mírame a los ojos y empieza,

A hacer lo que sea; empieza por ti

Para que luego todos para ti sean.

No te aflijas niño del agua nueva

Que siempre hay algo en tu vida

Que devolverá la alegría

Deja la mente vacía y desde el vacío,

¡C O M I E N Z A!

domingo, 1 de diciembre de 2019

¿DÓNDE SE ESCONDE LA MALDAD?



Cierto día, sentada en la sala de espera de un médico, advertí que una señora de avanzada edad no paraba de mirarme. Me miraba de tal forma que comenzaba a necesitar responder de alguna forma; bien rechazando tal actitud o bien acogiéndola amorosamente como una acto de admiración hacia mi persona. 




La señora se dio cuenta, en su ensimismamiento, de mi percepción. Acto seguido hizo un comentario bonito sobre el jersey que llevaba puesto.

.-Gracias. Muy amable.- Le dije sonriendo levemente.
.- Está usted radiante. Noto su luz.- Aún me dejó más perpleja porque ni mi ropa era especial, ni especialmente tenía un día esplendoroso. Miré el reloj un tanto sonrojada y volví a mirarle sonriendo.
 
 De pronto me dijo.

.- La maldad en el mundo no existe. No hay gente mala. Solamente están confundidos. Son personas equivocadas.- No supe muy bien si tenía que iniciar un debate sobre ello o si por el contario era mejor seguir sonriendo en señal de asentimiento. Opté por lo segundo.

Al instante salió por la puerta de la consulta una enfermera para decir mi nombre.

Me quedé pensando el lo que aquella anciana me había dicho. ¿No hay maldad en el mundo? ¿No hay gente mala?¿La maldad es confusión?.

Después estuve buscando sobre el tema, leí algunas cosas, medité sobre otras y concluí que la maldad tiene su fundamento en la ignorancia, lo que no quiere decir que sea por ello menos reprobable; pero sí, efectivamente las personas que podemos calificar de “malas” son analfabetos emocionales, personas sin empatía, llenas de rencor y desprovistas de todo lo que mueve al corazón hacia la bondad: la compasión.

El desconocimiento de cómo se siente la otra persona, de los daños que causarán las malas acciones en un tercero o la imposibilidad de evadirse de la propia biografía desfondante o minusválida en lo que se refiere a valores y actitudes; lleva a la maldad. Aquella que no admitía la señora que tanto me miraba y la que transformaba amorosamente en confusión y equivocación suavizando sus consecuencias.

El mal se nota, dentro y fuera. 

El bien, también.

A veces, ni siquiera se puede elegir. Entonces es cuando la confusión enreda el alma de la persona en una maraña infranqueable. Y el resultado solamente son pérdidas, amarguras y sinsabores para todos.

Mírate dentro. Inspira el bondadoso aire que proyecta la luz de lo bueno. Llénate de ello. Actúa a través de la compasión hacia ti y hacia el mundo. 

En ese momento estarás instalado en lo mejor.