Uno
de los libros más interesantes y liberadores que he encontrado es el de Pema
chödröm: “ Comienza donde estás”.
Está
plagado de planteamientos directos sobre el sufrimiento, el odio, la ira, los
celos y sobre todo el miedo. También de formas de acercarnos compasivamente a
todo ello y, sobre todo, de cómo poder transformarlo, no sólo para nosotros,
sino extenderlo al mundo, a los demás, a la prolongación de cada uno.
“La primera enseñanza de Buda- dice en su
página72-es la existencia irrefutable del sufrimiento…Las personas se dañan
unas a otras: dañamos a otros y otros nos dañan. Saber esto es ver con claridad”.
Algo
que nos puede resultar tan obvio no lo es tanto si el denominador común del
sufrimiento lo ponemos siempre en las acciones con las que otros nos castigan.
Vernos parte del problema ayuda a resolverlo.
Todos
hemos sentido estados de soledad, enfado, o celos. Todos, ante ello, hemos
actuado desde el punto de dolor autosufrido, por eso cuando te sientes solo,
dices palabras crueles; cómo quieres que alguien te quiera, le insultas. Solo
empiezas a ponerte en el lugar del otro cuando tú has estado allí.
La
compasión no ocurre porque seas mejor que él, sino porque como humano
compartimos los mismos estados. Cuanto más conoces los tuyos, más entiendes los
de los demás.
Hay
una historia Zen que permite comprender que incluso a veces, sin que nadie
provoque esos estados en mí, los siento de igual modo.
…”Un
atardecer, un hombre disfruta navegando con su barca por el río. Y ve otra barca
que baja por el río y se dirige a él. Al principio le parece muy hermoso que
alguien más vaya a disfrutar del río en una hermosa noche de verano. Después se
da cuenta de que la barca va directamente hacia él, cada vez más rápido.
Empieza
a sentirse molesto y a gritar: ¡Oye ten
cuidado, gira la barca!...pero la barca sigue yendo hacia él cada vez más
deprisa. A estas alturas él ya está de pie en la barca, gritando y agitando su
puño. Y en ese momento la barca golpea directamente en la suya.
Y
ve que está vacía.”
Muchas
barcas vacías son situaciones vitales no dirigidas por nadie, pero nosotros
necesitamos encontrar culpables. Trasladar la responsabilidad y escupir nuestro
veneno contra los fantasmas de nuestra mente.
La
barca vacía puede ser un punto de inflexión; un buen momento para practicar la
apertura de nuestra mente para eliminar el miedo sin dirigirlo hacia nadie.
Las
situaciones, las sorpresas, buenas o malas, siempre son maestros si sabemos
liberarnos de la resistencia y el temor de que nada descoloque nuestra vida; una
vida que está inmersa en el devenir de la existencia cuyo esencia es el movimiento
y el cambio.
Si
entendemos esto…ya estamos en el punto de partida hacia la mejor forma de
tratarnos a nosotros mismos y por
extensión al resto de los humanos que viven a nuestro alrededor y al mundo
entero.