Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 19 de enero de 2023

¿ TE ATREVES CON ESTE RETO?

                 Estamos acostumbrados a lo dulce. Nos gusta la sensación de bienestar que deja en nuestro paladar. Saboreamos y devoramos la intensidad con la que parece invadir nuestro cuerpo pero, sobre todo, siempre nos quedamos con ganas de más. Y eso no es bueno. Ahí empezamos a depender.




         

         A veces, tenemos que dejar de tomarla. Por obligación ante una enfermedad, por decisión ante una dieta o por salubridad ante sus consecuencias. Pero lo mejor sería dejarla por contraste con su contrario. 

 

Cuando decidas dejar de tomarla, en un café , has comenzado a vencer.

 

         No es tarea fácil. Se dice pronto, pero uno se acostumbra lento. Sin embargo tiene mucha trascendencia, esta decisión que parece nimia. Te vas a enfrentar con la fortaleza de tu debilidad. Con las ganas de sentirla. Con la sensación de desagrado que te invade las primeras veces. Con la ausencia del placer. Con la presencia del rechazo.     Pero en todos estos casos se presentan momentos de grandes aprendizajes al saborear el café puro o la vida desnuda, en toda su intensidad.

 

         Si logras vencer esas primeras veces donde el desagrado lo impregna todo, has comenzado la victoria sobre el intento de abrazar el éxito.

 

         La próxima vez, no eches azúcar en tu café. Hazlo otra vez más y otra. Disfruta del proceso de desapego, de descubrir cómo vas venciendo la resistencia y de llegar al punto de no mirar  siquiera el azucarillo que ponen junto a él.

 

         Hazlo así con todo lo que parece dulce en tu vida y solo te esclaviza pudiendo prescindir de ello.

 

         Pruébalo. Sonríe para tus adentros cuando lo consigas. Es una victoria muy íntima, tanto como el placer de saber que has podido con ello sin decir nada a nadie ni apoyarte en nada que no sea tu propia decisión de hacerlo así.

domingo, 15 de enero de 2023

ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO

 A veces, en la vida, rozamos tanto el cielo como el infierno. Momentos de éxtasis en los que todo parece posible; periodos de absoluta oscuridad en los que parece tragarnos la tierra.




 

         La vida no es fácil. Nunca. Por eso, los intervalos de felicidad hay que disfrutarlos al máximo. Lo peor de ellos es pasarlos por alto, vivirlos sin pena ni gloria y recordarlos luego con la añoranza del tiempo de bienestar que no supimos ver.

 

         Sufrir es inherente al ser humano, como lo es gozar, amar y sentir felicidad. Son las caras de una misma moneda que hay que saber lanzar al aire y recoger después.

 

         Muchas veces no solo no sabemos disfrutar de lo bueno que nos pasa, sino que además lo convertimos en malo. Hay personas especialmente dotadas para tergiversar las situaciones y hacer que la queja, de lo que no está o no tiene, predomine sobre el bienestar de lo que se posee.

 

         El cielo y el infierno están aquí. Se accede desde dentro y también se sale por el mismo lugar.

         

         Si atrapas un pedazo de cielo, resérvalo a tu lado. Si estás en el infierno, abre tu corazón a la esperanza y ten paciencia para cerrar su puerta tras de ti.