Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 10 de diciembre de 2011

LA PUERTA DE AL LADO

Cuando las cosas no van bien todos nos preguntamos alguna vez por qué los demás parecen más felices o tienen mejor suerte. Nos da la impresión que las desgracias no se reparten bien y que si alguien tiene ración de más…somos nosotros. El resto, son aquellos anónimos que sonríen con los buenos días en los labios mientras caminan aparentemente despreocupados o se mantienen impasibles cuando nos cruzan por la calle. Es como si en su casa no pasase nada doloroso o desagradable…como si cada mañana fuese una nueva confirmación de que en realidad son la familia perfecta. Alguna vez que también yo lo he pensado, me he dado cuenta, con el tiempo, que nadie sabemos lo que pasa detrás de la pared del vecino y que si la vida parece irnos mal solamente debemos mirar enfrente para darnos cuenta que nos puede ir peor.
         Tenemos la sensación de que irnos mal la vida nos convierte en unas víctimas desprotegidas al vaivén del destino. Impotentes para cambiar el rumbo de las cosas, nos sometemos a la tristeza de seguir siendo cómplices del malestar que nos generan.
         Nadie es tan feliz como parece, ni tampoco la buena suerte visita solamente a algunos. Simplemente la vida tiene su particular reparto de las situaciones para cada uno de nosotros. Nos pone a prueba, nos somete a examen, nos revisa y nos pide que actuemos en libertad, que nos equivoquemos, que respondamos aún sabiendo que caeremos muchas veces en los  mismos errores. Se trata de aprender a avanzar demostrándonos a nosotros mismos que somos capaces de mejorar. Que realmente podemos cambiar la realidad solamente con modificar la forma de responder a ella.
         La mente nos juega malas pasadas. Ha perdido la capacidad de supervivencia en un mundo donde muchas situaciones se nos dan hechas. La experiencia, la acción, el compromiso con lo vivido refresca esa capacidad y la amplía.
         Cuanto más reducido está el campo de la experiencia, cuanto menos amplio sea el ámbito de las vivencias, cuanto menor sea el ejercicio de lo vivido…mayores temores albergamos en nuestro interior. Más miedos acunan nuestra alma y sobre todo, menos flexibles somos al juzgar y al juzgarnos. Por eso es obligado vivir y vivir intensamente. No hay otro camino de acercarnos a los demás y en ese acercamiento, conocernos definitivamente.

jueves, 8 de diciembre de 2011

LA DUDA COMO FORMA DE VIDA

Si hay algo que nos reporte peores resultados en nuestra vida es la duda permanente y constante de todo y por todo. Dudar es una estrategia vital que nos defiende muchas veces de que  resultados que pueden ser nefastos, se precipiten ante nosotros y nos devoren. Es favorable para acompañarnos en el crecimiento dificultoso a través de los retos que nos va poniendo la vida y de algún modo, nos permite pararnos ante las respuestas y evitar la anticipación indebida. Sin embargo, cuando la duda es la forma de vida permanente se convierte en un pesado yugo que nos asfixia lentamente. Ni siquiera nos deja disfrutar de las equivocaciones; y digo disfrutar porque en ellas se esconde un componente de aprendizaje que nos viene muy bien a largo plazo. Si dudamos continuamente nunca echaremos raíces, ni seremos capaces de anclar nuestras decisiones en terreno firme porque nuestro proceso mental se debate inestable en arenas movedizas de las que nadie puede rescatarnos.
         Dudar siempre dificulta la toma de decisiones. Sabemos que no hay nada seguro y que hasta lo tangible está sometido a cambio continuo. Por eso no podemos peregrinar continuamente de una opción a la contraria sin encontrar en ninguna el reposo que nos convenza. Cualquier decisión por la que optemos tiene sus riesgos y en cualquiera debemos pagar un precio por asumir los resultados de nuestras decisiones. La verdadera cuestión está en poder valorar lo que perdemos en cada caso y de qué modo nos afectará esa pérdida. Entonces, nos daremos cuenta de que consecuencias tendrán nuestros pasos y podremos decidirnos a pagar el precio final.
         La mejor estrategia para superar la duda es “comprender” lo que encierra porque nos ayudará a conocernos y a superar nuestros miedos. Esos miedos que están al fondo de cualquier decisión y que socaban y profundizan sin límite la voluntad y la fortaleza cuando dudamos de todo.
         Me ha gustado esta pequeña reflexión de John Roger que comparto con respecto a la duda.
…”La cura de la duda es comprender; aun cuando no haya evidencias para entender. Entiendes que la duda es parte de la condición humana, de forma que no te quedes con tu duda, sino la usas como un método para probar o refutar aquello hacia lo cual te diriges.
Si dudas de algo, ve y verifícalo. Si no es así, tu duda ha sido parte de tu conocimiento. Si es así, tu duda ha sido parte de tu sistema de guía.
De ambas formas, utilizas la duda en forma positiva.”
         Utilicemos la duda desde la comprensión de lo que hay debajo de ella, desde la visión abierta de los miedos que encierra, desde lo que vamos a perder en cada toma de decisiones que hagamos y sobre todo, de si lo que nos faltará es realmente lo que queremos o lo que podemos soportar. Una vez dilucidado…el camino se allana.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL SUFRIMIENTO OPTATIVO

La cultura que llevamos a cuestas, desde nuestra escolarización infantil,  ha minado la forma de percibir la realidad y nos ha instalado en parámetros de erudición y cuantificación que todo lo pueden. No se califica ni se mide, en todo el recorrido académico de una persona, ni la capacidad de escucha, la empatía, el autodominio, la sabiduría práctica, el liderazgo, el coraje, la compasión y tantas y tantas cualidades que más tarde marcan el éxito en la vida y la felicidad en las vivencias.
Pero a lo largo de ella, nos damos cuenta que en algún momento tenemos que cambiar para vivirla mejor y en ese caso comprobamos que no es un asunto de erudición y conocimientos lo que nos ocupa, sino de motivación, ilusión y valor. Porque sentirse motivado es la única razón para sacar el valor suficiente e iniciar el camino, para aflorar lo que permanece oculto e inexplorado en el interior.  Durante el trayecto, percibimos que gran parte de la angustia y el sufrimiento que experimentamos es optativo. Que ante lo que nos sucede siempre tenemos la opción de buscar oportunidades de crecimiento y transformar así lo que tildamos de fracaso, error o equivocación en un medio de no repetir la misma conducta para obtener diferentes resultados. Advertimos, si somos capaces de detenernos y observarnos, que estamos llenos de energía, de sabiduría natural, de creatividad y del suficiente amor como para poder con cualquier situación que se nos presente. Y poco a poco, llegamos a la conclusión que cuanto más convencidos estemos de nuestro poder interior mejor conectamos con las bondades del universo y más plenamente se disponen éstas a nuestro favor.
Optar por el sufrimiento nunca ayuda. Nos somete, en la cueva negra del aislamiento, a torturas psicológicas tremendas de las que no sabemos cómo salir. La forma de ver las cosas tiene mucho que ver en la manera de responder a ellas. El cambio, la variación y la modificación de las circunstancias son un hecho del que no podemos evadirnos. Cuánta mayor capacidad de adaptación tengamos mejor nos irá y más fácilmente lograremos ser felices. Una persona bloqueada emocionalmente está también anulada intelectualmente. Nosotros mismos caemos en un bajón de nuestras posibilidades mentales cuando cedemos a la angustia y el desasosiego.
Lo que hace insoluble la mayor parte de los problemas no es la dificultad que estos presentan en sí, sino esa sensación de pequeñez que nos inunda en el momento de hacerlos frente.
Usemos el contenido de la frase de Marcel Proust cuando decía que “ el verdadero acto de descubrimiento no consiste en salir a buscar nuevas tierras, sino en aprender a ver la tierra vieja con nuevos ojos”. Por ahí debemos comenzar.

martes, 6 de diciembre de 2011

INTELIGENCIAS MÚLTIPLES


Solemos pensar que la base del éxito está, fundamentalmente, en la inteligencia. Creemos que si no se nos dan bien las matemáticas o cometemos faltas ortográficas e incluso nos expresamos con demasiada sencillez, estamos en la media del umbral de la inteligencia y por tanto nos consideramos en la base de la normalidad. Sin embargo, el concepto de inteligencia está cambiando sustancialmente. Una cosa es ser inteligente para estudiar, más capaz de retener, de evocar lo estudiado, de responder con rapidez etc…y otra muy distinta es la habilidad para movernos por la vida. Por ello, en la actualidad, el concepto de inteligencia no se liga a la memorización, a la rapidez lógica, ni a la grandilocuencia verbal, sino a la “capacidad de la persona para resolver problemas”.
         Ahora se comienza a aludir al concepto de inteligencias múltiples. No es conveniente recurrir a una sola inteligencia global y definitoria, sino que podemos tener desarrolladas otras muchas dimensiones de lo inteligente y con ellas ser operativos en la vida y salir airosos de las dificultades que nos proponga.
         Podemos no ser capaces de memorizar una larga serie numérica o de orientarnos en el espacio con lentitud y poca destreza, pero sin embargo, podemos tener muy desarrollada la inteligencia social, o la emotiva o la verbal. Todas aquellas cualidades que contribuyan a resolver con agilidad y acierto los problemas cotidianos, nos hacen inteligentes.
         En muchas ocasiones, no hemos creído en nuestra capacidad mental y tememos enfrentarnos con situaciones nuevas pensando que no seremos capaces de superarlas con éxito. Puede incluso, que nos hayan convencido desde la niñez de que no somos inteligentes, de que nuestra normalidad raya la simpleza y de que nunca seremos nada importante. Puede que nuestra autoestima esté dañada por ello y nos hayamos creído que es así y convencidos …vivamos ejecutando ese papel.
Necesitamos una revisión del concepto de lo que somos. Examinémonos. Pensemos en nuestra capacidad de enfrentarnos a los problemas, en nuestra fortaleza para encontrar soluciones y llevarlas a cabo, en nuestra determinación para continuar en la lucha…y después convenzámonos de que poco importa saber más o menos matemáticas para saber a ciencia cierta que verdaderamente SOMOS INTELIGENTES. Todo nos irá mejor cuando estemos convenidos de ello.

lunes, 5 de diciembre de 2011

FACILITANDO LA VIDA

Cuando la vida te es adversa te das cuenta de lo que vale que alguien te tienda una mano. A veces, con solo arrojarte una sonrisa es suficiente. Un gesto cómplice, un roce inapreciable o una palabra cercana sirven para achicar penas y aliviar la angustia del alma. En los momentos en los que realmente estamos asustados, en aquellos que se escapan a nuestro control, cuando no sabemos qué hacer  y se acaban los recursos…entonces rebuscamos en los afectos cercanos o lejanos. Todo sirve para agarrarnos a la coherencia de seguir en equilibrio y poder dar el salto a la normalidad de nuevo.
         Hay personas que se pasan la vida poniendo zancadillas a su alrededor. Disfrutan viendo cómo tropieza el resto y de ello obtienen una especie de altura que les hace creerse por encima de los demás. Por eso, se empeñan en poner difíciles las cosas a quienes necesitan algo de ellos. Se trata de una superioridad sin fundamento a la que suele acompañar las voces altisonantes,  ironías o sonrisas falsificadas con sello de caducidad.
         No creo en ellos y cada día me provocan más repulsa. Estoy empeñada en facilitar la vida a los que tienen que tratar conmigo porque aunque yo lo haga así, no dejará de existir dificultades que les compliquen su día a día. Y no por ello considero que dulcificando lo que de  mi llegue van a responder peor. Tal vez suceda… y a las buenas intenciones les pongan el apellido de idiotas. Posiblemente, a la bondad se le llame con mucha facilidad, tontería. Pero me quedo gustosa con esos calificativos si al menos, a la mayoría de los que tratan conmigo les es más sencillo vivir a mi lado. Hacer la vida más llana, entre tanta dificultad, no es noñería, ni blandura, ni debilidad. Yo le llamaría un poco de aire fresco durante una tormenta de arena. Un soplo liviano de colaboración para que todo sea más sencillo, una fortaleza añadida para lograr avanzar sin tanto esfuerzo. No es difícil facilitar la vida a los demás. No quiere decir esto vivir sin límites y aceptar que el sometimiento al resto pueda  presuponer que abusarán de las facilidades. Para eso estamos nosotros, para saber frenar a tiempo a quien debamos exigir la responsabilidad que no debe evitarse. Pero si podemos llenar una sonrisa vacía, si podemos completar una mirada ausente o simplemente rebajar la tensión de quienes agobiados nos reclaman, debemos hacerlo.
La vida es un boomerang con un peculiar retorno. Nunca se olvida de quien hizo lo que hizo y cómo lo hizo. Para recoger la cosecha, nos recuerda siempre con la calidad del fruto, que es necesario sembrar y cuidar lo que se siembra. Tendemos a exigir resultados sin atender al cuidado que ponemos en establecer las bases para que estos se den, ni preocuparnos de los procesos que envuelven las circunstancias en las que deben crecer.
Todos sabemos reclamar al otro. Pocos están dispuestos a colaborar con él. Los resultados nunca son unilaterales.
Al menos para mí, poder ser parte de las soluciones, me llena de satisfacción. Ser causa de los impedimentos me sumerge en un estado de malestar continuo que no me compensa. Los demás son como yo. Así quiero tratarlos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

DOMINGOS LITERARIOS

Para desearos un feliz domingo, me acerco hasta vosotr@s con un poema de Benedetti. Un canto a la determinación y  a la pasión con la que se ha de vivir lo sentido. No vale el gris…necesitamos definir el negro o el blanco; no vale el ni…necesitamos conocer el sí o el no. No vale lo templado, lo soso, lo light, lo indefinido, lo indeterminado, lo leve y pasajero. Apostemos por abanderar la fuerza que nace del corazón sin agua tibia…como un torrente que fluye a borbotones arrasando todo aquello que nos hace débiles, inseguros y titubeantes. No dudemos. No hay duda cuando se cree en uno mismo. Ten fe en ti. Lo demás llegará de inmediato.


La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve
no me sirve tan mansa
la esperanza
la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve
no me sirve tan sabia
tanta rabia
el grito tan exacto
si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro
no me sirve
no me sirve tan bueno
tanto trueno
el coraje tan dócil
la bravura tan chirle
la intrepidez tan lenta
no me sirve
no me sirve tan fría
la osadía
sí me sirve la vida
que es vida hasta morirse
el corazón alerta
sí me sirve
me sirve cuando avanza
la confianza
me sirve tu mirada
que es generosa y firme
y tu silencio franco
sí me sirve
me sirve la medida
de tu vida
me sirve tu futuro
que es un presente libre
y tu lucha de siempre
sí me sirve
me sirve tu batalla
sin medalla
me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura
sí me sirve
me sirve tu sendero
compañero.
* Me sirve y no me sirve. Autor: Mario Benedetti