Perdí tu cuerpo.
pero tu alma sigue en esta casa,
Y en este tiempo.
Perdí las tardes de tu espera
y los días de desaliento.
Perdí los desencuentros fríos
dentro del horno ardiendo.
Perdí tu ruda forma de decir “te quiero”.
Perdí tus manos sobre mis pies, lamiendo.
Perdí tu preocupación por la desgracia
que no estaba siendo.
Perdí tu protección
como manto sin término.
Perdí tus riñas locas
sin sentido ni argumento.
Perdí el día que te conocí
detrás de tu feudo.
Perdí tus esperas infinitas
y tu salir corriendo.
Perdí tu admiración
por mi y mis adentros.
Perdí tu honradez extrema
y tu voluntad de hierro.
Perdí tu amor callado y sincero,
Pero sin palabras ni cuentos.
Perdí a un hombre
que me enseñó su silencio.
Perdí tu rebeldía y tu especial forma
de decir “lo siento”.
Perdí tu inteligencia aguda
y tu intuición en lo cierto.
Por perder perdí, tus ojos grandes
mirándome siempre atento.
De ti con lo mejor me quedo.
Con tu fuerza infinita
y tu escudo de acero.
Qué seas feliz en tu nuevo mundo
y desde allí sigas a mi lado, amaneciendo.