Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 9 de diciembre de 2022

LA VIDA SIGUE IGUAL

 Pase lo que pase, haya la catástrofe más desastrosa que pueda existir, nos hayan detectado una enfermedad, perdamos a un ser querido, nos hayan dejado con el corazón destrozado… a la vida no parece importarle. Todo sigue. El ciclo natural de los días se suceden, el reloj no detiene ni uno solo de sus minutos y en cada pulso del corazón la vida nos anuncia, siempre como un nuevo comienzo, que la existencia continua.




Nos queda llorar, estar tristes, recogernos dentro, darnos tiempo y volver a empezar; poco a poco, con el alma encogida, tratando de recomponer el hálito vital que nos constituye e, incluso, recogiendo nuestros pedazos para tratar de seguir siendo los mismos. 


Hay un mensaje esperanzador en las desgracias y es que “todo pasa”. También lo bueno, ciertamente. Por eso, cuando vivimos una situación especialmente dichosa debemos exprimirla en todo su jugo porque sin duda, igualmente, va a pasar.


La vida sigue igual. Contigo, que tanto te aprecias y crees que vales, o sin ti. Conmigo, que tan apegada/o estoy a mi cuerpo y a mi mente, y sin mí. Con ellos, a los que tanto amas, y sin ellos.    Siempre e inexorablemente idéntica. Ajena a tus delirios, a tus paranoias, a tus dudas o a tus gozos. Siempre exacta e inescrutable. Sencilla y compleja a la vez. Densa y liviana. Miel y cadalso. 


Vida y muerte; caras de una misma moneda que no sirve como medio de pago porque el precio de vivir nunca igualará el valor de sentir que la vida sigue en cada ser que nos precede, por siempre.

domingo, 4 de diciembre de 2022

LOS SUSURROS DEL PASADO

 No debemos dejar que el pasado se cuele en el presente, ni que condicione, por supuesto, el futuro. Sin embargo, no podemos silenciar el pasado, borrarlo de golpe y comenzar de cero, como tantas veces se pretende. 




         El pasado tiene vida propia. Es la parte más importante y larga de nuestra biografía. Es lo que justifica muchas de nuestras emociones y sentimientos más íntimos, aquellos que no controlamos; los que se desbordan en el pecho sin poder controlarlos. El pasado está ahí. No vale ignorarlo. Mas bien, debemos integrarlo para, de alguna forma, disolverlo.


         Me gusta cuestionar la antigua expresión de…”perdono, pero no olvido”. Nada se olvida, salvo aquello que lo parece porque nuestro cerebro decide ponerlo en segundo plano.

 

         No olvidarnos no quiere decir que no podamos comportarnos  de forma distinta con el recuerdo. Los recuerdos no obligan, no juzgan, no condenan. Están impresos en lo más profundo del alma, pero somos nosotros los que hacemos de ellos una censura.


         Si tenemos la valentía de recordar sin dolor, sin rencor, sin temor, sin resentimiento o aversión estamos en el buen camino porque entonces recordar puede convertirse en un magnífico bálsamo que cierre viejas heridas nunca selladas por el encono de nuestra memoria.


         Reintegra los recuerdos a tu vida diaria. Transforma los sentimientos que te evocan en aprendizajes que sanan.


Después, todo será más fácil.