Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 1 de septiembre de 2018

LA CONFIANZA EN UNO MISMO



Todos los ganadores parten de esta premisa. Confían en ellos mismos. Están seguros de que podrán conseguir lo que se propongan, aunque no sin esfuerzo. 

No se trata de medir lo que nos cuesta llegar. Se trata de la actitud de la que partimos, de la seguridad poderosa de nuestro interior de que somos capaces de mucho más de lo que nos imaginamos y de las ganas de querer hacerlo.



La vida está llena de dificultades, cambios, problemas y obstáculos que a veces no nos lo ponen nada fácil. Nos ponen a prueba. Nos muestran dónde está lo que creemos que son nuestros límites y nos permiten superarlos.

Si puedes recordar alguna ocasión en la que has estado seguro de ti mismo podrás recordar una enorme fuerza que emanaba de tu interior y que te mantenía creyendo, sin dudar, que podrías con cualquier reto.

Sin embargo, la inseguridad nos encierra en un oscuro túnel en el cual nada parece posible y en el que cada vez nos sentimos más indefensos, no sólo en el objetivo pretendido, sino en otros ámbitos a los cuales se proyecta esa debilidad.

Creer en nosotros es el primer paso del éxito. Posiblemente, en ocasiones no estemos muy seguros de llegar al máximo de lo que se exige en la meta a la que aspiramos, pero si creemos que podremos hacerlo, será así. 

Otra cosa distinta es el cómo hacerlo, el esfuerzo necesario, las estrategias buscadas, los conocimientos precisos o la voluntad aplicada que tengamos que emplear. No hay nada imposible para quien cree en sí mismo.

Lo que nos debe sobrar son las voces que intentan auto sabotearnos desde dentro. Y lo que creemos que piensan los demás de nuestro empeño o lo que los más cercanos nos digan al respecto.

Nosotros y sólo nosotros somos los artífices de la posibilidad de ganar. 

Si tenemos confianza en nosotros mismos, ya hemos ganado.

Seguro.

martes, 28 de agosto de 2018

¿QUIÉN ESTÁ PREPARADO PARA MORIR?



La respuesta al final de este cuento.
“Un gran Rey Yayati, iba a morir. La muerte llegó… es una vieja historia (Esta es una libre versión de un cuento de los Upanishads) en esos días las cosas eran más simples y el otro mundo no estaba tan lejos. La muerte llegó y golpeó a la puerta. Yayati abrió y dijo:



-Qué? Sólo he vivido por cien años, y acá estás. y sin avisar!! al menos me deberías dar algo de tiempo. No he cumplido mis verdaderos deseos aún. Los he venido posponiendo: mañana, mañana; y ahora estás acá y no habrá mañana. Esto es cruel! sé amable!

La muerte dijo:

-Tengo que llevarme a alguien, no me puedo ir con las manos vacías. Pero viendo tu miseria, tu vejez, yo te voy a dar cien años más, pero uno de tus hijos tendrá que irse conmigo.


Yayati tenía cien hijos (tenía cien esposas también). Entonces él dijo:
-Eso es simple!- pero no fue tan simple como había pensado. Llamó a sus cien hijos y les pidió que uno vaya. “Salven a su anciano padre! Muchas veces dijeron !padre nosotros podríamos morir por vos! ahora el momento de probarlo ha llegado.” Pero esas cosas siempre se dicen, no significan nada. Los hijos comenzaron a mirarse unos a otros.


Alguno tenía setenta, otro setenta y cinco, otro sesenta. Ellos también se estaban poniendo realmente viejos. El más joven tenía veinte. El más joven se paró y dijo:

-Yo estoy listo para ir.


Nadie podía creerlo, sus 99 hermanos no podían creerlo; pensaron que era un tonto. Y él no había vivido aún, para nada. El sólo tenía veinte años. Hasta la muerte sintió compasión, lo apartó, y susurró en su oido “Sos tonto? tus hermanos que son más grandes no están preparados, vivieron mucho tiempo, 75 añós el mayor, y aún no están listos… y Tú estás listo? Tu padre no quiere morir, y él tiene cien años, y tu sólo veinte.”


El joven dijo algo hermoso. Tremendamente importante. Él dijo:

-Viendo esto, que mi padre ha vivido cien años y que tiene todo lo que alguien pueda tener, y aún así no está satisfecho, veo lo futil de la vida. Cuál es el punto? podría vivir cien años y la situación sería la misma. Y si fuera sólo mi padre, podría pensar que es una excepción, pero mis hermanos? ellos también vivieron mucho tiempo y han disfrutado de toda clase de cosas. Qué más hay para disfrutar?


Ellos están envejeciendo y no están satisfechos. Entonces hay algo cierto: No hay manera de estar satisfecho. Por lo tanto estoy listo, y me iré contigo y no me voy desesperado, me voy plenamente conciente. Me voy alegre de que no tengo que pasar por esta tortura, estos cien años de tortura que mi padre tuvo que sufrir. Él todavía no es capaz de irse contigo.


Y la historia continuó. Cien años pasaron. Nuevamente la muerte llegó y golpeó a la puerta. Cuando golpeó a la puerta, sólo ahí, Yayati se dio cuenta de que cien años habían pasado. Dijo “Pero no estoy listo” y esto siguió sucediendo, cada vez un hijo se iba con la muerte y Yayati vivía otros cien años. Esta es una historia simbólica. Después de mil años la muerte volvió una vez más y dijo “Qué piensas ahora?” Yayati respondió:


-Vamos… suficiente es suficiente… he visto que nada puede satisfacerme acá. El deseo sigue creciendo. Cumplís un deseo y otros diez asoman. Es un proceso infinito.


Ahora me estoy yendo por mi propia voluntad, y ahora puedo decir que mi primer hijo que se fue contigo y que tenía veinte años fue muy inteligente. Yo fui estúpido, me llevó mil años darme cuenta y él pudo verlo a sus veinte. Eso es inteligencia.”



La única preparación es el “desapego”. La muerte representa el desapego mayor. Todo, hasta nuestro cuerpo, queda aquí. ¿Extraemos pues las consecuencias?