Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 28 de julio de 2018

!CUIDADO CON LOS PROBLEMAS AJENOS!



Tendemos a ser salvadores, a ser protagonistas de la bondad, a colaborar para que otros sacudan sus penas y a implicarnos demasiado en lo que nos es ajeno.

El “Caballero de la armadura oxidada” quería salvar doncellas “que no querían ser salvadas” y aún así se sentía impelido a ir en pos de su salvación. Pero esto nunca acaba bien. Ni para uno mismo, ni para los demás.



¿Cómo debe ser la ayuda que ofrecemos a otros? Siempre distante en la cercanía, nunca haciendo nuestros cada uno de los sin sabores de otros, jamás ocultando los propios tras una solidaridad que sea simbiosis.

Estar cerca, estar ahí, ofrecer nuestras herramientas, las que conocemos y que nos han servido pero sin pretender que sean las que a los demás les valgan; demostrar afecto sin ser determinante, sin juicios, sin lucha. Porque luchar del mismo lado nos hace creer que doblamos la fuerza del otro cuando, en muchas ocasiones, la debilitamos. Y lo hacemos cuando el otro se avergüenza de no ser capaz de remontar sus problemas a pesar de la ayuda que tanto agradece; llega a creer que una forma de decepcionar al que se entrega es cayendo de nuevo en lo que le causa dolor y entonces lo sufre doblemente, por sí mismo y por aquel/ella  a la que debería estar correspondiendo con su recuperación.

Esto sucede muchas veces en personas que atraviesan una depresión, o en aquellas que no superan una adicción.

No seamos ladrones de malestares porque puede revertir en nuestra contra.

Veamos el cuento siguiente:


“Un ladrón se introdujo en casa de Nasrudin. 
Tan pronto como éste advirtió su presencia, se escondió en un rincón. El ladrón se lo llevó todo. Nasrudin asistió a la operación, siguió al malhechor hasta su casa y le abordó educadamente.
- Gracias, extranjero, por haber querido trasladar todos mis efectos y mis muebles – le dijo. Has hecho que abandonamos mi sórdido alojamiento en el que tanto mi familia como yo nos estábamos pudriendo. Ahora, vamos a poder vivir aquí. ¡Voy ahora mismo a buscar a mi mujer y a mis hijos para que disfruten sin más tardanza de tu generosa hospitalidad!
El ladrón, angustiado ante la idea de tener que cargar con toda aquella gente, le devuelve en el acto todos sus bienes:
- ¡Tómalo todo de nuevo – exclamó -, y guárdate para ti tu familia y tus problemas!”.

A veces, pretendemos llevarnos “lo malo” del amigo, del familiar, del compañero/a y trasladamos, como este ladrón, las penas a nuestro lado dándoles un nuevo hogar que nos implica.

Cuidado con las ayudas que se convierten en nuestras desgracias. Tenemos las propias. Cultivemos la compasión desde la distancia y ofrezcamos agua fresca de nuestra fuente solamente si la sed del otro nos pide un vaso.

miércoles, 25 de julio de 2018

NUESTRO PARTICULAR "CONSEJO DE SABIOS"



Muchas veces no encuentro respuestas a muchos de los problemas que tengo. La vida siempre avanza, con problemas o sin ellos y por nada se detiene.

Cuando estamos en un laberinto, en un bucle, en un torbellino del que parece que no hay salida, o si por el contrario los problemas no son exactamente nuestros sino de gente cercana a la que queremos ayudar, de alguna forma, siempre hay una manera de encontrar respuestas. Acudiendo siempre a “mi consejo de sabios”.



Todos tenemos el nuestro particular formado por las personas que nos han querido y se han ido.

Imagino que en una sala, cómodamente sentados están todos ellos. Les miro y me entienden solamente con esa mirada recíproca. Dejo que llegue a mi cabeza la voz de cada uno, sus consejos, su peculiar forma de animar compasivamente mi dolor o el ajeno. A veces no me hablan todos. Otras lo hacen en una voz única que me dice siempre lo que mejor me viene. Otras me quedo dormida conversando con ellos. Siempre responden.

Es un método que aconsejo porque da resultado. Ellos lo saben todo y están en una dimensión en la que tienen la sabiduría perfecta y el dominio de toda esta vida y su escenario, viéndonos llenos de sufrimientos y problemas que solamente son juegos de azar y destino en la vida que hemos elegido.

Recurro a mi consejo de sabios particular cuando las respuestas no están claras en mí. Cuando parece que no hay salida, cuando me siento sola.

Recuerda que todos tenemos uno; el nuestro, el formado por quienes están al otro lado del velo y nos han amado de alguna forma.

Nos atenderán seguro.

domingo, 22 de julio de 2018

EL TIEMPO PSICOLÓGICO



Es muy curiosa la apreciación del tiempo dentro de nosotros.
Hay un tiempo que se esfuma sin darnos cuenta, horas que son segundos y días que ni siquiera notamos que pasan. Otros, sin embargo se dilatan, se estiran, se hacen interminables. Pareciese que las manecillas del reloj tuviesen una traba, algo que les impidiese andar, un pesado motivo para dejar de moverse.



Y es que el tiempo no existe. Hemos dividido en trocitos la vida para creer que la podemos controlar. Y hemos inventado el pasado y el futuro que nos atrapan mientras vivimos un presente continuo siempre.

La vida es lineal y sucede siempre hacia delante. Los acontecimientos marcan el ritmo de lo que llamamos tiempo. Más rápido si lo apreciamos como feliz, muy lento si lo  vivimos como desgraciado.

Mi padre, que tiene 93 años y una mente muy clara, siempre mantuvo que el tiempo no existe. Que estamos en el mismo lugar y en el mismo instante que las hordas de medievales o los grupos prehistóricos que poblaron cada territorio. 

Se nos hace difícil aceptar esto porque de alguna forma con la sucesión del tiempo, su paso y esa división artificial de lo que pasó y lo que vendrá tenemos la sensación del progreso, de avance, de que somos el final mejorado de nuestra especie; lo mejor a lo que ha llegado. Que tampoco es real.

Posiblemente, el tiempo tenga capas superpuestas, dimensiones diferentes que no apreciamos y en ellas sucede la vida de cada uno, que por otra parte nunca es aislada. Estamos enlazamos por eslabones invisibles que transmiten por la misma corriente lo que sucede a los demás. Piezas de un puzle que encajamos en los bordes recortados de otros sin los cuales no ocuparíamos nuestro lugar  ni ellos el suyo.

La sensación de la dimensión temporal es algo aprendido a pesar de que el cambio en lo que vemos y en nosotros mismos nos hablen del ayer y del mañana. Son sucesos concatenados cuya valoración nace y muere en  nosotros y con nosotros.

De ahí la importancia de vivir con intensidad pero con sosiego, lo que llamamos presente porque en realidad es lo único y lo más mágico que podemos experimentar. Lo que somos.