Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 3 de julio de 2012

HABLANDO CON DIOS

La necesidad de comunicarnos es, hoy, más que nunca el ancla que nos mantiene vivos. Lo saben muy bien los jóvenes cuya pasión por la comunicación ha hecho de ella la actividad principal de sus días.
Necesitamos estar conectados porque eso supone que alguien al otro lado nos espera, nos contesta, responde al reclamo y lo hace demostrándonos, una y otra vez, que está para nosotros.
En el fondo, es una inmensa necesidad de afecto, de protección y de búsqueda del otro para completar lo que sentimos, compartir lo que nos emociona o despertar sentimientos que avivan y hacen más felices los días.
Si comunicarnos con los demás llega a ser un acto obligadamente delicioso a cada momento, no lo es menos estar en contacto con nosotros mismos. Hablarnos, dialogar con nuestro interior, someterle a revisión, discutir con él y, a la vez, transmitirle lo que nos estimamos.
El mejor momento para estar a solas con nosotros puede ser cualquiera pero preferentemente cuando llega la tranquilidad de la noche, cuando la luz se oculta y el brillo de las estrellas o los reflejos de la luna nos cobijan.
De pequeños, en estos momentos solemnes nos enseñaron a hablar con Dios. Era el tiempo reservado por excelencia a la oración. Unos instantes únicos en los que cogíamos fuerza para el resto del día. Porque comunicarnos con él nos dejaba tranquilos. Nos redimía de los miedos y sobre todo, nos arropaba con su ilimitada protección que todo lo podía.
Ahora, también podemos revivir esa sensación de acogida, de cálido intervalos en donde nada asusta y lo imposible se torna posible.
Conectar con nosotros mismos sigue siendo hablar con Dios; con ese Dios que nos constituye y del que procedemos.
Sigue estando ahí. Dentro y fuera. En nosotros y en cualquier lugar. Aunque no hay que dudar que sea en nuestro interior donde aparece más rápido y desde donde seguro nos hablará cuando lo necesitemos.
Podríamos también probar a enviarle un e-mail, un whasap o en sms…cualquier forma de comunicarnos es válida. Eso sí…la respuesta hay que buscarla cerrando los ojos y sintiendo que llega, desde el corazón.

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