Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 9 de febrero de 2023

LO QUE ESCONDEN LAS BROMAS

 

         Nunca me han gustado las bromas. No creo que tengan nada que ver con el sentido del humor, el auténtico, verdadero e inteligente sentido del humor.

 

         Toda broma esconde una verdad difícil de decir, incómoda de expresar y hasta molesta de aguantar. Por eso, nos acogemos a una forma, que parece suave, de decir lo que pensamos y que no diríamos abiertamente de otro modo.

 

         Hay bromas de diferentes calados. Las hay más inocentes y, por el contrario, bromas duras e imposibles de soportar. En cualquier caso, lo que comienza siendo algo que cae dentro de la honestidad puede terminar en una desgracia o en un profundo dolor para quien lo recibe.




 

         Ni que decir tiene que menos aún me gustan las “ inocentadas” de bienvenida de los colegios mayores, de las escuelas, de las universidades o de cualquier grupo que obligue a ritos de paso que se ciernen sobre la víctima que los sufre.

 

         No me gusta recibirlas. No me gusta hacerlas. Y no me gustan porque  son otra cosa distinta a lo que parecen y eso, me gusta menos aún.

domingo, 5 de febrero de 2023

DEL DERECHO DE HABLAR A LA OBLIGACIÓN DE ESCUCHAR


         Conocemos bien el derecho a la expresión. Es un derecho reivindicado por el que se ha luchado mucho tiempo. Derecho a poder decir lo que sientes, lo que te sucede, lo que ignoras, lo que sabes. Durante siglos, el simple hecho de hablar ha  costado la vida. Por eso se ha convertido en un derecho de inigualable valor cuando el silencio fue la única opción para sobrevivir.




 

         Sin embargo, anexo al digno derecho de hablar está la obligación de escuchar. Se escucha poco y mal. En general, lo que oímos sirve de pretexto para lanzar con rapidez nuestras propias palabras sobre el tema impidiendo la escucha. Nadie ha reivindicado que escuchar no es objeto de derecho, sino que es una digna obligación a la que todos deberíamos someternos más a menudo.

 

         Si no escuchamos no podemos entender los argumentos del otro, ni sus sentimientos, ni su realidad. Si no escuchamos estamos condenados a someternos a un bucle ciego en el que solamente nos encontramos a nosotros mismos.

 

         No hay avance sin escucha, ni progreso sin compresión. No podemos comprender si no dejamos que el otro se exprese, argumente, cuestione, contradiga o refute dentro de la conversación. Porque nuestro enfoque, sobre cualquier tema, no es el único posible, y menos mal que esto es así.

 

         No tengamos miedo a las diferencias. Ellas pueden construir si hay escucha, si de verdad las informaciones se aceptan y respetan. El mayor miedo viene de la uniformidad. Siempre hay muchos caminos para llegar a una meta.

 

Oblígate a escuchar con tranquilidad. Oblígate a responder con respeto y atención; entonces la comunicación será siempre el mayor bien.