Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 19 de abril de 2025

SENTIMIENTOS INVISIBLES, GENTES ROTAS

 Unas personas se prodigan más que otras. Hay gente que pasa desapercibida, porque quiere pasar, porque no le gusta destacar o porque su timidez se esconde detrás de una inteligencia silenciosa que apenas se nota.

 

         Otras, son todo lo contrario. Prefieren que hablen de ellas aunque sea mal. Les gusta la notoriedad; la necesitan para revalidarse y empoderar su ánimo. 

 

         Para mí, no es criticable ni una cosa ni otra. Unos no molestan y otros divierten, a veces. De cualquier modo, ambos tipos de persona tienen, posiblemente, tras de sí una biografía que explica sus comportamientos tanto como su forma de ser.

Lo realmente penoso es la invisibilidad de las emociones, sobre todo cuando estas hacen daño a la persona.






 

         En muchas ocasiones, estamos junto a amigas/os, compañeras/os, familiares…y no sabemos los sufrimientos que llevan dentro. Ni atisbamos su dolor ni el calvario por el que están pasando. Muchas veces, somos ciegos y sordos en estos temas. Y el sufrimiento campa a sus anchas junto a nosotros sin enterarnos.

 

         Es cierto que no es fácil ayudar a quienes lo llevan tan dentro. A veces, aunque te percates de ello no te dejan pasar más allá de los límites de su miedo, su angustia o su debilidad. Otras, no somos capaces de conectar con la manera de estar junto a ellas con una escucha receptiva, donde no oigamos para responder, sino para comprender. Eso solo es ya suficiente y alivia el peso del dolor del otro. 


La mayoría de las ocasiones, no se necesita más. Que te escuchen, que te cojan la mano, que te miren a los ojos y que sepan que estás ahí, entendiendo lo que le está pasando, apoyando sus decisiones, resistiendo a su lado.

 

         Todo pasa. El tiempo todo lo acomoda. Solo hay que esperar y mientras tanto, saber que hay personas que te quieren, que están junto a ti y que, sobre todo, comprenden tu historia como tú la vives, porque es muy fácil opinar cuando no llevas puestos los zapatos del otro, ni tienes que dar sus mismos pasos.

 

         Acompaña. Escucha. Comprende. Transmite tu afecto. Eso es suficiente para reconfortar su alma.

domingo, 13 de abril de 2025

UN SOLO LUGAR DONDE ESCONDERNOS

 A veces nos gustaría escondernos. Desaparecer o ser invisibles. Son momentos, días, épocas en las que no estamos para nadie, incluso para nosotros mismos.

 

Con razones para ello o incluso sin ellas, no querríamos dar explicaciones a nadie, ni que nos increparan por cualquier cosa o que nos impelieran a participar con alegría en salidas, reuniones o quedadas que nos parecen ajenas.



         


                                                

         Hoy en día predomina una especie de conspiración contra la tristeza, el desencanto o la apatía. Hay una tiranía, a veces, insufrible con el bienestar, con la positividad y con la, muchas veces, falsa alegría a la que parece que todos deberíamos rendir culto. Pero las desgracias suceden, las enfermedades llegan, los desencuentros suceden y todo ello nos lleva a un estado de malestar incompatible con lo que la sociedad del momento exige.

 

         No nos preparan para vivir. No hay una asignatura que nos ayude a gestionar las emociones, ni tampoco existen aprendizajes específicos que nos enseñen cómo dirigirnos en un problema, como afrontar los miedos o de qué forma acometer lo que asusta.

 

         No tenemos  dónde escondernos, salvo dentro de nosotros mismos.  A lo largo de la vida uno puede tener suerte y adquirir herramientas con las que enfrentar cada reto que se nos presenta, o puede que no. En cualquier caso tenemos derecho a la tristeza, a no querer hablar, a recogernos para sentirnos mejor.

Por eso, sí. Si puedes llorar, enfadarte, estar triste, abstraerte en el silencio y la soledad o volverte invisible ante los demás entrando en ti.

 

Dentro es el único lugar donde el ruido es tuyo, pero tú eres quien mejor puede invitarle a irse para recomponerte y salir abrazando la alegría perdida.