Como aludimos en la entrada anterior,
la vida se vive mal con mal humor, pero también se convierte en pesada y
costosa cuando la actitud que nos acompaña es la de adelantar desgracias siempre.
Hay personas que imaginan lo que va a
suceder y cómo lo hará sin que haya llegado aún. Somos bastante proclives a
idear, fantasear y elucubrar sobre lo malo que nos sucede; lo peor es que lo
hacemos en nuestra contra la mayoría de las veces.
Montamos
castillos en la mente, y los elevamos a dimensiones insospechadas sobre todo en
nuestras rumiaciones nocturnas. No dormimos y solamente se nos ocurren
desgracias sobre desgracias, sucesos que vemos como inmediatos y seguros,
aunque nunca lleguen a suceder.
Debemos
observarnos y ver si somos de las personas que nada más que algo ocurre nos abalanzamos
para adelantar desgracias múltiples sobre el suceso que acontece.
Es
un mal hábito. En principio porque generamos angustia no sólo en nuestro
interior, sino también a nuestro alrededor. Por otro lado, los que están cerca
y nos oyen suelen pensar que efectivamente ese será el destino que nos espera
y, de algún modo, colaborarán en que ocurra con su actitud pesimista y
derrotista. También estamos así abiertos a la hecatombe, casi esperando que
llegue, dispuestos a que nos arrolle como preveíamos y sin hálito vital que nos
defienda de nosotros mismos.
Adelantar
desgracias es altamente nocivo para la salud no sólo mental, sino para la
física. El sistema inmunitario responde con un tono bajo a lo que pueda llegar
porque desde el cerebro la orden es de derrota antes de que pase.
Todo
está ligado en nosotros. Todo y con el todo. No podemos separar la mente del
cuerpo, eso lo saben y lo consideran, muy detenidamente, las culturas
orientales.
La
medicina es integral, los cuidados también. La mente da órdenes que elabora en
los pensamientos previos en los que de haber negatividad, decaimiento y dependencia al fracaso predispondrá a nuestras
defensas para no actuar.
En
consecuencia, desterremos el pensamiento desgraciado, no permitamos que
traspase la línea de seguridad inmune y elijamos dejar que todo discurra antes
de adelantar lo que va a suceder.