Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 12 de noviembre de 2011

ACEPTANDO LO QUE VENGA...

Desde hace un tiempo a esta parte vengo pensando esta frase con la que un amigo y compañero cercano, titula su blog. Uno de los recursos más poderosos de la mente es estar en disposición de “aceptar lo que llegue”; sin embargo, no creo que en este pensamiento deba ir implícita la resignación, no. Más bien, estoy convencida que alude a un particular entrenamiento de la mente y el espíritu para estar en posición de recibir lo que nos alcance, bueno o malo, y seguir de igual modo. Ante todo, entender que la vida es global y que nosotros representamos esa gota en el océano sin la que el mar no sería el mismo pero con cuya ausencia tampoco terminará. Debemos concebirnos como esa parte del todo que tiene una fantástica e ineludible misión celular. Como si de un átomo se tratase, diminuto e indivisible, debemos aceptar nuestro ser, nuestra estancia aquí, nuestra hoja de ruta en el viaje que comenzamos con nuestro nacimiento. Nada va a pasar si morimos en este instante. Nada y todo. Nada si logramos sobrevolar el significado de la existencia personal, como tal. Nada para que la vida continúe, para que todos los que nos conocen sigan su marcha, incluso para que lo hagan los que nos aman hasta el infinito de sus posibilidades. Nada, para lo absolutamente trascendente que pretendemos hacer cualquier asunto que nos preocupa. Nada para el cíclico y eterno retorno de la noche y el día. Nada para el inmutable descender de la lluvia o la resplandeciente salida del sol, tras ella. Y sin embargo, todo notará nuestra ausencia. La propia existencia del planeta habrá terminado con una posibilidad más, de avanzar hacia su plena evolución en un tiempo menor. Los que nos aman no serán los mismos. Los que nos odian, tampoco. Ni lo serán los espacios en los que anduvimos, ni las calles que paseamos, ni el aire que rozó nuestras mejillas cuando necesitamos sentir un soplo fresco tras la batalla. Pero de cualquier modo, hemos de estar dispuestos a aceptar lo que venga. A inundarnos de amor, a desbordarnos con él y a sorber la gloria trago a trago, como el mejor néctar. También a integrar el dolor en el alma, a vestirnos de tristeza o a decir adiós a lo tanto queremos y no podemos retener. A mirar a través de la ventana y oler la tormenta sabiendo que traerá desastres imposibles de evitar. A cerrar los ojos y sentir que podemos caer en un sueño eterno sin pesadillas, del que no retornaremos. A saber que todo puede pasar en cualquier momento, pero que aún así, nada detendrá la serena libertad de la vida de seguir para el resto.
 Por todo ello, estemos dispuestos siempre…a aceptar lo que venga…es la única forma de poner el alma en paz.

viernes, 11 de noviembre de 2011

EN ESTE DÍA ESPECIAL...11_11_11

Nos han estado preparando, desde hace mucho tiempo, para la llegada de este día especial; un día en el que los entendidos nos hablan de un nuevo portal, (supongo que será el límite entre dos dimensiones), una nueva energía sentida, una diferente y más alta vibración alcanzada. Aluden a un cambio para el planeta en base al más elevado estado de conciencia de los más avanzados en la evolución espiritual. Es un momento mágico para la meditación y el recogimiento; para estar a solas con uno mismo por un tiempo, aunque sea breve, y sentirse en sintonía con esa corriente de energía que todo lo invade y que nos afecta a TODOS. Por eso, no puedo extrapolar este día a unos pocos privilegiados, ni siquiera a quienes están en otro escalón del avance espiritual. No. Me niego a excluir al resto. Es un momento para todos, seamos o no conscientes de la cascada de lluvia energética que cae sobre nuestra conciencia. No hay que hacer nada especial, a no ser estar con nosotros mismos en la quietud del recogimiento para agradecer, agradecer y agradecer hasta el infinito, el inmenso poder de estar vivos, de poder experimentar todo lo que aquí sentimos, de poder amar, gozar y hasta sufrir; de tener lo que tenemos y de ser lo que somos. Agradecer nuestro encuentro, porque sabemos que nada pasa porque sí, porque en realidad nos teníamos que haber encontrado para mejorar en nuestro avance; agradecer que seamos como seamos y estemos donde estemos nos sentimos unidos por un vínculo que brilla con la fuerza de los titanes. Por todo ello y porque hoy es un día para celebrar (también especial para mí), quiero compartir esta tarta con la que además podremos celebrar… mi cumpleaños; este cumpleaños que este año llega en un marco tan acogedor, en el que os tengo a vosotros, junto a mí y en mi corazón.

Tomaremos, de nuevo,  un pedazo de esta tarta y brindaremos por estar aquí  ahora, libres y decididos a entusiasmarnos con cada sueño que nos anime, cada emoción que nos invada y cada momento eterno que construyamos… ya, entre todos.

Todo mi cariño



jueves, 10 de noviembre de 2011

UNA BALANZA PARA NUESTRO EQUILIBRIO

Si pusiésemos en una balanza el peso que tiene el pasado en nuestra vida seríamos conscientes de someterlo, con urgencia, a una dieta de adelgazamiento para que no peligrase el organismo completo. Sería estupendo ir volcando en el platillo de la balanza aquello que nos frustra, que calladamente sigue manteniendo una pugna con nosotros, que horada cada intento de cambio, que sigue ahondado en el hoyo profundo del desánimo…así, calladamente, imperceptible y silencioso, pero denso y recurrente, pegajoso y turbio.
Hemos cometido errores. Todos y cada uno de nosotros. Y los seguiremos cometiendo, pero otros... nunca los mismos o a eso, al menos, debemos aspirar. Aprender es el premio a la ingrata tarea de equivocarse. Y en ese aprendizaje debe ir la lección que nos enseñe primeramente a no juzgarnos con dureza y a no hacerlo tampoco con los demás. Todo se basa en el desconocimiento, en la falta de entendimiento, en la ausencia de comprensión de las situaciones y las motivaciones de cada uno. Y por debajo de todo este cúmulo de aditivos venenosos…el miedo, un miedo feroz de cada cual a ser dañado, a que se rían de nosotros, a que nos abandonen, a que nos engañen, a parecer estúpidos, a rayar en la tontería. Por eso, ver más allá, llegar a entender…supone siempre avanzar y encontrar el equilibrio. Por otra parte, equivocarse da la oportunidad de recorrer muchos caminos, de conocer lo bueno y lo malo, de discernir por contraste, de poder elegir lo mejor, de sentir el dolor de la culpa y limpiarnos por dentro, de encontrar la ocasión para gozar de la maravillosa sensación de dejar atrás lo que no nos gusta de nosotros mismos. Los errores nunca están de más. Desconfiemos de quienes digan que nunca se han equivocado, de los seguros de su clarividencia, de los que se creen libres de faltas, de lo que siempre quieren tirar la primera piedra. Hay que llegar a la serena humildad dentro del corazón, en su vórtice y en su centro. A la dulce sensación de haber sido protagonistas de tantas equivocaciones…tantas y tantas…que ahora nos han ayudado a saber por dónde no tenemos que pisar.
Alégrate porque te equivocaste, de otro modo nunca habrías llegado a ser lo que ahora te identifica como un ser inmensamente comprometido con sus ganas de mejorar.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL ÚLTIMO RECURSO...

El último recurso para subir nuestra estima siempre ha de estar en nosotros mismos. Qué nadie ni nada pueda con lo absolutamente inmensos que somos. Los rasgos que tenemos, nuestra forma de caminar, lo estilizado o no de nuestro cuerpo, la gracia de nuestro estilo…son accesorios de quita y pon. Lo que realmente somos está por debajo, por encima y a través de todo ello. Quien no sepa verlo no merece nuestro empeño, nuestro afecto, ni nuestras lágrimas. Si en algún momento de la vida han querido destruir el sagrado edificio de la persona maravillosa que hay en nosotros…es momento de izar el vuelo y más que nunca CREER en las infinitas posibilidades de nuestro ser. Porque nada ni nadie tiene el derecho de destruir las ilusiones, los sueños, las metas o los empeños que constituyen el motor de la voluntad que nos anima. Y si no nos creen capaces de ser lo que ya somos, mejor dejarlos ir en su ignorancia sin que nos duela su falta de comprensión.
Por eso, hoy llego hasta vosotros con un credo muy particular, el nuestro, el mío…el tuyo… CREER y CRECER con nuestra fuerza vital, con nuestra valía incuestionable, con esa poderosa capacidad de llegar a ser lo que verdaderamente queramos solamente apoyados por una absoluta confianza en nosotros mismos…


“Creo en mis formas, en mis caminos; en esos que duelen pero que rinden frutos.
Creo en el sendero de la verdad, en el sendero difícil.
Creo en mi alma, en esa porción agazapada de mí.
Creo en quién soy y, por lo tanto, en quien a pesar de las derrotas no tengo intenciones de dejar de ser.
Creo en mi sueño, en el magnífico sueño que seguiré construyendo hasta que no me queden más fuerzas para creer.
Creo en el destino, en mi historia, en mis pasos y en mi experiencia.
Creo en mis ganas de dar y creo en un mundo maravilloso que espera recibir mi gota de cariño.
Creo en la amistad, en los besos, en la lluvia, en las sonrisas y en los secretos.
Creo en mi esfuerzo por crecer, en mis ganas de crecer. Creo en la vida, y en la magia con la que toca todas las cosas.
Creo en el destino y en un futuro de recompensa para quienes afrontan el desafío de ser fieles a sí mismos.
  Creo en mí; sobre todo creo en mí cuando caigo, cuando no tengo fuerzas, cuando el viento sopla y mis velas ceden, sigo creyendo en aguantar y en volver con todas mis fuerzas para seguir y seguir creyendo, y seguir andando, y seguir viviendo.  Creo en el amor y en ese modo indescriptible de estar abierto ante la vida… “

martes, 8 de noviembre de 2011

UN GIMNASIO PARA LA MENTE

Nos dedicamos al cuerpo en exceso. Hay un verdadero culto a la imagen, desde el rostro y su tersura, hasta el cuerpo y su figura. El marketing juega  a favor de lo externo y en ello emplea todo el potencial de seducción que le asegura suculentas ganancias ofreciendo a la gente lo que ésta quiere alcanzar. Acercarse a los modelos de moda del momento, para vivir en la ilusión de que esta cercanía proporciona, de algún modo, un status similar al que ellos ostentan. Sin embargo, este esfuerzo continuado y tirano pronto pone de manifiesto las diferencia con las que cada uno trabaja en sí mismo y nos sitúa, con frecuencia, ante realidades ajeas a los deseos que nunca llegan a  cumplirse provocando el desánimo y el repliegue sobre uno mismo para obviar la derrota y sus consecuencias. Ahí en ese momento es cuando la mente debe estar entrenada para centrar las ideas, recolocar las emociones e impulsar al desafío de aceptarnos como somos, siempre, y estar a gusto con lo que tenemos. Y es que todo radica en la paz interior. Indira Gandhi decía: “Hay que aprender a estar tranquilos en medio de la actividad, y vibrantes de vida…en el reposo”. El secreto está en entrenar la mente para no “forzarlo todo”, gentes y circunstancias, que pretendemos que se adecuen a nosotros. La paz funciona de forma tranquila y libre. Siempre que la vida nos sorprenda hay que buscar ese lugar tranquilo que hay en nuestro corazón para consultarle. No hay más remedio que hacer preguntas. Dirigir a ese sagrado lugar de quietud, que en todos existe, las preguntas adecuadas sobre cómo nos sentimos así: qué causa nuestro malestar, de qué forma debemos actuar, cómo mejorar nuestra emoción al respecto…y otras muchas más…preguntar equivale a ser escuchados y no nos quepa duda, que también respondidos. Debemos entrenar la mente para saber recibir las respuestas, para oír los sonidos del silencio interior, recibir su mensaje y pasar a la acción.
La unidad que nos envuelve nos asegura que no estamos solos. Formamos parte de un TODO siempre atento a sus miembros para que no pierdan el equilibrio porque la desconexión de las partes significa el caos de lo Único.
No debe existir miedo, entonces, siempre están con nosotros.
         “Cuando una mosca mueve sus alas, una brisa recorre el mundo; cuando una mota de polvo cae al suelo, el planeta entero pesa un poco más, y cuando das un pisotón, la tierra se sale ligeramente de su curso. Siempre que ríes, la alegría se propaga como las ondas de un estanque; y cuando estás triste, nadie, en ninguna parte, puede realmente ser feliz.”
NORTON FUSTER ( The phanton toll booth _ La cabina Fantasma)

lunes, 7 de noviembre de 2011

SALIR CORRIENDO

La prisa, la necesidad de hacerlo y tenerlo todo con rapidez acapara nuestra atención y determina nuestra voluntad. Cada vez que pensamos en concedernos un espacio propio, un tiempo de calidad dedicado a resolver lo que “no queremos”, “lo que no nos está gustando de nuestra vida”, lo que bulle dentro de nosotros…la prisa vuelve a relegar todo para más tarde, para otro día, para otro momento que termina por no llegar nunca. La vida va pasando así rápidamente. Absorbidos por lo urgente, hacemos de lo importante sólo una anécdota.
A lo largo de los años me he dado cuenta de que si tuviese que elegir entre tener más cosas o vivir más experiencias, me quedaría, sin dudarlo, con lo segundo. Llega un momento que descubres que nadie posee nada. A lo sumo lo que podemos tener como propio es el deleite y el goce de disfrutar. Si ahora mismo nos pidiesen que dijésemos lo mejor de nuestra vida estoy segura que nadie nombraría su casa, su coche o sus ropas y joyas. Nos iríamos sin pensarlo a los buenos recuerdos que nos hubiesen dejado experiencias concretas. Porque eso…lo que queda en el alma, lo que vive por siempre, lo que se posee de verdad, es lo que se ha experimentado, aquello que nos hizo vibrar o simplemente lo que nos mantuvo serenos y felices en un tiempo. La vida es muy simple, extremadamente simple antes de complicarla nosotros con todo lo que no queremos e instalamos en ella. Porque nuestro desaliento llega cuando nuestros errores nos llevan a encontramos rodeados de personas, trabajos o cosas que nos desagradan o nos obligan a comportarnos como no somos. Nos fuerzan a cometer estupideces con las que creemos sentirnos mejor y compensar el sufrimiento. Es una especie de autoindemnización por el perjuicio que nos hemos autoprovocado. Se trata de encontrar algo que resarza el daño que nos hemos causado y comenzamos a “comprar”, “comer” o “poseer” de forma compulsiva sin obtener, en el fondo, el resultado que buscamos.
Restablecer los errores no es sencillo porque a veces las situaciones se complican mucho, pero tampoco es imposible. Tal vez precisa de mucha valentía, de una dosis de riesgo asumible si realmente pensamos que la mayoría de las cosas que están en nuestra vida, no deberían estar ahí.
Posiblemente podemos empezar por reflexionar sobre lo que “sobra” en nuestra existencia, para dejar de sufrir por ello y determinar lo que “falta”, para comenzar a buscarlo. Toda larga travesía comienza con un primer paso. Hoy puede ser una buena oportunidad para comenzar.

domingo, 6 de noviembre de 2011

CHOCOLATE CALIENTE

Hoy me he levantado con ganas de cocinar y lo primero que quiero ofreceros es un chocolate caliente. Nada se resiste al buen paladar y sobre todo lo que está hecho desde el amoroso intento de saludar al nuevo día con un sabor dulce en nuestros labios. Posiblemente, un buen recurso para vencer las dificultades sea recurrir a los sentidos. Porque ellos no son ajenos al alma; están ahí para colaborar con ella, para trabajar a nuestro favor e indicarnos siempre que elevarnos espiritualmente no tiene por qué ir acompañado de dolor, sufrimiento o malestar. Que si estamos aquí para ser felices también hemos llegado con sensores corporales para dirigir el gozo. Por tanto, cuerpo y espíritu están imbricados mágicamente en un todo al que no podemos seccionar para mejorar uno en detrimento del otro.
Cuando se goza y se disfruta, a nivel orgánico de alguna sensación placentera, también se expande el espíritu y se esponja el alma. Cuando se es feliz mediante los sentidos, nuestro delicado equilibrio emocional envía  señales que identifican esta sensación de plenitud en el alma y ésta recarga la energía positiva que nos llena de inmensa luz. Si reconocemos la implicación nefasta del efecto de las emociones  negativas en cuerpo ¿por qué no platearnos lo contrario?. No será que el sano placer corporal pueda equilibrar también las emociones y éstas, a su vez, expandir el espíritu y mantenerle en un entusiasta reposo?.
Estoy convencida que si llevamos con nosotros la posibilidad de gozar a través de los sentidos es porque ellos deben colaborar a elevar nuestra dicha interior y con ella, sentirnos capaces de llevar izada la bandera del entusiasmo por una vida tan colorista y llena de contrastes.
Hoy vengo con la taza del chocolate caliente…para deleitar el sentido del gusto y el olfato, pero para gozar por un ratito del dulce sabor amargo de las sensaciones que nos ayudan a comenzar el día.
¿Alguien prefiere café sólo?