Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 12 de enero de 2023

LOS DESEOS INCONFESABLES

          Todos tenemos o hemos tenido alguna vez, deseos inconfesables. Fantasías magníficas en nuestra mente que nos ayudan a vivir. Ni siquiera importa si son posibles o no. Tampoco se precisa ni tiempos ni espacios concretos. Pueden ser absolutamente dislocadas, distorsionadoras de la realidad o simplemente locas. No pasa nada porque nada sale de dentro de nuestra mente.


                    



 

         Lo peor de todo, es no tenerlas. Las fantasías se convierten en un mundo liberador de tensiones, en un marco perfecto para encontrar porciones de felicidad que en la vida real no logramos alcanzar. De ningún modo son nocivas. No hay que temer fantasear siempre y cuando distingamos, muy bien, cuando éstas pasan a ser reales, según su contenido.

 

         A veces, es muy conveniente tener fantasías con la pareja. Verbalizarlas, vivirlas en común y crear un ámbito propio donde solamente ambos entiendan sus significado y su por qué. Para muchos no será fácil porque toda fantasía compartida requiere una inmensa complicidad, pero hay que encontrar ese camino en común porque todo es mucho más bello si la magia entra en juego.

         

         No te asustes de tus fantasías por muy inconfesables que sean. Si no traspasan la barrera de tu mente solamente serán un pensamiento volátil, pero en contrapartida te ayudarán a vivir.

 

         Hasta los niños saben esta lección, sin que nadie se la enseñe, cuando se inventan y recrean un “ amigo invisible”. 

 

         Nadie más sabio que ellos, sin duda.

domingo, 8 de enero de 2023

VOLVER A LA VIDA NORMAL

  

Volver a la vida normal, cuesta. Aunque también es verdad que se desea. Somos seres cargados de hábitos y rutinas y ellas nos marcan la seguridad de cada día.




 

Se necesitan periodos diferentes. Se ansían, incluso, pero bien es cierto que cuando estamos inmersos en ellos deseamos que no sea por mucho tiempo, porque ese desajuste en nuestras costumbres hacen peligrar nuestra comodidad.

 

Tenemos sentimientos encontrados. Primero cuando las ganas de ver a tu seres queridos, que están lejos, te invaden. Luego, deseando internamente que todo se despeje y campe la normalidad de nuevo en nuestro día a día.

 

No me atrevo a valorar cuál de las dos situaciones es más placentera: ¿Poner los adornos navideños o quitarlos?. Lo primero se vive con ansiedad y cierta expectación por revivir con añoranza los recuerdos de la infancia nuestros o de los pequeños de la casa; lo segundo se vive con cierta liberación. Con la sensación de que ya ha sido demasiado largo el tiempo de brillos, colores, luces y comilonas. Y Por ello, deseando ,de algún modo, que todo encaje nuevamente en nuestros automatismos diarios.

 

Otras navidades acaban de recordarnos lo bonito que es, también, volver a la vida normal.