Posiblemente, ante los demás lo
tenemos todo, o casi y sin embargo, nos sentimos con un hueco vacío
indescriptible que no sabemos llenar.
A veces, tenemos muchas
expectativas con todo lo que iniciamos. Otras pedimos demasiado a las
circunstancias aun sabiendo que no dan para más.
La insatisfacción anida en
nuestra manera de vivir y siempre nos impulsa a necesitar hasta aquello que no
necesitamos.
Lo primero que hay que hacer es parar
y reconocer lo que sucede dentro. Enfocarnos en lo que tenemos y no en lo que
falta. Disfrutar de lo sencillo, que siempre es abundante, y no esperar lo
grande que suele ser tan escaso. Y sobre todo, ser agradecido.
Hay muchas razones para
agradecer y el agradecimiento conlleva, sin duda, grandes contraprestaciones.
No sabes cómo, no sabes cuándo pero la vida,
el universo, nuestro dios interior siempre compensa.
Comencemos por agradecer 3 cosas
al levantarnos y 3 al acostarnos. Repasemos el día, repasemos nuestra vida,
agradezcamos hasta lo que no haya sido demasiado favorable para nosotros porque
hasta eso nos ha enseñado y aportado algo que es motivo de agradecimiento.
Hagamos una lista poco a poco.
Un listado con 100 razones para agradecer, poco a poco, lentamente vete
añadiendo a tu listado nuevos motivos. Desde atribuciones muy simples, hasta
razones poderosas por las que hay que sentirse encantados de haber pasado por
aquí.
Hay personas que no se conmueven
con nada, que no sienten la necesidad de agradecer a nadie ni a ninguna
situación y que por supuesto, viven dentro de su amargura o en un estado
vegetativo de cierta indiferencia o contrariedad hacia el resto. No son
felices. No hacen feliz y tampoco sienten la recompensa del agradecimiento y
sus bondades.
Vete por la calle agradeciendo
internamente. Lo que sea.
Revisa, siente, agradece…espera.
Algo pasa.