Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 7 de julio de 2012

NO DESEAR...

No desear es posiblemente la aspiración más buscada de la filosofía oriental. Está a su base y se despliega en un sinfín de modalidades de pensamiento que apuntan hacia el mismo objetivo: lograr la calma de espiritual, evitar el desasosiego que produce la falta de desprendimiento y alcanzar un estado de quietud creativa en el interior que nos permita regenerarnos a nosotros mismos siempre que sea necesario.
Este breve pasaje Sufí nos lo recuerda de forma sencilla y sutil.
…”El genio, recién liberado le dijo al pescador:
- Pide tres deseos y te los daré.
- Me gustaría - dijo el pescador - que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos.
- Hecho - dijo el genio - ¿cuáles son los otros dos?
- Gracias. No tengo más deseos “.

Volver a la calma se consigue en el momento en el que logremos dejar de desesperarnos por no “tener” más y sin embargo, nos regocijemos cuando sintamos que “somos” capaces de decir NO a lo que nos perturba sintiendo que no pasa nada por estar sin ello…que todo sigue…y seguirá por siempre.

viernes, 6 de julio de 2012

REGALARTE

Muchas son las ocasiones en las que debemos elegir un regalo. Muchos los momentos en los que ese regalo va cargado de profundo significado y muchas, también, las indecisiones para elegir el más adecuado, el que sepa transmitir lo que sentimos, el que lo diga todo sin palabras.
Muchas veces no entendemos que lo que puede hacer más feliz al otro no está en aquello que podemos comprar,  ni siquiera en lo que podemos hacer, sino en lo que representa nuestra persona. En aquello que podemos dar de nosotros.
Eso, precisamente, es lo que tal vez buscan los demás y nunca encuentran. Lo mejor de nosotros, lo que sin duda, será el regalo más singular.
Regalarnos significa querer descubrirnos. Abrir nuestra conciencia para estar cerca del otro. Hacerle sentir que estaremos a su lado y que sus penas son nuestras cuando calan en dos corazones que comparten la misma fibra.
Significa querer estar libremente, sin  ataduras ni condiciones. Comprender, colocarnos frente a él para mirarle a los ojos. Extender la mano para alcanzar la suya y pedirle serenamente que nos acepte como parte de su vida.
El mejor regalo no llega de un comercio, sino de la sintonía con la persona. De saber que la tenemos siempre que la necesitemos, de comprender que en los mejores momentos reirá con nosotros y en los peores acompañará nuestro llanto.
No hay regalo más entrañable y definitivo que dar lo mejor de uno mismo. Cuando esto es así, llegar, además, con un paquete adornado con un lazo se convierte en una bella anécdota que lo dice todo.

miércoles, 4 de julio de 2012

MIRA TUS MANOS

Las manos son más importantes de lo que pensamos. Están ahí para recordarnos muchas cosas, siempre bellas. A veces, si te paras a mirar tus manos seguro que puedes ver en ellas las de las personas más cercanas y queridas.
Suelen parecerse en su forma, en las rugosidades que perfilan el mapa de su piel, en esos dedos largos o cortos, afilados o rechonchos que las aderezan, o en los movimientos con los que dibujan en el aire la gracia de su identidad.
Las manos nos enlazan a nuestros orígenes pero también nos arropan y nos abrigan. Son capaces de acariciar y acariciarnos, de sentir y sentirnos, de amar y amarnos.
Mirar nuestras manos, detenernos en ellas, volver sus palmas a nuestros ojos tiene un efecto mágico. Ellas son capaces de hablarnos y de decirnos que están ahí esperando ayudarnos, que contemos con ellas y que son tan fuertes y poderosas que serán capaces de sacarnos de todos los pozos.
También te hablan de los principios. De la fortaleza que recibieron cuando las asignaron a tu persona, de le entrega inmensa que hizo la mujer que te dio la vida para depositar en ellas todo su amor y entregártelo como un regalo cuando amaneciste en ella.
Mirándolas recuerda las manos de tu madre. Que lleguen a tu mente, nítidas. Que puedas rememorar su dulce calor cuando cocinaban para ti, cuando acunaban tus sueños, cuando resguardaban las tuyas, cuando mecían tus esperanzas o cuando secaban tus lágrimas para regalarte un beso.
Haz memoria y gira la vista al pasado. Encuentra la imagen en la que tus pequeñas manitas quedaban dentro de las suyas y en ese entramando de ternura, podías sentir de golpe toda la protección necesaria para enfrentarte a la vida. Entonces, cuando estés frente a esa imagen…mira de nuevo tus manos y recuerda que nunca nuestras manos están solas. Guardan la fuerza inmensa que ella depositó.
Cuando te sientas solo, indefenso, débil y vacío…vuelve a mirar tus manos…ellas lo guardan todo en silencio. Y recuerda una vez más, que la mejor ayuda está a final de tus brazos.

martes, 3 de julio de 2012

HABLANDO CON DIOS

La necesidad de comunicarnos es, hoy, más que nunca el ancla que nos mantiene vivos. Lo saben muy bien los jóvenes cuya pasión por la comunicación ha hecho de ella la actividad principal de sus días.
Necesitamos estar conectados porque eso supone que alguien al otro lado nos espera, nos contesta, responde al reclamo y lo hace demostrándonos, una y otra vez, que está para nosotros.
En el fondo, es una inmensa necesidad de afecto, de protección y de búsqueda del otro para completar lo que sentimos, compartir lo que nos emociona o despertar sentimientos que avivan y hacen más felices los días.
Si comunicarnos con los demás llega a ser un acto obligadamente delicioso a cada momento, no lo es menos estar en contacto con nosotros mismos. Hablarnos, dialogar con nuestro interior, someterle a revisión, discutir con él y, a la vez, transmitirle lo que nos estimamos.
El mejor momento para estar a solas con nosotros puede ser cualquiera pero preferentemente cuando llega la tranquilidad de la noche, cuando la luz se oculta y el brillo de las estrellas o los reflejos de la luna nos cobijan.
De pequeños, en estos momentos solemnes nos enseñaron a hablar con Dios. Era el tiempo reservado por excelencia a la oración. Unos instantes únicos en los que cogíamos fuerza para el resto del día. Porque comunicarnos con él nos dejaba tranquilos. Nos redimía de los miedos y sobre todo, nos arropaba con su ilimitada protección que todo lo podía.
Ahora, también podemos revivir esa sensación de acogida, de cálido intervalos en donde nada asusta y lo imposible se torna posible.
Conectar con nosotros mismos sigue siendo hablar con Dios; con ese Dios que nos constituye y del que procedemos.
Sigue estando ahí. Dentro y fuera. En nosotros y en cualquier lugar. Aunque no hay que dudar que sea en nuestro interior donde aparece más rápido y desde donde seguro nos hablará cuando lo necesitemos.
Podríamos también probar a enviarle un e-mail, un whasap o en sms…cualquier forma de comunicarnos es válida. Eso sí…la respuesta hay que buscarla cerrando los ojos y sintiendo que llega, desde el corazón.

lunes, 2 de julio de 2012

INAUGURANDO EL DÍA

         De todas las inauguraciones que podemos hacer, la que da la bienvenida a un nuevo día debería ser la más importante.
         Abrir nuevamente los ojos y encontrarnos con la claridad nítida del cielo, sea ésta con la gradación de colores que sea, es un privilegio. Un regalo único que nos recuerda que seguimos en esta maravillosa aventura de gozar y sufrir cada instante como si fuese único y exclusivo de nosotros.
         Encontrarnos aquí de nuevo supone otra oportunidad para equivocarnos y aprender, otro momento más para luchar y vencer, otra posibilidad mayor de mejorar y crecer.
         Todo lo que hace que la vida sea la mejor y más exquisita experiencia que podemos disfrutar es precisamente, su inmensa capacidad de renovarse continuamente. Ese ir y venir de situaciones ajenas a nuestra voluntad que van tejiendo los hilos de su maravilloso entramado. Lo que queda fuera de nuestro alcance, aquello que se nos escapa, lo que se diluye resbaladizo entre la voluntad y el deseo. Precisamente lo que no podemos controlar es lo que le aporta todo su encanto.
         Estamos demasiado acostumbrados a precisar y planificar todo aquello en lo que intervenimos. A controlar hasta el último detalle, a prever las consecuencias y los resultados, a supervisar las causas y los  efectos…y en todos esos procesos se nos escapa lo importante. La maravillosa y absoluta capacidad de la vida para discurrir por el plan personal de cada uno, ajena a nuestros desaforados deseos de dirigirla por nuestros particulares derroteros.
         Hay que dar libertad a la libertad. Asumir que los riesgos son precisamente las seguridades y que sin ellos, nunca habríamos logrado alcanzar la inigualable dimensión humana de la que hoy gozamos.
         Abrazar la luz de un nuevo día debería de ser algo tan gozoso que por sí mismo nos alegrase durante todo él.
¡Feliz comienzo de semana!

domingo, 1 de julio de 2012

DOMINGOS LITERARIOS

VOY A QUERERTE SIEMPRE
Voy a quererte siempre,
Sin preguntas, sin respuestas,
Sin tus ganas de seguirme,
Sin esa forma arrebatada
de invocarme…
Voy a quererte siempre,
Sin estar delante, sin tenerte,
Sin levantar lo ojos
para mirarte y que me mires,
sin tu llama sobre mi alma,
sin ese susurro tuyo
enredado en poemas de amor sordo.
Voy a quererte siempre,
Sin decirte ni nombrarte,
Sin la sonrisa que me diste,
ni la esperanza que encontraste,
sin tu noche ni mi día,
sin tus ganas ni mis ganas,
en silencio, sin odiarte.

FLOR Y NATA