Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 10 de diciembre de 2016

¿ VIAJAS HACIA DENTRO?



Estamos volcados en el exterior. Todo lo que nos sucede parece que llega de  fuera y que luego lo sentimos dentro. Sin embargo, primero esta lo que somos y después cómo recibimos lo que nos sucede y de qué forma reaccionamos ante ello.

Nos perdemos, a veces, en el proceso. Invertimos los tiempos y los factores. Nos equivocamos en los sujetos y en los objetos y al final, caemos en los errores que nos provocaban pánico desde un principio.

Uno es lo que es. Producto de su genética, del ambiente de su niñez, de la ductilidad corazón que le acunó y de la firmeza de los primeros pasos que le asistieron al comenzar a erguirse. 

Lo que somos viene de atrás. Lo que seremos depende de lo que vivamos ahora. En el medio, todo un cúmulo de felicidades y desgracias que vamos tejiendo a golpe de corazón unos, con astucia otros y la mayoría, a duras penas, orientados hacia el logro de lo que les hace sentir mejor. 

En el fondo, ese sería el criterio de la criba. ¿Qué es aquello que me hace sentir bien?¿qué es lo conecta con lo más íntimo de mi ser? ¿En qué situaciones y con quién me siento mejor?¿en qué implica estas elecciones a las personas de valor que me rodean?.
Podemos viajar a muchos lugares. Volar alto, trepar a la cima y seguir sin penetrar dentro.

Lo que nos da seguridad no está nunca fuera. No es una cosa, ni tiene precio. Lo que garantiza nuestro equilibrio siempre es un valor que tiene sus avales en lo más profundo de uno mismo.
Cuando te vaya bien, vete adentro y pregúntate si de verdad es lo mejor para ti. Cuando te vaya mal, vuelve al mismo lugar y hazte de nuevo la pregunta. Posiblemente, llegaremos a la conclusión de que siempre hay algo malo en lo bueno y al revés.

La vida se entiende mirando hacia atrás y uniendo los puntos.

 No hay otra forma.


viernes, 9 de diciembre de 2016

ENVOLVER LA ILUSIÓN



No hace falta que sea Navidad para tener ilusiones, ni para que vengan envueltas en papel de regalo.

Estas fechas, dicen los que se quieren desentender de ellas, que son de los más pequeños. Es como si a base de no tener ilusiones nos molestase tener que poner cara de felicidad por ser los días que son.

Muchas veces, desviamos la atención de lo que nos importa por centrarla en lo que nos atrapa. 

Hay que tener cuidado que las ilusiones que nos llegan no sean como burbujas de champan. Espumosas, redondas y vacías. 

Capaces de subir mucho pero sin dirección; posibilitadas de salpicar  todo sin control pero en definitiva, efímeras y breves en su explosión.

La vida te enseña  a valorar qué es lo importante y cuál lo accesorio. Si realmente merece la pena dar un paso al frente o es mejor quedarse donde se está sin por ello acomodarnos a lo que no gusta.

Son momentos, estos,  en los que la ilusión está en venta. 

Lo mejor es descubrir que no se esconde en una caja de regalo, ni tras el escaparate mejor decorado. Lo mágico es percibir los destellos de nuestros sueños en lo que tenemos, en lo cercano, en las pequeñas cosas que se viven de forma sencilla.

Puede que las Navidades sean, sobre todo para los niños; puede también que activen el niño que llevamos dentro y que a partir de ellas veamos el mundo con otros ojos aunque sea por unos días.

Llega un tiempo diferente. 

Posiblemente no te guste. 

No pasa nada. 

También pasará. 

Lo que no debe pasar es la disposición de nuestra actitud hacia la ilusión; por lo que sea, grande o pequeño, visible o invisible, real o imaginario.

Mantengo la ilusión. 

La dirección de dónde deba posarse,  seguramente no será cosa mía pero estaré alerta para disfrutarlo todo.

jueves, 8 de diciembre de 2016

¿CÓMO TE SIENTES TÚ...?



Me he dado cuenta que hay muchas formas de instalarse en el mundo, frente a la realidad, junto a ella,  o con ella. 

Puedes dar la mano al enemigo o asediarle. Puedes encantarle o aburrirle, puedes mostrarte seguro pero cercano o, por el contario, hostil y distante.

Uno piensa que mostrar los sentimientos significa debilidad y en realidad, compruebo que el de enfrente te ve así. 

“No hay nada de malo es mostrarme como me siento”, pensamos los que no guardamos nada en la recámara…pero en realidad, exponerse siempre a corazón abierto, no es bueno.

En el amor pasa lo mismo. Hay personas que siempre quieren más, de lo que tienen al lado y de lo que está por conquistar. Gente que sin saberlo, se engaña a sí misma porque esa fuente nunca se sacia en ninguna forma. 

Personas que guardan pólvora para “por si acaso” y otras, sin embargo, que de repente se nos abre el corazón y patinamos con el equipo puesto.

Este juicio es tal vez apriorístico, porque si nos paramos a pensar, lo único que es erróneo en quienes se muestran tal y como son, o tal y como sienten es entregarlo todo, todo el tiempo. 

Posiblemente no hay que tener recámara, pero si reserva para poder seguir alimentándonos en tiempos de sequía. Con lo genuino nuestro, con lo propio.

Hay mundos que te encuentras sin querer y que te atrapan porque lo que te ofrecen es una necesidad tuya, una urgencia o un problema sin resolver en ti.

Nadie te obliga a hacer algo que no quieres. Nada te engancha si no conecta con algo que en ti es idéntico. Por esa razón cuando nos hallamos en un mundo que no es el nuestro, que nada tiene que ver con nosotros, es porque en el fondo necesitábamos cumplir esa etapa de esa forma.

Posiblemente, cada uno vuelve a su ser y cuando la etapa concluye,  cuando se ha satisfecho el vacío que había dentro, o cuando se ha resuelto la conexión que quedó por conectar, la vida de cada cual vuelve a su sitio.

¿Dentro o fuera?.

 Me siento dentro.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

CUANDO APAGUES LA LUZ



Cuando  apagues la luz y te quedes solo contigo mismo, abre tu corazón y desnuda la verdad fría.

Cuando apagues la luz y el descanso quiera anidar en ti, mulle tus sentimientos y hazles un colchón lleno de recuerdos y alegrías.

Cuando apagues la luz y quieran las lágrimas llegar a tus mejillas, pasa tu mano sobre el rostro y olvida la dicha. Otros tiempos vendrán que llenarán tus días.

Cuando apagues la luz y te quedes a solas con tus ruidos, reza una oración a ese dios que se te ha perdido.

Cuando apagues la luz y te asalten las dudas de si es felicidad lo que has decidido,  deja caer mi sonrisa en el fondo de tu olvido.

Cuando apagues la luz y temas no haber vencido, cierra tus ojos, aprieta tu alma y haz de nuevo un nido.

Solo cuando amanezca serás de nuevo el mismo y nada te dará pena, ni angustia, ni habrá gemidos. 

No temas; serás el mismo de siempre, el que siempre has sido.

Flor y Nata

martes, 6 de diciembre de 2016

ATIENDE A LAS SEÑALES



En mi vida me han ayudado mucho. Siempre que he pasado por algún trance adverso, la vida parece ponerme delante, una y otra vez, algo que me indica aquello con lo que debo tener cuidado o  a centrar mi atención en lo que está sucediendo a mis espaldas.

No quería escuchar a las que he recibido, insistentemente, durante meses. Ese es uno de los trabajos que he hecho conmigo misma, enfrentarme a la realidad en vez de bordearla ignorándola. Y, como en otras ocasiones, me posicionaron de golpe con lo que no quería ver, pero esta vez estuve receptiva y les hice caso.

Tengo que estarles muy agradecida. Agradecida a todo lo que me ha ayudado para llegar hasta aquí con serenidad. Agradecida por tomar decisiones y por saber que son las adecuadas.

He recibido un enorme regalo de Navidad antes de que lleguen. La persona que me lo ha puesto en las manos también se ha liberado del peso que representaba actuar en varios escenarios, estoy segura. Y en el fondo, agradeceré hasta el infinito la posibilidad de volver a mí misma, de estar en un equilibrio sostenible imposible hasta ahora.

Posiblemente atraeremos a personas que llegan a nosotros porque vamos a aprender mucho con ellas, aunque sean formas, maneras y modos que nunca debemos repetir. Incluso es bueno saber dónde no hay que caer y en que regazo no hay que poner el corazón.

Saber lo que uno no debe querer también es ganar.

Comienza bien la Navidad. Comienza con un camino nuevo del que ya he dado los primeros pasos. El resto se abrirá sólo.

No espero nada. No importa nada más que el momento presente. Ni siquiera es el final de nada.

Estoy segura de que todo está bien. 

Todo es como debe ser. 

No todos lloramos al mismo tiempo.

El final aún no está escrito.