Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 8 de diciembre de 2018

¿CÓMO ES TU DIÁLOGO INTERIOR?



Nos hablamos continuamente a nosotros mismos. No hay tregua. Vamos caminando y no podemos dejar de recordar lo que ayer nos molestó, el miedo que nos inyecta esa consulta pendiente, lo que nos dijeron injusto y un sinfín de pensamientos, generalmente negativos, que van envenenando la sabia mental.




          Pocas veces conseguimos estar en silencio, observando lo que hay a nuestro alrededor, disfrutando del momento que vivimos, saboreando un café o incluso disfrutando de una rutina.

Menos veces aún, conectamos con nosotros mismos para alabarnos, para animarnos desde dentro, para decirnos lo que siempre queremos escuchar a otros decir. ¿Por qué poner en la decisión y valoración de los demás lo que tan fácilmente podemos decirnos nosotros?.

Las expectativas deben estar focalizadas en ti. Llegar a ser tu mejor versión. Tu más alta competencia contigo mismo, lo mejor de lo mejor desde que te conoces. Lo más excelente porque eso será lo que mayor satisfacción te dará. Y si no lo consigues, si te quedas a mitad del camino, será eso…la mitad de “ tu camino”…un trecho que siempre puedes completar porque solo depende de ti.

Es muy importante cómo te hables. Muy importante los pensamientos por los que te dejes acompañar. Seguro que nunca te harías amiga/o de alguien que, desde el principio, te boicotease, te maltratase verbalmente, te infravalorase o te pusiese un mundo de color oscuro alrededor de ti. Esa/e eres tú cuando te hablas en “on”. 

Háblate desde el cariño, desde la mejor relación de afecto y ternura. Compréndete, perdónate, vuelve a intentarlo. No hay límite. Nadie te pondrá barreras. Tu mente sí. Las más grandes, las inexpugnables,  las que no pueden derrotarse sino desde la convicción de que ya eres todo, de que no necesitas nada, de que siempre fuiste perfecto.

Solo tienes que recordarlo. Y confiar.

martes, 4 de diciembre de 2018

LOS ESLABONES DE LA VIDA



Cuando nos sucede algo que altera nuestra vida, lo interpretamos con mucha vehemencia. Generalmente tendemos a ver el lado oscuro de los acontecimientos, pero igualmente cuando lo que pasa es neutro o excelente, nunca imaginamos cual va a ser el resultado siguiente a lo que nos sucede.



La vida se puede valorar mirando hacia atrás y uniendo los puntos que forman su anclaje. Un paso tiene unas consecuencias que dan lugar a otro que a su vez las tiene también. Y lo que ahora puede parecernos terrible, más tarde puede resultar nuestra bendición.

Deberíamos acostumbrarnos a esperar. Darnos tiempo. Dar espacio a los problemas y dejar pasar…ver qué sucede más tarde y evitar sufrimientos inútiles.

Veamos este texto que reflexiona sobre ello.

Espero que os guste y sea provechoso para cambiar de actitud tanto frente a lo “lo bueno”, como a aquello que no lo es tanto.

…”Un agricultor pacífico y tranquilo que vivía con su hijo vio un día que su único caballo se había escapado del establo. Los vecinos no dudaron en acercarse a su casa y condolerse por su mala suerte.
 
- Pobre amigo, qué mala fortuna. Has perdido tu herramienta de trabajo. ¿Quién te ayudará ahora con las penosas tareas del campo?  Tú solo no podrás, y te espera el hambre y la ruina.
Pero el hombre únicamente contestó:

-Así es la vida.

Pero dos días después su caballo regresó acompañado de otro joven y magnífico ejemplar. Los vecinos esta vez se apresuraron a felicitarlo.

-¡Qué buena suerte, ahora tienes dos caballos. 

Has doblado tu fortuna sin hacer nada! El hombre sólo musitó:
-Así es la vida.

Pero a los pocos días el padre y su hijo salieron juntos a cabalgar. En un tramo del camino, el joven caballo se asustó y tiró de la montura al muchacho, que se partió una pierna en la caída. Nuevamente los vecinos se acercaron a su casa.

-Sí que es mala suerte; si no hubiese venido ese maldito caballo, tu hijo estaría sano como antes, y no con esa pierna rota que Dios sabe si sanará.

El agricultor volvió a repetir:
-Así es la vida.

Pero ocurrió que en aquel reino se declaró la guerra y los militares se acercaron a aquella perdida aldea a reclutar a todos los jóvenes en edad de prestar servicio de armas. Todos marcharon al frente menos el hijo del agricultor, que fue rechazado por su imposibilidad de caminar. Los vecinos fueron otra vez a casa del agricultor, en esta ocasión con lágrimas en los ojos.

-¡Qué desgracia la nuestra, no sabemos si volveremos a ver a nuestros hijos; tú en cambio tienes en casa al tuyo con una pequeña dolencia!

El hombre, una vez más, dijo:
-Así es la vida.”