Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 23 de septiembre de 2016

EL EXPERIMENTO DE LOS TARROS…¿QUIERES PROBAR?



Me contaron este experimento como válido. Cuando uno habla de ensayos piensa en laboratorios y en ciencia.

La verdad es que las emociones nunca se han tratado así. Son como de otra esfera, algo que parece no poder demostrarse y sin embargo, cargamos con ellas a diario. Algo deben tener de reales cuando tanto nos benefician o perjudican y algo puede o debe poder demostrarse con ellas y a través de ellas.

Por eso debemos tratarlas con naturalidad y cercanía, con total corporeidad porque ellas realmente están con nosotros todo el día. Son reales, son de verdad. Por tanto, siguiendo este razonamiento, en algún sitio tienen que caber, de algún modo deben poder estirarse, de alguna forma tienen que poder mimarse o reñirse.

Si así es podemos clasificarlas. Por eso vamos a tomar dos tarros de cristal cualquiera. En uno de ellos pegaremos un papel en la tapa con el dibujo de un corazón; el otro con el dibujo de un rayo.

Vamos a realizar el ensayo durante una semana. Será suficiente para evaluar el estado de nuestras emociones y su grado de salud.

Cada vez que sintamos alegría, cuando algo nos emocione, si en un momento nos sentimos tranquilos o esperanzados meteremos un papel en el tarro del corazón con dos palabras, una que haga referencia a la emoción y otra a la causa. Por ejemplo: “Alegría-llamada”… Por el contrario, haremos lo mismo con las emociones negativas en el tarro del rayo. Así por ejemplo, “Ira-discusión”.

A lo largo de la semana iremos llenando los tarros. Veremos cuál de los dos está más lleno. Podremos abrir lo papeles y anotar qué nos ha hecho gozar y lo que nos ha llenado de sufrimiento.
Después con el mapa de nuestras emociones en las manos, analizaremos qué debemos cambiar para evitar los malestares y potenciar la felicidad. 

Será un pequeño experimento pero un gran instrumento evaluador que puede hacernos cambiar la visión de nuestra vida, desgranando una a una las razones de nuestro estado actual.

Probemos.


miércoles, 21 de septiembre de 2016

CUESTIÓN DE PIEL



Nuestra vida está delimitada por el órgano más grande y dúctil jamás conocido: la piel. Ella nos aísla dentro pero también nos diluye fuera. Es una barrera y un puente. Reúne en sí a todos los sentidos.

La piel huele y se huele. La piel se toca y toca. La piel mira y la admiran. La piel sabe y saborea. La piel suena y se oye. 

Tiene textura. Lisa, suave, rugosa, áspera, tierna, dulce, salada…mil y un mapa se dibujan en ella. Se puede visualizar la biografía de la persona a través de ella. Es un libro y a la vez una película. Por ella sabremos si quien se acerca nos es afín, nos conmueve, nos sublima o nos merece rechazo. Todo en la superficie de lo más externo e íntimo, a la vez, de nuestro cuerpo.

Tengo una amiga de la infancia que mantiene que todo es cuestión de piel. Todo. Por eso nos deberíamos fijar más en ella. En su tersura, en la transparencia, en la suavidad o en por el contrario, en los surcos que la recorren hechos a base de lágrimas y esfuerzo y de vida cansada.

La piel transmite lo amargo y lo dulce. Aporta datos sobre el carácter, las maneras y los modos de estar; solo hay que fijarse, rozarla…descuidadamente, si lo que queremos es conocer verdades o intensamente, si estamos impelidos ir más allá, adentro, camino del alma.

Cuando mires a los ojos mira también a la piel. Sin palabras te dirá mucho.

Toca la tuya. Que una mano acaricie la otra. Escucha el sonido del roce la piel y estate atento a lo que te dice. Tal vez tenga sed o necesite cuidados; posiblemente busque otra piel con una textura distinta que le atraiga como un imán o simplemente desee estar serena respirando tranquila ahí, donde está.

lunes, 19 de septiembre de 2016

LO ÚNICO IMPORTANTE: LA EXPERIENCIA



Lo que sabes no es lo mismo que lo que crees. La sabiduría es interna y parte de una experiencia previa. La creencia es etérea y se apoya en el miedo o en el deseo, pero no en el saber vivenciado y asimilado desde lo más profundo del ser.

Hoy leía…


”La sabiduría es un fenómeno totalmente distinto; es experiencia, no creencia. Es experiencia existencial, no es nada “acerca de”. No “crees” en Dios, lo sabes. No crees en la reencarnación, la recuerdas; recuerdas haber estado aquí muchas veces. Y si así ha sido en el pasado, también lo será en el futuro.” (El libro de la vida y la muerte.-Osho pág. 68-69).


La experiencia es la clave. Venimos a hacer, no a teorizar. Y si vamos a lo anterior, a la experiencia nos encontramos con la atención. Donde ponemos nuestra atención llevamos nuestra energía y ahí, construimos una experiencia.

Aquello en lo que pones cuidado, que observas, que comienza a interesarte, que conecta con tu interior, que te arrastra… es en lo que pones atención, lo que se convierte en tu pasión, en el grado que sea, por el tiempo que permanezca. Ahí, en ello se cultiva el inicio de la experiencia, de la verdad.

Lo que vives, lo que haces, lo que aprendes, lo que asumes, lo que asimilas, lo que te mejora, lo que hace que comprendas, lo que mueve tu compasión…aquello es lo verdadero. En ello hay que confiar. A ello hay que seguir.

Y después, si hemos seguido el “hacer”, si hemos “hecho bien”,  y esto tiene relación con lo que hayamos aprendido y con lo que hayamos mejorado, y no respecto de nadie, sino de nosotros mismos, entonces la vida habrá tenido sentido. No habrá sido una vida vacía ni desperdiciada.

Así lo quiero para mí. Así lo quiero para todos.