Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 29 de marzo de 2014

DOMINGOS LITERARIOS



CALANDO HONDO EN TI…


Soneto De La Luna 

La luna nos buscó desde su almena
Cantó la acequia, palpitó el olivo
Mi corazón, intrépido y cautivo
Tendió las manos, fiel a tu cadena

Qué sábana de yerba y luna llena
Envolvieron el acto decisivo
Qué mediodía sudoroso y vivo
Enjalbegó la
noche de azucena

Dios y sus cosas nos reconocían,
De nuevo giró el
mundo y en su centro
Dos bocas una a otra se bebían.
Dos bocas una a otra se bebían.

Por las esquinas verdes del encuentro
Las caricias ansiosas se perdían,
Como en una espesura cuerpo adentro
Por las esquinas verdes del encuentro

Dios y sus cosas nos reconocían,
De nuevo giró el
mundo y en su centro
Dos bocas una a otra se bebían.
Dos bocas una a otra se bebían.

Clara Montes
Poema de A. Gala
Escucha la canción:



viernes, 28 de marzo de 2014

EL LENGUAJE DEL UNIVERSO



El proceso de atracción es algo muy simple. Aún con toda su simplicidad se nos hace difícil ponerlo en práctica porque crecimos acostumbrados a "batallar para que las cosas sucedan".

Lo desafortunado del caso es que entre más batallamos para hacer que algo suceda, menos obtenemos los resultados que desearíamos. Y el resultado es que convertimos nuestra vida en una serie de problemas crónicos.
¡Y todo por no saber hablar el lenguaje del Universo!
El Universo no entiende nuestro lenguaje y por eso hay que aprender a comunicarnos con él, porque hemos estado pidiéndole las cosas al revés.
Por ejemplo, la siguiente secuencia es la forma normal en la que un humano reacciona ante sus circunstancias no favorables. (Ignorando que al hacerlo así está enviando una señal al universo que dice "mándame mas").
La única persona en el mundo que puede evitar que tus deseos se cumplan eres tú mismo, nadie más tiene ese poder.
¿Y cómo estás evitando que tus deseos se hagan realidad?. Pues es que estás comunicándote al revés.
Ya sea que en este momento tienes algo que no quieras:
*Una enfermedad
*Una mala relación
*Una economía pésima
*Preocupaciones
*Problemas familiares
*Falta de un lugar donde vivir
*Insatisfacció n laboral.
O ya sea que no tengas algo que quisieras tener:
*Una casa grande y bonita
*Amor
*Tu peso ideal
*Una vida feliz y armoniosa
*Libertad financiera
*Creatividad
*Armonía familiar
*Satisfacción laboral
Cualquiera de las dos circunstancias mencionadas anteriormente suceden debido a que no sabes hablar el lenguaje del universo.
El universo no entiende la palabra "NO" debido a que este opera en base a atracción no a exclusión.
Tu no puedes gritar lo suficientemente fuerte y decir NO QUIERO ESTAR OBESO!!!! Y hacer que la obesidad se derrita.
Tampoco puedes gritar lo suficientemente alto y decir NO QUIERO ESTAR ENFERMO!!! Y mantenerte sano.
Porque en realidad lo que estás haciendo al decir:
NO QUIERO TAL COSA
ODIO TAL COSA
ESPERO QUE NUNCA ME PASE TAL COSA
COMO QUISIERA DESHACERME DE TAL COSA
Lo que en realidad hacemos al decir lo que NO QUEREMOS es enviar señales que atraerán mas de ello.
Para que el Universo te entienda es necesario que comiences a hablar en términos de lo que si quieres.

¿En qué parte de toda esa queja se encuentra una petición? No podemos hacer peticiones como quejas, ni hablar de lo que no queremos.

En todo momento en que se está pensando lo pésima que es la situación, se envía energía que agranda esa situación. Tenemos un diálogo instalado en la negación y en el sentimiento de frustración que nos invade.  Creemos que fluimos con el deseo pero estamos fluyendo con energía contraria.

Así que nosotros  mismos  estamos creando esa realidad contraria al deseo, una y otra vez.
Hemos de enunciar lo que queremos en términos positivos de afirmaciones seguras, para pedir, para enfocarse, para fluir las energías hacia lo que desea atraer.

    Es fácil decirlo.... lo sé por experiencia, a veces también caigo en esa trampa de dirigir la mente enfocándola en lo que me preocupa, también reacciono con lo que me angustia poniéndolo de plataforma para que mi deseo ascienda.

Pero es importante comenzar a habituarnos poco a poco a decir lo que sí queremos.

Juan Carlos Fernández

jueves, 27 de marzo de 2014

EL PODER DE LO QUE SE VALORA



No hay mayor poder que el valor que uno mismo conceda a las cosas que posee o a sí mismo. Dejar en manos de otros esa valoración es exponernos a la devaluación y al menos precio del resto, en muchas ocasiones.
Los demás, reaccionan ante lo que presentamos y frente a cómo nos consideramos nosotros mismos. Proyectamos una imagen, la afianzamos con la desconfianza y la baja autoestima, pretendiendo que los demás la remedien y lo que frecuentemente conseguimos es el efecto contrario. Nos lanzan muchos más abajo del escalón desde el que nos instalamos en el mundo.
Hay que comenzar por darnos valor, más tarde ese valor engendrará un poder inmenso y una confianza infinita en nosotros mismos y a partir de ahí, los demás solamente tendrán que rendirse ante la evidencia.
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Maestro...¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... -y haciendo una pausa agregó- Si
quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
- E... encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
- Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el meñique de la mano izquierda y se lo dio diciendo: Ve al mercado. Debo vender
este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de
oro.
El joven empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse
la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Después de ofrecer su joya a más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y
regresó.
 -Maestro -dijo-, lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste.
Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- Qué importante lo que dices, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo.
Ve  al joyero y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
- 58 monedas??! -exclamó el joven.
- Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este
anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte
verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que
cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su
mano izquierda.

miércoles, 26 de marzo de 2014

EL AUTOENGAÑO INCONSCIENTE



El autoengaño inconsciente consiste en no darse cuenta de que se está ignorando un peligro o una realidad. Los animales son a menudo ignorantes de amenazas que se ciernen sobre ellos, y por eso resulta sencillo engañarlos con cualquier anzuelo para introducirlos en una jaula.
         Es una situación terrible porque a pesar de proveer tranquilidad, implica que somos ajenos a la realidad. En cambio, el autoengaño inconsciente es un síntoma de inteligencia. Consiste en engañarse de forma voluntaria para que las cosas sigan funcionando, pero si lo peor sucede, ya lo arreglaremos; mientras no sea así, el sistema aguanta. Al fin y al cabo, de eso se trata, de que el sistema aguante. Así también nos pasa a cada uno.
         La mente es una gran defensora del equilibrio. Nos protege hasta que no puede más. Trata de arroparnos y de dar salida al malestar para poner delante de nuestros ojos una visión más benévola de lo que se acerca como peligroso.
         Decía Hemingway que vivimos esta vida como si llevásemos otra en la maleta, una especie de autoengaño para pasar de puntillas por la situaciones de cambio doloroso sin importarnos demasiado si la vivimos o la desperdiciamos en cada fase que se presenta.
         Disimular la visión de lo que pasa tiene ventajas. Uno se autoengaña esperando un beneficio mayor. Que pase la mala racha, que los fantasmas pasen de largo, que las nubes no se detengan encima y que el sol vuelva a brillar para nosotros.
                  Lo peor  y lo mejor, es que, en lo personal, nada es seguro, que todo está por terminar; que nunca nada está concluido y que tampoco está todo conocido. Lo peor y lo mejor, a la vez, es que el autoengaño nos deja preparados para iniciar otros momentos en los que quizá habrá que volver a recomenzar si se quiere continuar lo que ya se empezó una vez.
         Todo un reto que nos pondrá a prueba de lo que somos capaces de regenerarnos y del cual, sin duda, saldremos fortalecidos.