Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 10 de enero de 2024

DESPEDIRME DE TI Y DE TU NOMBRE DE VERANO

 Nunca es fácil despedirse. Nunca lo es si la persona que nos deja ha sido parte de la historia de los que amas, si ha estado en momentos de gozo y de amargura, si ha pulsado las mismas cuerdas en la guitarra de la vida.

 

Tenías nombre de mes del verano, pero elegiste el invierno para abandonar lo que ya habías soltado hace tiempo con resignación. Y es que todo lo medias pulcramente. Eras metódico en cada paso que dabas, exacto en cada apreciación y justo con cada crítica.




 

Pasaste de puntillas por aquí. Así, un día cualquiera de los milenios que datan la humanidad. No dejaste cicatrices. No explotaste bombas, sin sentido, en las espaldas de nadie.

 

Mi padre, que partió solamente un poco antes que tú, sentía tu presencia como la de un niño aprendiz de afectos, siempre atento a sus necesidades y solícito con las alegría que vivisteis juntos en esa divina música que tanto os unió. 

 

Y yo te veía de lejos con ternura. Tu a mi, con la  grata sensación de entender que los milagros existen aunque a ti no te hubiesen tocado. Y nos quisimos a distancia, en lo no dicho, en ese estado de las cosas en las que gozas lo ajeno como propio.

 

Hoy, hasta ti, 

mi agradecimiento eterno. 

Por pasar callado, sin hacer ruido, 

sin causar daño; 

con la bondad en tus manos 

y en tu corazón palpitando. 

Con esas notas dispersas 

que llegan a mis oídos 

como la más bella melodía 

desde un cielo igualmente callado.

domingo, 7 de enero de 2024

¡CELEBRA LA VIDA!

 Acabamos de pasar una avalancha de celebraciones, comidas, compras, regalos y peticiones llenas de esperanza. Tenemos más de lo que necesitamos y sin embargo, muchas veces sigue en nosotros un sentimiento de escasez, de lo que sea, de pobreza en lo que ansiamos, de penuria por lo que suspiramos.



 

Nos centramos demasiado en lo material. Estamos seguros que de conseguir esto o aquello, seremos más felices. Y lo malo es que una vez logrado, otro objetivo se inocula en nuestras ganas y nos envenena por dentro hasta alcanzarlo. 

 

En el fondo, todos estamos cansados de estas fiestas ya. Demasiados encuentros repetidos, caras de todo tipo, actitudes inconvenientes o palabras dichas a destiempo. Demasiados deseos sin cumplir, peticiones reiteradas año tras año que no llegan a culminar, recuerdos encapsulados que nos martillean el alma a cada momento singular de estos días y mil y una noche más intentando logros que se ensamblan con el nuevo año para quedar perdidos otra vez.

 

No hay nada más que pedir que celebrar la vida, cerrar los ojos y sentir que existimos, que podemos oler, escuchar, tocar…sentir. Y que lo hacemos en un marco donde no hay guerras, no estamos en la calle por que un terremoto ha destruido lo que tenemos, ni la pobreza nos impide saber si comeremos mañana.

 

Tal vez tengamos problemas, incluso enfermedades, desamores o enfados con los que amamos. Tal vez, no todo sea blanco ni lleno de luz en nuestra vida, pero estamos vivos y siempre tendremos la fuerza de nuestro interior para seguir adelante.

 

¡Celebremos la vida!. Es más que suficiente.